enamoramientos. Cada manana comprueba la presion de los neumaticos, los frenos, todos los liquidos. Suele explicarmelo: el aceite del motor, el refrigerante, el liquido del limpiaparabrisas, el acido de la bateria, el liquido de la direccion asistida, el de la transmision automatica… Y ya esta, creo. Tambien verifica que las correas del ventilador esten tensas y no se cuantas cosas mas. Dice que los mecanicos de las estaciones de servicio, en las revisiones programadas, van demasiado apurados y resacosos para hacerlo como es debido. El camion tambien tiene nombre: Excellency. Excellency Home Furnishings. Creian que era la palabra para «excelente».

– Bueno -admite Jack-, casi. Que ingeniosos.

La ereccion vuelve mientras intenta pensar en Terry como madre y profesional, auxiliar de enfermeria y pintora abstracta, una persona inteligente y polifacetica a quien le gustaria conocer aunque no fuera del sexo contrario. Pero sus pensamientos se han despegado de la ropa interior de seda, lila y negra, y de la facilidad, el descuido casi, con que lo trata sexualmente: tanta experiencia, tantos novios acumulados desde que el padre de Ahmad fracaso en su intento de resolver el acertijo americano y se largo. Incluso entonces ella era una muchacha educada en el catolicismo a quien no le importaba irse a vivir con un amante de los turbantes, con un musulman. Era una chica alocada, le gustaba saltarse las normas. Terri-ble. Un sagrado Terr-or. Se interesa:

– ?Quien te ha hablado de los judios y la alianza?

– No se. Un tio que conoci.

– ?Lo conociste en que sentido?

– Lo conoci, Jack. Oye, ?no hicimos un pacto? Tu no preguntas y yo no tengo que explicarte nada. En los mejores anos que se supone que tiene una mujer, yo he estado abandonada y soltera. Y ya he cumplido los cuarenta. No receles porque tenga un pasado.

– No, no es que lo piense, esta claro. Pero, como deciamos, cuando te importa alguien, te vuelves posesivo.

– ?Es eso lo que estabamos diciendo? Yo no he oido eso. Lo unico que he oido es que pensabas en Beth. En la patetica de Beth.

– En la biblioteca no es tan patetica. Se sienta tras el mostrador de consultas y con Internet se desenvuelve mucho mejor que yo.

– Suena fantastico.

– No, pero es una persona.

– Genial. ?Y quien no? ?Estas diciendo que yo no?

El genio de los irlandeses te hace apreciar a los luteranos. Su polla percibe el cambio de humor de Teresa, y la ereccion vuelve a remitir.

– Todos lo somos -la calma-. Tu en especial. En cuanto a lo de la alianza, ahi va un judio que nunca se sintio incluido en ese grupo: mi padre odiaba la religion, y los unicos pactos de que tuve noticia se hacian en barrios en los que no dejaban entrar a los judios. ?Como esta Ahmad de religioso estos dias?

Ella se relaja un poco, se recuesta en su almohada. Jack mueve la mirada unos centimetros mas abajo, al sujetador negro. La piel pecosa de la zona del esternon parece un poco una tela de crespon, expuesta a los efectos daninos del sol ano tras ano, en contraste con la tira de blancura jabonosa que asoma por el costado del sujetador. Jack piensa: «Conque antes que yo ha habido otro judio». ?Y los demas? Egipcios, chinos, quien sabe. Muchos de los pintores que Terry conoce son tipos a los que dobla en edad. Les debe de parecer una madre con un buen polvo. Quiza sea ese el motivo por el que su hijo es marica, vaya, si es que lo es.

– No te sabria decir -responde-. Nunca me ha hablado mucho de ello. El pobre, que pinta mas fragil y asustada tenia cuando lo dejaba en la mezquita, y subia solo esas escaleras. Despues, si le preguntaba como le habia ido, decia «Muy bien», y luego ni pio. Incluso se sonrojaba. Era algo que no podia compartir. Ahora, con el trabajo, me dijo que no siempre puede llegar a tiempo a la mezquita los viernes, y ese tal Charlie que va con el no parece que sea muy practicante. Pero mira, la verdad es que el chico parece mas tranquilo, en general. Por ejemplo, en como me habla: tiene mas el aire de un hombre, me mira a los ojos. Esta satisfecho consigo mismo, por ganar dinero, y no se, puede que sean imaginaciones mias, pero quizas esta tambien mas abierto a ideas nuevas, no tan encerrado en ese sistema de creencias, en opinion mia, tan limitado e intolerante. Se esta renovando.

