al ver que el color comenzaba a retornar a las mejillas de Alejandro y que su respiracion ya no era tan rapida y superficial.

– ?Que me pasa? -pregunto Alejandro con voz ahogada, aunque sin atreverse a sostener la mirada del fisico.

– Tu sabes lo que pasa.

Telamon sujeto la muneca de Alejandro y le midio la velocidad del pulso.

– Conoces todos los trucos; ?no es asi, Telamon?

– Te conozco, Alejandro. Tienes un ataque de panico provocado por el vino, las pesadillas y las amenazas.

– Alejandro nunca tiene ataques de panico -declaro Hefestion.

– Alejandro los ha tenido, los tiene y los tendra -replico Telamon sonriendo al amigo del rey-. Tiene todos los musculos tensos y su respiracion es rapida y superficial. Esta asustado. El vino le hace vacilar. Su mente esta preocupada; esto genera una profunda ansiedad y su cuerpo responde en consecuencia. Es como echar sal en una herida. Tengo buenas noticias para ti, Alejandro -anadio Telamon rogando para que la mentira no fuera descubierta-. Yo tambien tuve un sueno anoche. Estaba cruzando el Helesponto: al otro lado, habia un hombre vestido con una armadura. Cuando me acerque, el guerrero se quito el yelmo, con la gran crin de caballo, negra como la noche. Era tu padre. Me hacia gestos al tiempo que gritaba: «?Por que Alejandro no te sigue?».

Aristandro tuvo un subito ataque de tos; Telamon sostuvo la mirada de Alejandro.

– Le hable de los sacrificios. Filipo me respondio: «Di a mi hijo que busque en el campo un toro blanco de pura raza. Que lo entregue a unos guardias de confianza y que ellos lo vigilen hasta el momento del sacrificio. ?Dile que no haga caso de las advertencias ni de los susurros de la noche!».

El cambio que se produjo en Alejandro fue notable. Ya no tenia los ojos apagados ni el rostro palido. Se inclino hacia adelante para sujetar la mano de Telamon.

– ?Estas seguro? ?No me estas mintiendo?

– No fue mas que un sueno, mi senor, pero busca a este animal, haz el sacrificio y embarca a tu ejercito.

Alejandro se reclino en los cojines.

– Mientras tanto -anadio Telamon con un tono desabrido-, quiero que duermas. ?Aristandro? Un poco de vino.

El custodio de los secretos trajo una copa pequena. Entonces Telamon recordo la copa de la que habia bebido la joven muerta la noche anterior. Se prometio a si mismo que haria una nueva visita a la tienda de Antigona. Abrio el maletin, saco el frasco con el zumo de amapolas y anadio unas gotas al vino. Lo agito y despues acerco la copa a los labios del rey.

– Piensa en Persia -le susurro Telamon-. ?Piensa en la gloria! Libra tu mente de las imagenes oscuras. ?Bebe!

Alejandro obedecio; se bebio el vino de un solo trago. Telamon permanecio sentado en la cama sin soltarle la mano. El rey intento continuar con la conversacion, pero su cuerpo comenzo a tumbarse, se le cerraban los parpados, inclino la cabeza a un lado y se sumio en un sueno muy profundo.

– ?Que pasara cuando se despierte? -pregunto Hefestion, tan solicito como una madre.

Telamon observo el rostro moreno y barbado del amigo de Alejandro. «Un soldado sencillo -reflexiono- totalmente firme en su lealtad y afecto.» El amigo intimo de Alejandro, su ayo, el guia que estaria de acuerdo con cualquier cosa que dijera el rey. En muchos aspectos, Hefestion se parecia mucho al padre de Alejandro, Filipo.

– Cuando se despierte -respondio Telamon, con un tono paciente-, se sentira mucho mejor. Un poco somnoliento, pero los dolores y la ansiedad habran desaparecido. Es probable que duerma muchas horas. Dale de comer alimentos nutritivos: nada de fruta, sino pan y tasajo. ?Nada de vino, solo agua fresca!

Abrocho las correas del maletin y se marcho. Aristandro le siguio a la antecamara.

– Alejandro te cree. ?Lo sabias? Cuando se despierte, afirmara: «Telamon me dijo la verdad porque no suena: el no cree en los dioses».

