decir, en la silla de al lado de la mia.

Tuve que reconocer la excelencia de la policia en el empeno de montar una reunion. Eran las once menos veinte, es decir, una hora y diez minutos despues del momento en que Cramer le habia telefoneado a Rowcliffe para que organizase la tertulia.

Me puse en pie y les echo una ojeada para comprobar si estaban todos. Luego, volviendome hacia Wolfe, le dije:

– Estan los mismos de la otra vez. A la senorita Gunther, por lo visto, no le gustan las multitudes, porque estan todos excepto ella.

Wolfe paseo la mirada por la reunion, moviendola con lentitud de derecha a izquierda y luego en, sentido contrario, a la manera del hombre que esta deliberando que camisa comprar. Todos estaban sentados, divididos en dos facciones como en la anterior ocasion, exceptuando a Winterhoff y a Erskine padre que estaban en pie al lado del globo hablando en voz baja. Desde el punto de vista de la simpatia, la reunion era un fracaso aun antes de empezar. En un momento dado se producia un murmullo de conversacion y al cabo de un instante un silencio de muerte; luego habia alguien que se asustaba de aquella quietud y renacia el murmullo. Cramer se acerco a mi mesa, telefoneo y luego informo a Wolfe:

– Me dicen que han avisado a la senorita Gunther en su piso hace una hora y que anuncio que venia en seguida.

– No podemos esperar -dijo Wolfe encogiendose de hombros-. Empiece.

Cramer se volvio hacia los reunidos, se aclaro la voz y dijo:

– Senoras y senores. -Se produjo un silencio repentino y el siguio-: -Quiero que se enteren ustedes del motivo por el cual se les ha llamado aqui y del autentico estado de la situacion. Supongo que leen ustedes los periodicos. Segun ellos, o por lo menos parte de ellos, la policia considera demasiado delicado este caso en razon de la gente que hay complicada en el, y permanece con los brazos cruzados Supongo que todos ustedes estaran al corriente de lo falso de esta afirmacion. Supongo tambien que todos ustedes, o casi todos, se sienten molestados y perseguidos por un hecho en el cual no tienen parte alguna. Los periodicos tienen su punto de vista y ustedes tienen el suyo. Estoy convencido de que a todos les ha producido extorsion el tener que venir aqui esta noche, pero tienen ustedes que, hacerse cargo de que no teniamos otro remedio que llamarles; esta extorsion tienen ustedes que achacarsela no a la policia ni a otra persona alguna que al asesino de Cheney Boone. No quiero decir que se encuentre en esta habitacion. No lo se. Puede estar a mil millas de aqui…

– ?Para escuchar esto -ladro Breslow- nos ha hecho usted venir? Ya lo sabiamos todos antes.

– Si, ya se -respondio Cramer intentando seguir mostrandose amable-. No les hemos hecho venir para que me escuchen a mi. Voy a pasar el uso de la palabra al senor Wolfe y el les hablara despues que yo les haya dicho dos cosas: Primera, que se les ha convocado desde mi despacho, pero ello no da caracter oficial a la llamada, de la cual soy yo el Unico responsable. Por lo que a mi toca, pueden ustedes ponerse en pie y marcharse, si les parece. Segunda, pueden ustedes considerar que es incorrecta esta reunion, dado que el senor Wolfe actua en este caso por cuenta de la A.I.N. Puede ser. Lo unico que puedo decir es repetirles que si quieren, se queden, y si no, que se marchen. Hagan lo que les parezca.

Dirigio una mirada en torno de si. Nadie se movio ni hablo.

Cramer aguardo diez segundos y luego se volvio hacia Wolfe y le hizo una sena. Wolfe profirio un profundo suspiro y empezo a hablar con un murmullo dificilmente audible:

– Una de las cosas que ha dicho el senor Cramer, la molestia que ustedes se ven obligados a soportar, merece cierto comentario. Este sacrificio por parte de las personas, que a veces son muchas, que estan a cubierto de…

Me desagrado verme en el caso de cortar el hilo de su oratoria, porque mi larga experiencia me advertia que en aquel momento, por fin, empezaba a trabajar; se le veia resuelto a sacar algo en claro de aquella reunion aunque esta tuviese que prolongarle toda la noche. Pero no hubo mas remedio que hacerlo, porque en el vestibulo vi a Fritz que me contemplaba con expresion angular. Cuando vio que yo le miraba, me llamo y se me ocurrio la idea de que, en situacion como la que nos encontrabamos y con Wolfe en pleno discurso, no hubiera procedido de otra manera si la casa estuviese ardiendo. Como entre el y yo se interponia toda la masa de asistentes, tuve que rodearla para llegar a la salida. Wolfe seguia hablando. Cuando hube llegado al vestibulo, cerre la puerta tras de mi y le pregunte a Fritz:

– ?Que pasa?

