monumento a Jefferson. La gente culpa ahora a Jefferson por no deshacerse de sus esclavos y haber tenido un hijo con una de ellas, pero se olvidan del contexto economico de la epoca y del hecho de que Sally Hemmings era muy palida. «Es una ciudad despiadada», piensa el secretario; una marana de poderes escurridizos, un monton de enormes edificios blancos desperdigados como el banco de icebergs que hundio al
– Si esto de New Jersey termina estallando, me quedare sin plaza en los consejos de administracion de los ricachones. No habra conferencias bien pagadas. Ni adelantos de un millon de dolares por mis memorias. -Es el tipo de confesion que un hombre solo deberia hacer a su esposa.
Hermione se ha quedado estupefacta. El se ha acercado, pero defraudandola. Con un matiz aspero, intentando recordarle a este apuesto y desinteresado servidor de la cosa publica quien es, le dice:
– Senor secretario, ningun hombre puede servir a dos amos. Mammon es uno, y seria osado por mi parte nombrar al otro.
El secretario comprende, parpadea con sus ojos azules, sorprendentemente claros, y jura:
– Gracias a Dios que la tengo, Hermione. Esta claro. Olvidemonos de Mammon.
Se sienta a su exiguo escritorio y presiona con vehemencia los numeros del intercomunicador electrico, de tres en tres, un pitido a cada pulsacion, y se reclina en su silla ergonomica para ladrarle al manos libres.
Normalmente, Hermione no llama en domingo. Prefiere hacerlo entre semana, cuando sabe que Jack probablemente no estara. Nunca ha tenido mucho que decirle, lo cual solia molestar un poco a Beth; era como si Herm mantuviera vivos los ridiculos prejuicios antisemitas de sus padres, luteranos convencidos. Beth tambien ha deducido con el tiempo que, entre semana, su hermana mayor tiene la excusa del piloto rojo encendido de la otra linea cuando cree que Beth divaga demasiado. Pero hoy llama mientras suenan las campanas de la iglesia, y Beth se alegra de oir su voz. Quiere compartir con ella las buenas noticias:
– ?Herm, he empezado un regimen y en solo cinco dias he perdido casi seis kilos!
– Los primeros kilos son los mas faciles -replica Hermione, siempre menospreciando lo que hace o dice Beth-. De momento unicamente estas perdiendo agua, que acabara volviendo. La prueba de fuego llega cuando notas los cambios de verdad y decides darte un atracon para celebrarlo. Por cierto, ?es la dieta Atkins? Dicen que es peligrosa. Estuvo a punto de ir a juicio, lo demandaron miles de personas; por eso su repentina muerte parecio tan sospechosa.
– Tan solo es el regimen de zanahorias y apio -cuenta Beth-. Siempre que tengo ganas de picotear, cojo una de esas zanahorias mini que venden ahora en todas partes. ?Te acuerdas de como llegaban las zanahorias a Filadelfia, en los camiones de las granjas de Delaware, en un manojo y todavia sucias de tierra? Oh, como me molestaba toparme con un grano de tierra mientras masticaba… ?resonaba en tu cabeza! Pero de eso no hay peligro con estas chiquititas; las deben de traer de California y las pelan para que todas tengan el mismo tamano. El unico problema es que si estan mucho tiempo en la bolsa se ponen pringosas. Y lo malo del apio es que despues de un par de tallos se te forma una bola de hilitos en la boca. Pero no pienso dejarlo. Es mas facil picar galletas, pero con cada mordisco te entran un monton de calorias, ?fijate! Ciento treinta a cada bocado, me quede pasmada cuando lo vi en el paquete. Como ponen la letra tan pequena… ?Es diabolico!
Es raro que Hermione aun no la haya cortado; Beth sabe que es aburrido escucharla hablar de como pasa sin comer, pero es lo unico en lo que puede pensar; y contarselo a alguien la ayuda, no siente la necesidad de recaer, pese a los arrebatos pasajeros y los dolores de estomago. Su barriga no entiende que le esta haciendo, por que la castiga, sin saber que durante anos ha sido su peor enemiga, repantigada bajo el corazon y pidiendo comida a gritos.
