Alejandro habia sido aclamado con grandes voces de alabanza y el estrepito de las armas. El soberano habia montado en su corcel negro. Se habia dirigido a las tropas con breves y apasionadas frases que habian sido retransmitidas por los heraldos que llevaban los bastones blancos distintivos de su cargo.
– ?Los dioses han dado su aprobacion! -grito, y sus palabras volaron en las alas del viento-. ?La gloria del Olimpo nos rodea! ?El camino a Asia esta abierto! ?Cabalgaremos como reyes a traves de Persepolis!
Sus palabras fueron respondidas con el feroz grito de guerra macedonio, «?Enyalios! ?Enyalios! ?Enyalios!», y el batir de las espadas en los escudos.
En su regreso al pabellon real, Alejandro se habia mostrado euforico y su jubilo se habia contagiado a todo el campamento. Los escribas del ejercito, al mando de Eumenes, ya estaban ocupados con las listas de revistas y controlaban cuidadosamente todas las nuevas llegadas. Los alguaciles recibieron ordenes de expulsar a los vagabundos, los pordioseros, las prostitutas y los malhechores del campamento. Los hombres volvieron a sus unidades. Se reforzaba la vigilancia en todo el perimetro del campamento. Ya se habian dado las tan esperadas ordenes: el ejercito se embarcaria dentro de dos dias; la flota estaba preparada. En menos de una semana, desembarcarian en Asia.
Telamon echo una ojeada a su alrededor. Alejandro habia anunciado que esta seria la ultima noche de celebraciones. El rey se levanto tambaleante, con la copa cogida con las dos manos. Miro a sus companeros: Ptolomeo, Hefestion, Seleuco, Amintas, Cleito y el ultimo en llegar, el general favorito de su padres, el canoso Parmenio, con el rostro marcado por las cicatrices. El habia establecido la cabeza de puente en Asia y era el responsable de la flota que transportaria al ejercito a traves del Helesponto.
– ?Habeis comido y bebido bien! -grito Alejandro-. ?Mis cocineros os han llenado las barrigas con los mejores platos!
Los gritos de aprobacion saludaron sus palabras. Las cocinas reales habian trabajado al maximo y no habian escatimado en sus delicias: platija cocida en vinagre, aceite de oliva y alcaparras; mariscos; jabali sazonado con hierbas; frutas, nueces y pasteles banados en miel. El vino habia corrido como el agua y nadie habia escapado de sus efectos: ojos brillantes en rostros enrojecidos miraban al rey.
– ?He llenado vuestras barrigas! -repitio Alejandro-. ?Ahora os prometo que llenare vuestros corazones con la mayor de las glorias y vuestros tesoros con el oro persa!
Una vez mas, las aclamaciones fueron estruendosas. Telamon miro a su izquierda. Antigona miraba a Alejandro, con los ojos encendidos, los labios humedos, la boca entreabierta. Ella tambien habia bebido sin medida y brindado muchas veces con el rey, muy honrada por el respeto que le habia demostrado Alejandro. Era algo muy poco frecuente que una mujer asistiera a estas fiestas.
– ?Lucharemos y venceremos! -grito Ptolomeo.
– ?Donde esta Aristandro? -pregunto la sacerdotisa.
Telamon sacudio la cabeza. El custodio de los secretos del rey habia regresado al campamento, furioso. Habia hecho una magnifica actuacion en el sacrificio. Despues se habia retirado a su tienda para rabiar en paz y preocuparse por la desaparicion de su enano.
– ?Quien ha dicho eso? ?Quien falta? -exclamo Alejandro levantando una mano para acallar los gritos de Ptolomeo y mirando a su alrededor tambaleandose, aunque Telamon se pregunto si de verdad estaba tan borracho o sencillamente fingia-. ?El custodio de los secretos del rey continua enfadado conmigo? -farfullo-. ?Todo porque estuvo a punto de sentir el frio del hierro? Ve a buscarle, Telamon -ordeno dejando la copa de vino y dando una palmada.
Uno de los guardaespaldas salio de entre las sombras detras del sofa. Alejandro cogio la espada y el escudo y golpeo la hoja contra el borde. Comenzo a bailar y los demas se unieron a esa danza guerrera despues de coger las espadas y los escudos que les trajeron los guardias. Se subieron a los divanes y luego formaron un circulo en el centro de la tienda marcando el ritmo con los golpes de las espadas en los escudos. Entraban y salian del circulo gritando el grito de batalla macedonio.
