– El corazon.
– ?Como tomas el pulso a un hombre?
– Apoyas los dedos suavemente en la garganta o en la muneca.
– Si doy a un paciente raiz de hinojo y perejil remojados en vino dulce, brebaje del que debe beber dos tazas con agua todos los dias, ?cual es su dolencia?
– Diria que el paciente tiene algun problema con la vejiga.
– ?Muy bien! -exclamo Telamon sonriendo-. ?Que pasa si hay mareos en la cabeza, pesadez en la frente, zumbidos en los oidos, lagrimas en los ojos, incapacidad para oler e inflamacion de las encias?
– Diria que el hombre ha pillado un enfriamiento y su nariz se llenara de flema. Se recomienda en estos casos un cocimiento de hisopo que se debe beber con el estomago vacio. Mostaza y agua caliente con miel para beber y hacer gargaras.
Telamon asintio una vez mas.
– ?Cual seria tu diagnostico si una mujer embarazada sufre una repentina y grave reduccion en los pechos o el vientre en el septimo u octavo mes?
La mujer parpadeo y desvio la mirada.
– Entonces diria que es una mujer muy afortunada, fisico; el feto esta muerto y no nacera en este lugar pleno de horrores.
– ?Has leido la obra de Hipocrates?
– Por supuesto. He aprendido todos sus remedios de hierbas y tambien las listas de sintomas.
Telamon asintio. En sus viajes por Grecia y Egipto habia conocido mujeres como esta. Los templos, como el de Atenea en Tebas, eran lugares de curacion y, de acuerdo con la costumbre, no podian rechazar a nadie. Aquellos que trabajaban alli a menudo estaban mucho mejor preparados que muchos de los que se proclamaban fisicos con unos conocimientos del cuerpo humano mas teoricos que practicos.
– ?Si acepto, me llevaras contigo? -pregunto la mujer con su aspera voz-. ?Sere libre?
– Seras libre.
– ?Escribiras un documento donde lo diga?
– Firmado y sellado.
En los ojos de la mujer aparecio una mirada suspicaz.
– Tienes todo el aspecto del tipico fisico -comento con un leve tono de burla-. Limpio, acicalado, preciso. Diria que tienes un rostro apagado, excepto los ojos. Un hombre que prefiere controlar sus pasiones, ?no es asi? Le han herido, pero quiere ocultarlo. Por eso has venido aqui, ?verdad? Buscas a un extrano, a alguien en quien puedas confiar, porque es algo que te resulta muy dificil.
Telamon aplaudio en son de burla.
– ?Que me impediria degollarte mientras duermes y darme a la fuga? -anadio la mujer.
– Podrias hacerlo -admitio Telamon-, aunque luego las Furias te perseguirian.
La pelirroja se echo a reir. Sacudio la cabeza.
– No creo en ellas.
– Te convertirias en una profuga: pobre, vulnerable y condenada a vagar por el desierto. Has hecho tus calculos y has decidido que estaras mejor conmigo que si te quedas aqui o vas a alguna otra parte. ?Me equivoco?
La mujer se lamio los labios.
– Me gustaria poder beber un poco de agua fresca y limpia -comunico senalando con el pulgar por encima del hombro-. Me dan pena esos pobres diablos. No puedo marcharme sin mas.
– Si que puedes. En los meses venideros, dejaras atras muchas cosas. -Telamon hizo una pausa-. No te puedo prometer nada, pero vere lo que puedo hacer. ?Vienes o no? ?El olor es realmente insoportable! -exclamo espantando a un tabano.
– Ensename el camino, amo -se mofo la mujer-. ?Debo caminar delante o detras de ti? ?O he de trotar a tu lado como un buen perro?
– Me llamo Telamon. Donde camines y como camines es cosa tuya.
El fisico se acerco a la puerta y levanto la tranca. Mientras salian, el soldado les dio la espalda y solto un escupitajo. Telamon sacudio la cabeza y continuo caminando.
– ?Que ocurre? -le pregunto la pelirroja-. Pareces intrigado.
– Nada -murmuro Telamon-. Te lo ensenare en un minuto.
Dejaron atras la jaula de los esclavos y entraron en el campamento. No habia caminado ni veinte pasos cuando comenzaron los silbidos y las cuchufletas.
– ?Eh, pelirroja! -grito un soldado que se levanto la tunica para dejar a la vista los genitales-. ?Te apetece una salchicha?
– No, gracias. ?Solo como las mas gordas!
La replica provoco la hilaridad general. Pasaron por delante de tiendas y puestos. Grupos de soldados formaban circulos donde jugaban a los dados o compartian un anfora de vino. Una contorsionista, una joven con un cuerpo esqueletico, bailaba una danza exotica acompanada por la musica de un tamboril y una flauta. Los hombres batian palmas al compas de la musica y, cuando Telamon y su companera pasaron, invitaron a la mujer a que se sumara a la fiesta. El fisico la cogio de la muneca y se sintio complacido cuando ella no aparto el brazo.
– ?Como te llamas?
– Casandra.
– Ese no es tu nombre verdadero, ?me equivoco?
– Casandra era una profetisa de las desgracias -replico ella-. Ese es mi nombre ahora y siempre lo sera. Es el unico… -advirtio acercando su rostro al de Telamon-es el unico al que respondere.
Telamon hizo una mueca al oler el hedor de la mujer y ella se aparto.
– He intentado mantenerme limpia, pero esta tunica es la unica que tengo. No me he banado en meses. Cuando nos sacaron de Tebas, nos permitieron vadear un rio. ?Mi ultimo bano!
– ?Que sabes hacer aparte de la medicina? -pregunto Telamon.
– Se cantar y bailar.
– ?Solo responde a la pregunta!
Casandra sonrio, con una mirada rebosante de picardia.
– Se medicina, preparar hierbas y unguentos. Se cauterizar una herida. He cosido carne.
– ?Y venas?
– Solo en dos ocasiones, pero fracase. El hombre se desangro hasta morir. Un carro le habia aplastado una pierna y uno de los fisicos se la amputo.
– El mismo problema de siempre -afirmo Telamon, que se daba cuenta de que los soldados comenzaban a rodearlos, atraidos por Casandra.
– ?Una pieza de plata, senor! -grito uno de ellos-. ?Le dare una pieza de plata si me la presta hasta la manana!
Telamon levanto el sello real. Los soldados se apartaron con un murmullo de protesta. Casandra se quedo boquiabierta.
– ?Eres un fisico real? ?Uno de la compania del Diablo Cornudo?
Telamon apoyo un dedo en los labios de la pelirroja. Habia escuchado en otras ocasiones el mote que habian puesto a Alejandro, quiza por la manera que se peinaba los cabellos hacia adelante o por el yelmo que llevaba, que tenia la forma de una cabeza de carnero.
– Tendrias que tener mas cuidado con lo que dices, Casandra. ?Manten los ojos abiertos y la boca cerrada!
La joven se aparto.
– Es un buen consejo para una muchacha. Dime una cosa. ?Por que parecias tan intrigado en la jaula de los esclavos? Sacudias la cabeza cuando nos marchamos.
– Todos los soldados que pasamos -replico Telamon mientras caminaba-, te han silbado, gritado, hecho gestos obscenos o han pretendido pasar la noche conmigo. El centinela de la jaula solo desvio la mirada.
– Quiza le gusten los chicos bonitos -murmuro Casandra-. A muchos soldados les gustan. Un bonito par de nalgas y creen que estan en el Eliseo. Tu no eres asi, ?verdad, Telamon?