santuario como este. Volvio a la antecamara. Antes de que se marchara, el portero abrio un pequeno cofre y saco un grueso rollo de pergamino:
– Escribe tu nombre, senor. Escribe aqui tu nombre, senor, y tendras el favor de Atenea.
Telamon conocia la costumbre. No queria ofender al viejo y le dio una moneda. El portero dejo el rollo en el suelo junto con un cuerno lleno de tinta y un estilo. El fisico desenrollo el pergamino y escribio la fecha y su nombre. Dominado por la curiosidad desplego todo el rollo. No habian sido muchos los visitantes durante los meses anteriores, pero un nombre no le paso desapercibido: «Cleon». Tambien vio el nombre de Filipo, el padre de Alejandro, y otro nombre, escrito por una mano torpe.
– ?Que pasa, senor?
– Nada, nada -respondio Telamon levantandose.
El portero se encargo de guardar el rollo y el fisico abandono el templo. Comenzaba a ponerse el sol y la brisa soplaba un poco mas fresca. Rodeo el edificio. La casa de la sacerdotisa se levantaba al otro lado de un muro que cerraba el jardin; desde donde estaba, se veia el tejado rojo. Llego a la puerta y la abrio. Daba a un bonito jardin con una fuente con la estatua de una ninfa en el centro. Antigona estaba sentada en un banco de espaldas a el. Se disponia a llamarla cuando vio que se le sacudian los hombros y comprendio que la mujer lloraba a lagrima viva. No queria molestarla, asi que cerro la puerta y se marcho por donde habia venido.
Telamon cruzo la ciudad sin prisas, salio por la puerta en ruinas y bajo la colina cubierta de hierba. El pequeno ejercito de Alejandro estaba acampado en la llanura, donde los soldados habian procurado instalarse lo mas comodos posible. Algunos habian instalado tiendas, mientras que otros, menos afortunados, habian cortado ramas de los arboles mas cercanos para construirse una especie de choza muy rudimentaria. El general Socrates habia establecido una vigilancia muy estricta.
A Telamon le dieron el alto en varias ocasiones, pero le reconocieron y le dejaron continuar. Un tesalio que recordaba haberle visto en compania de Casandra lo acompano hasta el recinto real y encontro su tienda. La muchacha estaba sentada a la entrada, muy entretenida en su charla con el centinela. Levanto la cabeza al verle llegar.
– Creia que te habias vuelto. ?Pasa!
Levanto la tela de entrada de la tienda. En el interior todo estaba muy limpio y ordenado. Casandra habia convertido un cofre en una mesa. Habia pan, queso, carne, dos jarras, una llena de agua y la otra de vino, y un pequeno bol de frutas.
– Te estaba esperando.
Coloco una lampara en el centro de la mesa. Telamon se lavo la cara y las manos.
– Tenemos que comer juntos -comento Casandra-. El fisico y su ayudante.
Se habia lavado e incluso maquillado un poco el rostro. Llevaba la abundante cabellera roja recogida en un mono sujeto con un pasador de bronce.
– ?Donde has conseguido toda esta comida?
– Tu me diste dinero. Una parte la compre y el resto la robe, como han hecho todos los demas en el campamento. ?Donde esta nuestro gran heroe conquistador? ?Todavia se pasea por Troya con aquel ridiculo yelmo en la mano?
Telamon sonrio mientras cogia un trozo de queso. Era muy fresco y sabroso.
– Tendrias que tener un poco mas de cuidado con la lengua.
– Y tu tendrias que cuidar un poco mas tu cabeza. Alejandro de Macedonia es voluble, y encima astuto. Te dijo que lo dejaras, ?no? Me refiero a los asesinatos. Un centinela lo escucho.
Casandra lleno una copa hasta la mitad con vino, la acabo de llenar con agua y se la dio. Telamon bebio un trago.
– No hay ni una pizca de logica en todo este asunto. Aqui tenemos a Alejandro de Macedonia preparandose para invadir Asia. Ha leido todo y mas sobre Troya. Sin embargo, necesito contratar guias.
– A mi ya me parecio extrano -senalo Casandra-. ?A ti no?
– No hasta hoy. Fue cuando embarrancaron el trirreme -preciso levantando una mano cuando vio que Casandra abria la boca-. ?Te fijaste como Alejandro se lanzo a caballo tierra adentro sin esperar a los guias? Ademas, cuando llegamos a aquel lugar en ruinas… -el fisico se interrumpio al escuchar un toque de corneta-. ?Demos gracias a los dioses! -exclamo-. ?El rey ha vuelto! La cuestion es que Alejandro llega a Troya y se pasea por las calles como si hubiese nacido aqui.
– Es lo que intentaba decirte. No he dejado de preguntarme sobre esos guias. Cuando presenciamos las maniobras militares, tu me senalaste a los exploradores, la caballeria ligera. Ahora mismo vi a unos cuantos que volvian de recorrer la zona; los guias no les acompanaron. Ah, otra cosa, y muy importante. Me acerque al pabellon real.
– ?Oh no! -gimio Telamon.
– Veras, me ofreci a ayudarlos a levantar el pabellon, a cargar baules y cofres. Me encontre con el secretario del ejercito… ?Como se llama?
– Eumenes.
– Estaba acomodando unos rollos. Tuve la oportunidad de echar una rapida ojeada a uno de ellos.
Telamon hizo girar la copa entre las palmas de las manos.
– Se trataba de un mapa. Vi la ciudad de Efeso, y otro lugar, Mileto. Toda la costa occidental de Asia con las islas. El mapa era muy preciso. Eumenes lo guarda en un cofre. Fui muy astuta, ?no te parece?
Telamon no salia de su incredulidad. Le irritaba un poco el brillo en los ojos de Casandra.
– Pero, pero… -comenzo.
– Lo que estas intentando decir, mi erudito fisico, es que, si Alejandro tiene exploradores y mapas muy detallados, ?para que necesita a Critias y al resto de guias? ?Por que asesinaron a uno al borde del acantilado? ?Y al otro mientras orinaba? ?Quien los mato? ?Quien asesino a Critias? Se que su muerte te preocupa. Me pregunto… -Casandra cruzo los brazos con las manos apretadas a las costillas-. Aquel tipejo que desaparecio, Hercules, el enano de Aristandro, ?descubrio algo?
Telamon la miro con una expresion estupefacta.
– ?Por el condenado Hades! -exclamo.
– Es todo una mentira, ?no es asi, Telamon?
– Fui al templo. Vi el nombre de Cleon, el fisico…
– ?El traidor?
– Si. Mientras regresaba, comence a reflexionar -apunto tendiendo la copa para que Casandra se la llenara-.
Cleon era bajo y rechoncho. No era ningun gran jinete y, no obstante, consiguio abandonar el campamento de Alejandro sin que lo detuvieran. Me refiero a que, si Alejandro hubiese querido y si Aristandro vigilaba de cerca a los fisicos…
– No crees que Cleon escapara, ?verdad? ?Sospechas que esta muerto?
– Podria estarlo -murmuro Telamon-. Claro que bien podria ser que Alejandro este llevando a cabo un juego muy sutil. Cleon es sencillamente una pieza mas del juego, como lo somos todos.
CAPITULO XI
«Los otros generales persas apenas consideraron las opiniones de Memnon. Dieron por terminada la discusion sin mas.»
Quinto Curcio Rufo,
Pascilio, la fortaleza de Arsites, satrapa de Frigia, que se