antes del alba. Aqui y alla, la luz tenue de una lamparilla de poco voltaje da algo de calor a la ventana de la habitacion de un nino o a un rellano. En la penumbra, bajo una cupula lisa y oscura, mitigada por la corrupcion que en forma de luz difusa emana la ciudad, se alejan hasta el infinito los angulos en escorzo de los tejados, los laterales y los revestimientos de las casas.

«La vivienda», piensa Jack Levy. Las casas se han comprimido en viviendas, cada vez mas apretujadas por la subida de precio del suelo y la continuada parcelacion. Donde en su memoria habia patios traseros y laterales con arboles en flor y huertos, tendederos y columpios, ahora unos arbustos raquiticos luchan en busca de dioxido de carbono y suelo humedo entre caminos de cemento y aparcamientos de asfalto arrebatados a lo que fueron esplendidos parterres de cesped. Las necesidades del automovil han tenido la ultima palabra. Las robinias plantadas en la acera, los ailantos silvestres que rapidamente arraigaron a lo largo de las cercas y las paredes de las casas, los pocos castanos de Indias que han sobrevivido a la era en que el hielo y el carbon se repartian en carro; todos estos arboles, cuyos nuevos brotes y capullos relucen como una piel plateada a la luz de las farolas, corren peligro de ser arrancados en la proxima embestida de la ampliacion de calles. Las lineas sencillas de las casas adosadas de los anos treinta y de las de estilo colonial de los cincuenta ya estan sepultadas por buhardillas de nueva construccion, solariums superpuestos, destartaladas escaleras exteriores que dan acceso legal a estudios desgajados de lo que antes se consideraban cuartos de invitados. La vivienda asequible disminuye en tamano como un papel doblado sucesivamente. Divorciados a los que han echado de casa; tecnicos que no se han puesto al dia en industrias que subcontratan a otras sus servicios; laboriosos trabajadores de color que tratan de aferrarse al siguiente peldano en la escala social escapando de los degradados barrios centricos; todos se instalan en el vecindario y ya no pueden permitirse una mudanza mas. Los matrimonios jovenes se espabilan y remozan casas adosadas en estado ruinoso, dejando su impronta al pintar de colores extravagantes los porches, los adornos de los tejados y los marcos de las ventanas -purpura de Pascua, verde acido-; los vecinos mas viejos se toman las nuevas manchas de color en la manzana como un insulto, una llamarada de desprecio, una broma de mal gusto. Las pequenas tiendas del barrio han ido desapareciendo una tras otra, dejando via libre a franquicias cuyos logos y decoraciones estandarizados son alegremente chillones, como las pantagruelicas imagenes a todo color de la comida rapida con que ceban a sus clientes. Para Jack Levy, Estados Unidos esta pavimentado de alquitran y grasas, una masa viscosa que se extiende de costa a costa a la que estamos todos pegados. Ni siquiera la libertad con que nos llenamos la boca da para enorgullecerse demasiado, ahora que los comunistas han quedado fuera de combate; precisamente les da mas libertad de movimiento a los terroristas, que pueden alquilar aviones y camionetas y crear paginas web. Fanaticos religiosos y obsesos de la informatica: una combinacion rara a ojos de Levy, quien aun piensa en terminos de separacion radical entre la razon y la fe. Aquellos bestias que estrellaron los aviones contra el World Trade Center tenian buena formacion tecnica. El cabecilla habia estudiado urbanismo en Alemania; deberia haber redisenado New Prospect.

Alguien mas positivo y activo que el, cree Jack, estaria aprovechando estas horas, antes de que su esposa despierte, el Perspective aterrice en el porche y el cielo que se extiende por encima de los tejados, ahora estrellado, se diluya rapidamente hasta tornarse de un gris sucio. Podria ir a la planta baja a buscar uno de los libros cuyas primeras treinta paginas ha leido, o a hacer cafe, o a mirar como los presentadores del noticiario matinal bromean entre farfullos y carraspeos. Pero prefiere quedarse arriba y dejar que se le empape la cabeza vacia, demasiado cansada para sonar, de las vistas terrenales del vecindario.

Un gato rayado -?o es un mapache pequeno?- cruza saltando la calle vacia y desaparece bajo un coche aparcado. Jack no puede distinguir de que marca es. Los coches de ahora se parecen todos; no ocurria asi con las grandes aletas y las sonrientes rejillas cromadas de cuando era nino, incluso habia portillas de ventilacion simuladas en el Buick Riviera, y estaban los Studebaker con morro en forma de bala y los magnificos y largos Cadillacs de los cincuenta: esos si que eran aerodinamicos. En nombre de la aerodinamica y el ahorro de combustible, los coches de ahora son todos un tanto achaparrados y de colores neutros para disimular la suciedad de la carretera, desde los Mercedes hasta los Honda. Convierten los grandes aparcamientos en una pesadilla, porque uno nunca podria encontrar su coche de no ser por el llavero que enciende los faros a distancia o, como ultimo recurso, hace sonar el claxon.

