– ?Lo haremos!
Critias miro a Aristandro con una expresion de furia.
– ?Donde estaban los demas?
Los guias se apinaron. No eran mas que un grupo de campesinos asustados, que ahora lamentaban amargamente la ocurrencia de abandonar sus aldeas y cruzar el Helesponto. Todos repitieron la misma historia. Lascus se habia marchado y nadie le habia seguido. La mayoria de ellos habia bebido tanto que no podian recordar lo que habia ocurrido antes de echarse a dormir la mona.
– ?El rey no nos prometio esto! -protesto uno de ellos-. Nos ofrecieron armas y oro.
– Cualquier heroe debe enfrentarse al peligro -contesto Aristandro-. De ahora en adelante, no vayais por ahi solos. Manteneos unidos. El rey mandara que vigilen vuestras tiendas.
– Eso no es suficiente… -comenzo a protestar uno de ellos, pero su queja se apago ante la mirada severa del custodio de los secretos del rey.
– ?Podeis marcharos! -ordeno Aristandro.
Los guias, sin dejar de murmurar entre ellos desaparecieron entre los arboles. Perdicles se levanto y cruzo el claro.
– Mis companeros y yo… -comenzo.
– ?Lo que tu y tus companeros debeis hacer es cerrar la boca y quedaros alli! -exclamo Aristandro-. Ven; te ensenare donde encontraron el cadaver -dijo a Telamon agarrandole por la muneca.
Dejaron al grupo de fisicos en el bosquecillo. Aristandro se acerco a un soldado que permanecia apoyado en la lanza en la zona de hierbajos entre las lineas de los centinelas y el bosquecillo donde se ejercitaba la caballeria. Se hizo a un lado cuando se acercaron. Aristandro senalo la hierba aplastada, donde todavia era visible una mancha oscura. Uno de los soldados de caballeria se acerco demasiado con su caballo y Aristandro le grito que se mantuviera apartado. Telamon se agacho para ver mejor la mancha de sangre. Olio el hedor de la orina y miro hacia el campamento.
– ?Los centinelas estan en estado de maxima alerta? -No nos encontramos en territorio enemigo -respondio Aristandro-, asi que la vigilancia no ha sido reforzada.
– Lascus estaba borracho -apunto Telamon senalando hacia el campamento-. Tenia el vientre y la vejiga llena. Era un forastero y no queria ofender a nadie, asi que vino aqui para hacer sus necesidades. Es probable que agradeciera disfrutar un poco del aire fresco de la noche. Vino hasta aqui y lo asesinaron mientras orinaba.
– ?Como pudo ser? El asesino no podia saber que Lascus vendria aqui.
– Es algo mucho mas sencillo -le explico Telamon-. El asesino sabia que los guias estarian celebrando el banquete funebre. Solo era cuestion de tiempo que alguno se levantara, como hizo Lascus. Todo lo que tuvo que hacer fue esperar, seguirlo y atacar.
– Tu has visto al guia -senalo Aristandro-. Un tipo grande y fornido. Se hubiera defendido.
Telamon sacudio la cabeza mientras se levantaba.
– No te enganes. Estaba muy borracho. Imaginatelo aqui, Aristandro, lejos de su casa, en este campo azotado por el viento y en medio de la oscuridad. Alguna vez te habras emborrachado, ?no? Lascus vino hasta aqui para hacer sus necesidades, en un estado que apenas si se aguantaba de pie, medio dormido…
Aristandro convino encogiendose de hombros.
– El asesino de pies agiles -prosiguio Telamon- se acerca rapida y silenciosamente. Una punalada certera y Lascus ya no existe. He visto a asesinos hacer lo mismo en el bullicio de los mercados.
El nigromante se rasco la cabeza.
– Sabes, Telamon, correra la noticia. Si yo fuese uno de esos guias, me olvidaria de las promesas de gloria y oro y desertaria a la primera oportunidad.
– ?Son muy valiosos? -pregunto Telamon.
– Piensa en nosotros, Telamon, como si estuviesemos perdidos en un inmenso bosque que se extiende en todas las direcciones: senderos, canones, pantanos, desfiladeros… Estamos en territorio persa y ellos conocen su propia tierra. Pueden trasladar a sus ejercitos y mantenernos despistados. Todo eso antes de que lleguemos al tema de los pozos, rios y arroyos, cual es el mejor lugar para vadearlos y cual no. -Aristandro tosio sonoramente y agito las manos para apartar la nube de polvo levantada por la caballeria-. Tengo otros asuntos que atender - puntualizo senalando con el dedo hacia el bosquecillo-. Quiero interrogar a tus amigos fisicos. Ya estan enterados de como acabo Leontes. ?Dejemos que eso sea una advertencia!
