del 25 de marzo, acerca de las formulas de solicitud de viviendas. Esta insercion ha sido anulada y no se efectuara. Punto y aparte. La publicacion prematura de parte de estas noticias por una agencia periodistica ha vuelto a suscitar la cuestion de si se debe o no enviar ejemplares anticipados de tales informaciones a las oficinas regionales. Se servira usted investigar sin demora el uso que se ha hecho de estos ejemplares de su oficina y dirigirme un informe completo directamente a mi. Espero que este informe llegue a mis manos antes del 28 de marzo. Suyo afectisimo. Seis-ochenta y dos. Senor Maspero. Mi distinguido amigo: Le agradezco mucho su carta del dia 16 y le aseguro que su contenido sera considerado confidencial. Claro esta que ello sera imposible si resulta necesario aprovechar sus informaciones que para una accion judicial debere emprender, en cumplimiento de mi obligacion, pero me doy perfecta cuenta de lo dificil que sera iniciarla…»

Esta carta continuaba a lo largo de dos folios enteros escritos a un solo espacio y dejaba en el cilindro el espacio justo para dos cartas mas y para un comunicado de orden interior. Cuando llego al final, lo saque y lo devolvi a su sitio en la fila. Cogi el numero dos, haciendo observar:

– Supongo que habra notado usted que Boone pretendia dirigir sus cartas por cohete y confiaba en que los directores regionales le contestasen como relampagos.

– Estamos en un error -dijo Wolfe tristemente y mirando su calendarlo anadio-: Es muy facil que no dictase esto en la tarde del dia de su muerte, el 28 de marzo. Les decia a los directores regionales que efectuasen una investigacion y que le respondiesen por todo el dia 28 de marzo. Dado que la comunicacion se dirigia a todos los directores regionales, tenian que estar comprendidos tambien los de la costa del Pacifico. Aun contando con la celeridad del correo aereo y concediendo un solo dia como margen para sus investigaciones, lo cual parece bastante escaso, esta carta no debio de ser dictada despues del 23 de marzo, y quiza varios dias antes. Maldita sea… Tenia la esperanza… -dijo apretando la boca y mirando cenudamente a la caja de cuero-. Aquella mujer dijo que era la caja cuatro, ?verdad?

– ?Se refiere usted a la senorita Gunther?

– ?A quien demonio, si no?

– Asi, pues, se refiere, usted a la senorita Phoebe Gunther. Si es asi, le dire que si. Dijo que habia doce cajas como esta y que la que Boone le dio en la habitacion del crimen tenia un numero cuatro impreso en su parte superior, y le dijo que contenia cilindros de un dictado que habia hecho en su oficina de Washington aquella tarde. ?Nos sentimos decepcionados o pasamos a escuchar el numero dos?

– Adelante.

Continuo la audicion. El almuerzo se interpuso al terminar el sexto movimiento del concierto, y despues de una comida agradable, pero no demasiado alegre, volvimos al despacho y acabamos de escuchar los cilindros. En parte alguna de ellos habia nada sensacional, aun cuando algunos de ellos abordaban temas que podian estimarse confidenciales. Desde el punto de vista de indicios en una investigacion criminal, no valian un ochavo. En otros cuatro cilindros, ademas del primero, existian pruebas concluyentes de que habian sido dictados antes del 26 de marzo.

No me sorprendio nada que Wolfe estuviese deprimido. Ademas de las otras complicaciones, se presentaban ahora las multiples explicaciones que podian darse del hecho de que la caja numero cuatro contuviese cilindros atetados antes del dia del crimen. La explicacion mas sencilla era que Boone se habia equivocado de caja al salir de su despacho de Washington aquella tarde. Ello sin mencionar la cuestion de fondo: Es decir, si los cilindros tenian importancia capital dentro del problema o constituian solo una ilustracion secundaria del mismo.

Wolfe, reclinado en su sillon, dedicado a digerir el almuerzo, hubiera parecido dormido a unos ojos menos expertos que los mios. Ni siquiera se movio cuando saque la maquina de en medio y la traslade rodando a un rincon. Cuando volvi luego a su mesa y empece a colocar los cilindros en la caja, se entreabrieron sus parpados y dijo:

– Mejor sera que los vuelva usted a pasar y saque copia de lo que dicen. Cuatro copias. Subire dentro de treinta y cinco minutos -dijo-. Hagalo entonces.