Un cuervo que lleva en el pico algo palido y largo levanta perezosamente el vuelo despues de haber hecho un agujero en una bolsa de basura verde que alguien saco la noche anterior para la recogida de hoy. Un hombre trajeado sale corriendo del porche de la casa de al lado y se mete en un coche, un utilitario todoterreno, chaparro, de los que se tragan la gasolina, y se va con estruendo, sin importarle despertar a los vecinos. Un vuelo temprano que despega de Newark, supone Jack. Ahi esta, de pie, mirando a traves de los cristales frios y pensando: «la vida». Esto es la vida, habitar una vivienda, tragar lubricante, afeitarse por la manana, ducharse para no molestar a los demas en la mesa de reuniones con tus feromonas. Jack Levy tardo una eternidad en darse cuenta de que la gente apesta. Cuando era joven, nunca olio nada en sus propias narices, nunca percibio el olor rancio que ahora desprende aunque se limite a pasar el dia sosegadamente, sin siquiera sudar.

Bueno, sigue con vida, y eso que ha visto mucho. Considera que es algo bueno, pero cuesta esfuerzo. ?Quien era el griego ese del libro de Camus que les entusiasmaba a todos en el City College de Nueva York? O quiza fuera en Rutgers, entre los estudiantes del master. Sisifo. Arriba con la roca. Y abajo que rodaba. Ahi esta, ha dejado de mirar, se limita a utilizar la conciencia para resistirse a la certeza de que todo esto lo ha de abandonar algun dia. La pantalla de su cabeza se quedara en blanco y aun asi todo seguira su curso sin el, habra mas amaneceres, coches que arrancan y animales salvajes que se alimentan en terrenos envenenados por el Hombre. Carmela ha subido con sigilo la escalera y se restriega contra sus tobillos desnudos, ronronea ruidosamente pensando que pronto le daran de comer. Tambien esto es la vida, vida tocando vida.

Jack siente que los ojos le pesan, como si estuvieran llenos de arena. Piensa que no deberia haberse levantado de la cama; a la amplia y calida vera de su mujer podria haber dormido una hora mas. Ahora tiene que arrastrar su fatiga por un largo dia repleto de citas, con gente atosigandole a cada minuto. Oye crujir la cama: Beth se mueve y libra al colchon de su peso. La puerta del bano se abre y se cierra, el pestillo hace un ruido seco y, al instante, para su exasperacion, se suelta. Tiempo atras lo habria intentado arreglar, pero desde que Mark vive en Nuevo Mexico y solo vuelve una vez al ano, no hay por que preocuparse tanto de la intimidad. Las abluciones de Beth hacen que el agua murmure y tiemble por las canerias de toda la casa.

Una voz de hombre, acelerada y con musica de fondo, suena en la mesita de noche; lo primero que hace su esposa al despertar, antes de levantarse, es encender el maldito cacharro. Sigue empenada en mantenerse al tanto, a traves de la electronica, de un entorno en el que estan fisicamente cada vez mas aislados, porque no son mas que una pareja mayor cuyo unico hijo ha abandonado el nido, y con ocupaciones cotidianas, ademas, en las que estan asediados por unos jovenes desatentos. En la biblioteca, Beth se ha visto obligada a aprender nociones basicas de ofimatica: como buscar informacion, imprimirla y facilitarsela a los chavales demasiado tontos o vagos como para andar con libros, en el caso de que aun los hubiera sobre el tema que les interesa. Jack ha procurado hacer caso omiso de esta revolucion, con terquedad sigue garabateando unas notas en sus sesiones de tutoria, como ha hecho durante anos, y no «pica» despues las conclusiones en la base de datos informatizada sobre los dos mil alumnos del Central High. Por este incumplimiento, o negativa, recibe periodicamente las reprimendas de los otros tutores, un equipo de consejeros que se ha triplicado en treinta anos; sobre todo las de Connie Kim, una diminuta coreana americana especializada en chicas de color conflictivas y con historial de absentismo, y de Wesley Ray James, un negro tan formal y solvente como ella cuyas no tan lejanas habilidades atleticas -sigue delgado como un lebrel- le facilitan el acceso a los muchachos. Jack siempre promete dedicar una o dos horas a la actualizacion de datos, pero las semanas pasan y nunca encuentra el momento. Su sentido de la confidencialidad le hace resistirse a introducir los datos esenciales de una sesion privada en la red electronica que cubre el instituto entero, accesible a todo el mundo.

Beth esta mas en contacto con las cosas, tiene mejor disposicion para adaptarse y cambiar. Accedio a casarse en el ayuntamiento pese a reconocerle a Jack, ruborizada, que a sus padres se les partiria el corazon si la boda no se celebraba en su iglesia. En ningun momento hablo de que pasaria con su propio corazon, y Jack respondio: «Hagamoslo facil, sin complicaciones». A el la religion no le decia nada, y en cuanto se fundieron en una entidad familiar tambien para ella dejo paulatinamente de significar mucho. Ahora el se pregunta si la ha privado de algo, aunque sea un algo grotesco, y si su parloteo sin fin y su tendencia a comer en exceso no serian una compensacion. No debia de ser facil estar casada con un judio obstinado.

Al salir del bano con el cuerpo envuelto en varios metros cuadrados de toalla, lo encuentra de pie, en silencio e inmovil, frente a la ventana del vestibulo del piso de arriba y grita, asustada:

– ?Jack! ?Ocurre algo?

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