– ?Tiene novia? -inquiere Jack Levy, agradecido a Terry por haberse decidido a pasar a otro tema que no sean los defectos que ve en el.

– No que yo sepa -dice. A Jack le encanta esa boca irlandesa, sobre todo cuando se pone meditabunda y se olvida de cerrar los labios, el superior un poco tieso, con su pequeno pliegue de carne en medio-. Creo que lo sabria. Llega a casa cansado, deja que le ponga la comida, lee el Coran o, ultimamente, el periodico, sobre esta guerra idiota contra el terrorismo, para luego poder hablar con ese tal Charlie, y despues se va a la cama. En sus sabanas -se arrepiente de sacar el tema, pero sigue adelante- no hay manchas. -Y anade-: No siempre fue asi.

– ?Como vas a saber si sale con alguna chica? -Jack la presiona.

– Oh, pues me lo contaria, aunque solo fuera para fastidiarme. Nunca ha soportado que yo tuviera amigos varones. Y querria salir por la noche, cosa que no hace.

– No me cuadra. Es un muchacho apuesto. ?No sera gay?

La pregunta no la desconcierta, ya lo habia pensado antes.

– Podria equivocarme, pero creo que en ese caso tambien lo sabria. Su profesor en la mezquita, ese sheij Rachid, da un poco de repelus, aunque Ahmad lo sabe. Lo venera pero no confia en el.

– ?Dices que conoces al tipo?

– De una o dos veces, cuando iba a recoger a Ahmad o a dejarlo. Conmigo era muy correcto y educado. Pero percibi odio. Para el, yo era un trozo de carne, de carne impura.

«Carne impura.» La ereccion de Jack ha vuelto. Se obliga a centrarse al menos un minuto mas antes de revelar este suceso posiblemente inoportuno. Es algo que habia olvidado, el que en el simple hecho de tenerla reside cierto placer: un mango firme, recio, pertinaz, lo que se ha dado en llamar, con ligero descaro y petulancia, el centro de tu ser, y que trae consigo la sensacion de que por momentos existes en algo mas.

– El trabajo -Jack reanuda la conversacion-, ?le ocupa muchas horas?

– Depende -dice Terry. Su cuerpo despide, quizas en respuesta a una emanacion de el, una hormigueante mezcla de esencias, la mas notable la de jabon en la nuca. El tema de su hijo esta dejando de interesarla-. Termina cuando ha repartido todos los muebles. Hay dias que es temprano, pero generalmente acaba tarde. A veces tienen que transportarlos hasta muy lejos, Camden o incluso Atlantic City.

– Es un buen trecho, para entregar un mueble.

– No son solo entregas, tambien hacen recogida. Mucho de lo que venden es de segunda mano. Hacen ofertas por mobiliarios heredados y luego se los llevan con el camion. Tienen una especie de red de trabajo; no se que importancia tiene el islam en todo ello. La mayoria de sus clientes en New Prospect son familias negras. Algunas de sus casas, me ha dicho Ahmad, son sorprendentemente bonitas. Le encanta ir por los diferentes barrios, ver los distintos estilos de vida.

– Ver mundo -suelta Jack en un suspiro-. Y primero ver New Jersey. Eso es lo que yo hice, solo que me salte la parte del mundo. Bueno, senorita -se aclara la garganta-, tu y yo tenemos un problema.

Los ojos saltones, de color verde berilo claro, de Teresa Mulloy se abren de par en par, levemente alarmados.

– ?Un problema?

Jack levanta la sabana y ensena lo que le ha ocurrido de cintura para abajo. Espera haber compartido bastante vida en general con ella para que ella comparta esto con el.

Terry se queda mirandole, y curvando la punta de la lengua se toca el carnoso centro de su labio superior.

– Eso no es ningun problema -dice convencida-. No problema, senor. *

Charlie Chebab a menudo acompana en el camion a Ahmad, incluso cuando este podria apanarselas solo para cargar y descargar. El muchacho se esta poniendo fuerte con tanto levantar y acarrear peso. Ha pedido que los cheques de la paga -unos quinientos dolares a la semana, cobrando por hora casi el doble de lo que ganaba en el Shop-a-Sec- vayan a nombre de Ahmad Ashmawy, pese a que todavia vive con su madre. Como en su tarjeta de la seguridad social y en el permiso de conducir aun figura el apellido Mulloy, Teresa ha ido con el al banco para explicarlo, a uno de los nuevos edificios de cristal del centro, y a rellenar formularios para una cuenta separada. Asi esta su madre estos dias, no le opone resistencia; sin embargo, tampoco es que antes le pusiera muchas

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