Aristandro se ajusto la capa, llamo a sus «hermosos chicos» y se alejo. Telamon le observo marcharse rodeado por el coro. Telamon nunca habia conseguido entender la estrecha relacion personal de Alejandro con Aristandro. No importaba lo que sucediera, Aristandro nunca cambiaba. Telamon se exprimio el cerebro. El nigromante habia aparecido en la corte macedonia de la mano de Olimpia. ?Sabia algo secreto de ella? ?Era un prolongacion del cerebro de la Reina Bruja, que era como un nido de serpientes? La ejecucion de Leontes la noche pasada habia sido tan sumaria… ?Olimpia deseaba que su precioso hijo cruzara el Helesponto? ?Estaba Aristandro involucrado en algun juego sucio? Telamon volvio a agacharse para observar la mancha en la hierba.
– ?Que debo hacer? -murmuro.
Estaba atrapado como un actor que espera entre bambalinas. No tenia otra eleccion que la de interpretar el papel que le habian asignado. Si abandonaba el campamento, Alejandro le perseguiria. Los territorios persas le estaban vedados, lo mismo que Grecia y Macedonia. Exhalo un suspiro y se irguio.
– Te guste o no -musito para si mismo-, esta es tu casa y tienes que realizar tu trabajo.
Encamino sus pasos hacia el bosquecillo. Los fisicos continuaban charlando en voz baja a la sombra de un arbol. Perdicles se habia autodesignado como su jefe y portavoz. Telamon hacia tiempo que no veia a un grupo tan asustado. Nikias habia enfermado a causa del miedo y la tension que soportaba, mientras que Cleon se mostraba malhumorado y retraido. Telamon se sento junto a los fisicos.
– ?Os habeis enterado del fin de Leontes?
– Han traido su cadaver -respondio Perdicles-. Aristandro nos dijo que podiamos incinerarlo con los otros dos cuerpos. Puedes echar un punado de incienso a la hoguera y brindar por el si quieres -anadio esbozando una sonrisa-. Aristandro afirmo que fue un accidente. Leontes «salio a dar un paseo» y resbalo-. Miro a Telamon con una mirada acusadora-. ? Que paso en realidad?
– ?Quieres saber la verdad pura y dura? Lo arrojaron por el acantilado. Lo declararon culpable de espiar para el enemigo.
Cleon solto un gemido y se dejo caer de espaldas en la hierba con la mirada puesta en las ramas. Nikias se levanto de un salto. Telamon miro fijamente a Perdicles.
Desde la muerte de Leontes la noche anterior, habia estado reflexionando sobre lo que sabia. Era el momento, ademas de su deber, de advertir a este ateniense de rostro astuto del peligroso sendero por el que caminaba.
– Probablemente se lo merecia -declaro Perdicles-. ?Fue el quien asesino a aquella muchacha?
– Todo es posible -respondio Telamon encogiendose de hombros.
Escucho los gorjeos de los pajaros. De vez en cuando miraba entre los arboles hacia el campamento, donde el ruido era cada vez mayor a medida que el ejercito macedonio se preparaba para enfrentarse a otro dia de maniobras, recoleccion de alimentos y reparacion y puesta a punto de las armas.
– Teneis que tener mucho cuidado -anadio Telamon-. Somos fisicos, cruzamos las fronteras, vamos a esta o aquella ciudad… Todos nosotros nos hemos sentado a los pies de los amos persas y aceptado su oro. Todos nosotros debemos responder a la pregunta de por que estamos aqui.
– ?Tu sabes la razon! -grito Cleon sin moverse de donde estaba. Luego se levanto. Se paso el dorso de la mano por los labios-. Por la misma razon que tu, Telamon -anadio levantandose y pasandose el dorso de la mano por los labios-; somos buenos fisicos, pero no tenemos patria ni ningun otro lugar donde ir. Lo mismo es verdad para otros muchos en el ejercito de Alejandro. El propio Aristandro no se atreve a permanecer en Macedonia, pues los generales le odian. El campamento esta lleno de adivinos, malhechores, mercenarios, escribas, sacerdotes, sirvientes y cocineros, que se ocultan aqui porque no tienen ningun otro lugar que los acoja.
– Tambien hay persas -manifesto Telamon-. Mejor dicho, traidores al servicio de los persas. Hay otros, todavia mas peligrosos, que tienen un pie en cada campo. Si Alejandro gana, se desganitaran en alabanzas y aclamaciones. Si es derrotado, escaparan como el viento, o quiza lo hagan antes si se acaba el dinero.
– ?Ya se ha acabado! -replico Perdicles-. Si, tenemos una tienda y comida, pero ?cuando nos van a pagar?
– Si yo tuviese daraicas persas -les advirtio Telamon-, me desprenderia de ellos tan pronto como pudiera. Apostaria un obolo contra un dracma que Aristandro ya ha revisado todas vuestras posesiones.