– Es como Filipo -susurro Antigona-. Hierro y sangre, la perspectiva de la victoria -manifesto senalando discretamente a los bailarines que interpretaban su propia musica.
Telamon, contento de tener una excusa para marcharse, saludo a Antigona con un gesto, se escabullo por uno de los laterales y salio al fresco aire nocturno. Espero un par de minutos para permitir que la brisa le refrescara el rostro y el cuello. A lo lejos sonaban las campanas de los centinelas que se pasaban los unos a los otros: un sistema creado por Alejandro para asegurar que el perimetro estaba sellado y que ningun guardia se quedara dormido.
El fisico se dirigio a la tienda de Aristandro. Ante la entrada, montaban guardia los miembros del coro, que recibieron a Telamon como a un hermano perdido, aunque no parecieron muy dispuestos a dejarle pasar.
– ?Es una orden del rey! -les advirtio Telamon.
– ?Ya esta bien, dejad pasar al muchacho! -ordeno Aristandro desde el interior.
Levantaron la tela de entrada de la tienda. Telamon entro y se detuvo sorprendido. Aristandro estaba solo, reclinado en un divan rodeado de pequenas lamparas de aceite. Era casi imposible reconocer al nigromante: llevaba el rostro cubierto con una gruesa capa de maquillaje, se habia pintado los labios y las unas de un color rojo violento y se habia dibujado anillos de kohl negro alrededor de los ojos. Vestia una tunica de mujer negra y dorada con un manto blanco sobre los hombros. Comodamente instalado en los cojines, sostenia con mucha elegancia una copa con el pie de plata, mientras que la otra revoloteaba sobre un plato de ciruelas maduras.
– ?Pasa, muchacho! -susurro Aristandro.
Telamon se sento en el taburete que le ofrecia. De no haber estado tan sorprendido, se hubiera echado a reir, pero la mirada de amenaza en los crueles ojos de Aristandro hizo que mantuviera el rostro impasible.
– Un hombre tiene que relajarse al final de la jornada -comento Aristandro con un mohin-. ?Que puede ser mejor que relajarse como una mujer? Pase tanto miedo, Telamon, ante aquellos hombres horribles con aquellas espadas tan siniestras… ?Por que Alejandro se nego a llevar mas guardaespaldas? ?Por que no me dejo llevar a mis preciosos chiquillos? ?El coro hubiese acabado con ellos en un periquete! ?Quieres una copa de vino? Podrias presenciar una de sus actuaciones. Son muy buenos interpretando
– Aristandro…
– ?No, llamame Narcisa!
– Aristandro -continuo Telamon sin hacer caso de la mirada de reproche que recibio-, el rey reclama tu presencia en la tienda. Sabe que estas enojado.
– Pues tendra que esperar. Todavia estoy alterado. Me preocupa mucho Hercules. Siempre esta aqui cuando anochece. No tengo a nadie que me sirva. ?Te gusto, Telamon? -pregunto inclinandose hacia delante.
– ?Por que el rey confia en ti?
Aristandro agito un dedo.
– Eso es lo que me gusta de ti, fisico, que siempre eres claro como el agua. ?Por las tetas de los caballos, Telamon es lo que ves! En respuesta a tu pregunta, chico, el rey confia en mi porque… -movio una mano con coqueteria-, porque confia en mi. Se muchos secretos. Descubro a sus enemigos. Los destruyo.
– No se puede decir que estes haciendo un buen trabajo con Naihpat.
– No, lo reconozco. Es como pretender atrapar la bruma.
– ?Cuanto tiempo hace que existe Naihpat?
– Unos cuatro anos, quiza cinco.
– ?No tienes ninguna pista?
– Ninguna en absoluto.
– ?Por que es tan peligroso este espia? -quiso saber Telamon.
– Los persas conocen nuestros secretos -respondio Aristandro-. No tardaron en descubrir los planes de Filipo para Asia. A Parmenio le resulto dificil, casi imposible, establecer una cabeza de puente. No le fue muy bien contra Memnon, que le obligo a retroceder.
– ?Asi que tiene que ser alguien cercano a la corte macedonica?
– ?Eres un chico muy listo!
– ?Han ocurrido antes otros asesinatos?
A Aristandro le temblo el labio inferior.
– Algunas personas creen que si. Estan en lo cierto. Hay quienes creen que Filipo fue asesinado por orden de Naihpat y de Mitra, su amo.