– Entonces, tenemos algo en comun, ?no es asi? -replico el fisico.

Por primera vez desde que se habian encontrado, Aristandro se rio.

– Anoche el rey tambien me dio un mensaje para ti, fisico. Necesitas un ayudante. Menciono las jaulas de los esclavos donde tenemos a los cautivos de Tebas. No queda gran cosa, pero puedes quedarte con el que quieras - advirtio Aristandro sacando de debajo de la capa un pequeno sello, un trozo de cera con la inconfundible marca del rey-. Ensena esto a cualquiera que te ponga trabas.

Telamon cogio el sello y lo miro.

– Guardalo con mucho cuidado -le advirtio Aristandro.

– ?Los mensajes? -pregunto Telamon mientras guardaba el sello-. ?Las citas de la Iliada?

El custodio de los secretos del rey hizo una mueca.

– El pergamino se puede comprar en el campamento; la tinta es comun; las letras estan escritas cuidadosamente con toda intencion… Podria ser cualquiera. El centinela no sabe quien lo trajo. Lo dejaron a sus pies, que es la manera habitual que tiene la gente de presentar sus peticiones al rey.

– Si, pero esta persona conoce tanto la Iliada como el alma de Alejandro.

– Tu tambien, Telamon. Te diste cuenta de que se trataba de un ataque de ansiedad, del subito panico.

– Son pocas las personas que lo saben -manifesto Telamon-. Yo estaba con el cuando tuvo su primer ataque en Mieza. Nearco, Alejandro y yo hicimos una apuesta: quien podia nadar mas rapido a traves del rio -revelo Telamon exhalando un suspiro-. Como chiquillos que eramos, nos desnudamos sin mas y nos zambullimos. El rio era mas profundo, y la corriente mas •fuerte de lo que creiamos. Nearco cruzo a la otra orilla, y yo tambien. Alejandro dio media vuelta. Fue la unica vez que le he visto rehusar un desafio. Nos hizo jurar que guardariamos el secreto. Nearco se mostro muy comprensivo; dijo que solo habia hecho lo que hubiese hecho cualquier rata de agua.

– Nearco no representa ninguna amenaza -afirmo Aristandro-. En cambio, hay otros que podrian ver la ansiedad como una muestra de debilidad.

– Yo la veo de la misma manera que Alejandro -replico Telamon-. Esta ansioso y confuso: no sabe si moverse a izquierda o derecha. Sin embargo, tan pronto como tome una decision, se dirigira recto como una flecha a la diana y nos llevara a todos nosotros con el. ?A la gloria o al infierno!

Hercules le esperaba en el exterior.

– ?Que pasa? ?Que pasa? -pregunto el enano tirando de la tunica de Telamon.

– El rey se encuentra bien y el rey esta durmiendo -contesto Telamon en voz lo bastante alta como para que le oyeran todos los que se encontraban a su alrededor.

Se abrio paso entre las filas de soldados. Cleito y Seleuco cuchicheaban entre si. Ptolomeo le guino un ojo maliciosamente.

– ?Adonde vas? -le pregunto Hercules.

– A ver a la sacerdotisa Antigona.

– Ah, ella es otra con uno de esos nombres que son dificiles de pronunciar al reves. Pariente de Alejandro, ?lo sabias? Conocio muy bien a Filipo. El dijo que confiaba en ella hasta la muerte. ?Por que vas a verla?

– Por un asesinato.

Telamon camino rapidamente por las angostas calles entre las tiendas y los pabellones. El soldado que montaba guardia delante de la tienda de Antigona los dejo pasar. La sacerdotisa estaba sentada en una silla observando un bordado. Selena y Aspasia, sentadas a sus pies, bordaban. Antigona dejo el trozo de tela y se levanto al ver a Telamon.

– ?Has visto al rey?

– Si, duerme tranquilo.

Antigona enarco una ceja.

– ?A que se debe tu visita? ?Vienes a comprobar nuestra salud? Tenemos mucho calor y nos incomodan las moscas.

– Te aceptaria una copa de vino.

La sacerdotisa miro a Hercules.

– Pareces atraer a todo tipo de criaturas -comento al fisico.

El enano le replico con un sonido grosero. Antigona le volvio la espalda.

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