– Es… es… -Se detuvo y trato de contenerse. Durante veinte anos Wolfe habia tratado de imbuirle la idea de que no se excitase. Volvio a. empezar su notificacion diciendome-: Venga usted y se lo ensenare.

Bajamos a la cocina, no sin que yo pensase que se trataba de alguna catastrofe culinaria que el se veia incapaz de sobrellevar a solas, pero la cruzo para dirigirse a la puerta trasera y a los escalones que conducian a lo que llamabamos subterraneo, aunque solo estaba metro y medio debajo del nivel de la calle. Fritz dormia alli en una habitacion que daba a la calle. A traves de un pequeno vestibulo se pasaba al arroyo franqueando una pesada puerta y luego otra de hierro, con una reja, que daba a un sendero asfaltado del cual se subia a la calle con cinco escalones. En este vestibulo diminuto se detuvo Fritz haciendome tropezar con el. Senalo al suelo: «?Mire!», me dijo. Puso la mano en la puerta y la agito un poco.

– Vine a ver si la puerta estaba cerrada, como siempre lo hago.

En el cemento de aquel sendero se veia un objeto acurrucado contra la puerta, de forma que esta no podia abrirse sin empujarle hacia un lado. Me adelante a mirar. Habia poca luz alli, puesto que el farol mas cercano de la calle caia a treinta pasos de distancia, pero pude distinguir claramente en que consistia aquel objeto, aunque no con certeza de quien se trataba.

– ?Para que demonios me ha traido usted aqui? -le pregunte a Fritz haciendole volver a entrar a empellones en el subterraneo-. Venga conmigo.

Subi la escalera con Fritz pegado a los talones. En la cocina me detuve a abrir un cajon y sacar una lampara de pila y luego por el vestibulo grande sali a la puerta principal y baje a la acera por la que fui hasta aquel lugar. Examine con la luz todo aquello. Fritz estaba a mi lado, inclinado

– ?Quiere?… -me dijo con voz temblorosa-. ?Quiere que sostenga la luz?

– ?Callese, diantre! -le dije.

Al cabo de medio minuto suspendi el examen y le dije:

– Quedese usted aqui.

Me dirigi a la puerta y vi que Fritz la habia cerrado tras de si. Me costaba algun trabajo meter la llave en la cerradura, pero efectue una profunda inspiracion y lo consegui ya mas tranquilo. Cruce el vestibulo, fui a la cocina, cogi el telefono que habia en ella y marque el numero del doctor Vollmer, que vivia en la misma calle a media manzana de distancia. El timbre de su telefono sono seis veces antes de que respondiese.

– ?Doctor? Soy Archie Goodwin. ?Esta usted vestido? Bien. Venga lo mas deprisa que pueda. Hay una mujer tendida en nuestra acera, junto a la puerta del subterraneo; le han dado un golpe en la cabeza y me parece que esta muerta. Ira la policia. Por lo tanto no la mueva mas que lo imprescindible. ?Viene usted ahora? Conforme.

Volvi a inspirar hondamente, cogi papel y lapiz y escribi: «Phoebe Gunther esta muerta en nuestra acera. Le han dado un golpe en la cabeza. He telefoneado a Vollmer».

Entre en el despacho. Calculo que estuve fuera seis minutos solamente y Wolfe continuaba su monologo, con trece pares de ojos clavados en el. Di la vuelta por la derecha, me acerque a su mesa y le entregue la nota. Le echo una mirada, luego la considero con mas detenimiento, me miro a mi y sin apreciable cambio en su tono ni en sus maneras dijo:

– Senor Cramer, el senor Goodwin tiene que darle un recado a usted y al senor Stebbins. ?Quiere usted salir con el al vestibulo?

Los dos se pusieron en pie. Mientras saliamos, Wolfe continuaba:

– La cuestion que se nos plantea es la credibilidad, desde el punto de vista de los antecedentes con que contamos…

Capitulo XIX

A las doce y media de la noche, me encontraba solo en mi alcoba, dos pisos mas arriba, sentado en la silla

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