– ?Y que dice Jack de todo esto? -inquiere Hermione. Su voz suena llana y seria, un poco vacilante y solemne, como si sopesara cada palabra. Esta perspectiva de tener una hermana nueva, delgada y presentable es algo sobre lo que podrian hablar entre risitas, como cuando compartian cuarto en Pleasant House, cuando compartian la pura alegria de estar vivas. En cuanto Hermione se volvio mas formal y estudiosa, dejo de saber reirse; se le hacia mas dificil alegrarse. Beth se pregunta si sera esa la razon por la que nunca ha encontrado marido: Herm no era capaz de hacer olvidar sus problemas a los hombres. Le faltaba
Beth baja la voz. Jack esta en la habitacion leyendo y puede que se haya quedado dormido. El curso ha empezado en el Central High, y el se ha prestado a impartir clases de civismo, dice que necesita tener mas contacto con estos chicos a los que se supone que hace de tutor. Se queja de que se estan alejando de el. Afirma que es demasiado viejo, pero la que habla ahi es su depresion.
– Pues no mucho -le contesta a Hermione-. Creo que le asusta darme mala suerte. Pero seguro que esta contento; lo hago por el.
Herm pregunta, echando de nuevo a su hermana por tierra: -?Desde cuando es buena idea hacer algo porque crees que tu marido lo quiere? Solo lo pregunto… porque nunca he estado casada.
Pobre Herm, siempre dandole vueltas a lo mismo.
– Bueno, tu ya… -Beth se muerde la lengua; estaba a punto de decir que Hermione estaba practicamente casada con ese
– ?Y que le parece a Jack que le hayas cambiado la dieta?
– Bueno, he procurado respetar la suya, le sigo dando carne y patatas. Pero dice que un dia de estos tambien tomara ensaladas sencillas conmigo. Cuanto mas viejo se hace, suelta a menudo, mas desagradable le resulta comer.
– Eso es el judio que lleva dentro -la interrumpe Hermione.
– No, no creo -apunta Beth, un tanto altiva.
Entonces Hermione se queda tan callada que Beth piensa que la linea se ha cortado. Los terroristas se dedican a volar oleoductos y plantas electricas en Irak, ya nada esta completamente a salvo.
– ?Que tiempo os hace por ahi?
– En cuanto sales del edificio, aun te achicharras. En la capital, en septiembre todavia hace bochorno. En los arboles no ves tanto color como el que teniamos en el Arboretum. Aqui, la estacion buena es la primavera, con los cerezos en flor.
– Hoy -dice Beth, mientras su estomago hambriento le da una punzada que la obliga a agarrarse al respaldo de la silla- he notado el otono en el ambiente. El cielo esta absolutamente despejado, como -«como el dia del 11-S», habia empezado a decir, pero para (mencionarselo a la subsecretaria de Seguridad Nacional no seria de mucho tacto) hablarle del fabuloso cielo azul que se ha convertido en mito, en una ironia divina, en una parte de la leyenda estadounidense equiparable al resplandor rojo y deslumbrante de los cohetes.
Las dos deben de estar pensando lo mismo, porque Hermione pregunta:
– ?Te acuerdas de que me hablaste de un joven arabe americano en el que Jack habia puesto mucho interes? Uno que en lugar de seguir el consejo de Jack de ir a la universidad se habia sacado el permiso de conducir camiones porque el iman de su mezquita se lo habia ordenado?
– Vagamente. Hace tiempo que Jack no lo menciona.
– ?Esta Jack ahi? ?Puede ponerse?
– ?Jack? -Nunca habia querido hablar con el.
– Si, tu marido. Por favor, Betty. Podria ser importante.
Y dale con Betty.
– Como te he dicho, quizas este echando una siestecita. Antes hemos ido a pasear, asi hago ejercicio. La actividad fisica tiene tanto valor como seguir la dieta. Remodela el cuerpo.
– ?Podrias ir a mirar?
– ?Si esta despierto? A lo mejor le puedo dar luego el recado. Si es que esta durmiendo.
– No, no. Prefiero hablar con el personalmente. Tu y yo podemos charlar esta semana, cuando estes viendo tus culebrones.