– Si, senor -dije tristemente-. Ya me lo esperaba.

– ?Ah, si? Yo no.

– No quiero decir que esperase que los cilindros dijesen todas estas tonterias. Lo que temia era pasarlos a maquina. A esto hemos tenido que llegar.

– No me eche la culpa de que este caso haya bajado tanto de tono. Fui un asno al encargarme de el. Tengo mas orquideas de las que caben en casa y podria haber vendido quinientas en doce mil dolares. Cuando haya usted terminado de copiar esto, lleve usted un ejemplar a Cramer y digale como lo hemos conseguido.

– ?Que se lo diga todo?

– Si, pero antes de ir a verle, escribira usted otra cosa. Tome nota. Envie esta carta a todos los que estuvieron presentes aqui en la reunion del viernes por la noche. -Fruncio el ceno un momento buscando las palabras y luego dicto-: «Dado qua tuvo usted la amabilidad de venir a mi oficina, segun mi invitacion, el viernes por la noche y supuesto que estuvo usted presente cuando se establecio que la afirmacion de la senorita Gunther de haber dejado la caja de cuero en el alfeizar de la ventana, no merecia credito, le escribo para informarle de un suceso que ha ocurrido hoy. Punto y aparte. El senor O’Neill ha recibido por correo un talon correspondiente a un paquete depositado en la estacion Grand Central. Este paquete ha resultado contener la caja de cuero en cuestion, que lleva el numero cuatro estampado en la parte superior, conforme lo describio la senorita Gunther. Sin embargo, salta a la vista que los cilindros contenidos en ella fueron dictados por el senor Boone en techa anterior al 26 de marzo. Le transmito a usted esta informacion para hacer justicia a la senorita Gunther.»

– ?Esto es todo? -pregunte.

– Si.

– A Cramer le sentara muy mal.

– No lo dudo. Mandelas antes de ir a verle, y llevele una copia. Luego traiga aca a la senorita Gunther.

– ?A. Phoebe Gunther?

– Si.

– Es peligroso. ?No se arriesga usted demasiado al ponerla en mis manos?

– Si, pero la quiero ver.

– Conforme. Sobre usted caera la responsabilidad de lo que ocurra.

Capitulo XVI

El copiar todo aquello supuso dos horas y media de penosa labor que me destrozo la espalda. Tuve que transcribir con cuatro copias los diez cilindros de arriba abajo. No solo esto, sino que esta clase de trabajo era nuevo para mi y tuve que ajustar la velocidad por lo menos veinte veces antes de cogerle el tranquillo. Cuando hube terminado y hube compaginado las hojas, le di el original a Wolfe, que volvia a estar en la oficina, coloque las dos primeras copias en el arca de caudales y doble la cuarta y me la meti en el bolsillo. Quedaban las doce cartas y sus sobres. Mientras Wolfe las fue firmando, el mismo se ocupo en doblarlas, meterlas en los sobres y aun ponerles los sellos. A veces, tiene raptos de febril energia. Era ya la hora de cenar, pero decidi no entretenerme comiendo con Wolfe y fui a tomar un bocado a la cocina.

Habia telefoneado a la Brigada de Homicidios para asegurarme de que Cramer estarla alli y ahorrarme asi tratar con el teniente Rowcliffe, cuyo asesinato tenia yo esperanzas de investigar algun dia, y habia llamado tambien al piso de Phoebe Gunther para citarme con ella, pero no obtuve respuesta. Al sacar el coche del garaje, subi a la Octava Avenida para echar las cartas en la estafeta y luego me dirigi hacia el sur, rumbo a la calle 20.

Despues de haber estado diez minutos en presencia de Cramer, dijo:

– Aqui parece que hay algo, ?pobre de mi!

Al cabo de veinte minutos, repitio:

– Aqui parece que hay algo, ?pobre de mi!

Estas manifestaciones demostraban con claridad meridiana que el inspector estaba metido en un fangal hasta la cintura; Si hubiera contado con el menor triunfo, nos habria maldecido a Wolfe y a mi por haberle ocultado una prueba durante nueve horas y catorce minutos y se hubiera entregado a, toda clase de amenazas, grunidos y advertencias. En vez de hacerlo, me parecio estar dispuesto a agradecer mis noticias. Por lo visto, estaba

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