– Le agradezco sus palabras, pero no conseguira hacer que me sienta bien.
– Lo se. Por desgracia tengo cierta experiencia y se que lleva tiempo. El tiempo todo lo cura. Suena a topico, pero es cierto.
– No se puede cambiar el pasado, senor Artetxe, lo se de sobra yo tambien, pero me gustaria poder hacer algo, no se, no quedarme aqui, llorando y gimoteando, sin hacer nada.
– Pero es que ya no se puede hacer nada.
– No estoy de acuerdo, senor Artetxe. Aunque su mision ha terminado, ?querria seguir trabajando para mi?
– Depende de en que este usted pensando.
– Mire, aunque he resultado ser tan ciego que teniendo el problema junto a mi no me he percatado de su existencia, si creo que los problemas no surgen de la nada. En algun momento empezaria a drogarse, alguien la pondria en contacto con un suministrador, alguien se lucraria al venderle ese veneno. Me gustaria que indagara por ahi. Quiero que encarcelen al hijo de puta que le proporcionaba la droga.
– Eso es mas bien labor de la policia.
– ?No me venga con hostias, Artetxe! -respondio Arroniz vehementemente-. No quiero denigrar a nuestra policia, pero todos sabemos que por el motivo que sea no es un prodigio de eficacia en estos asuntos.
– Hacen lo que pueden con unos medios muy limitados si los comparamos con los de los narcotraficantes.
– De acuerdo, no se lo discuto. Que la policia actue por su cuenta, pero ?por que no podemos nosotros intentarlo por la nuestra?
– En primer lugar porque nuestra legislacion no lo permite.
– ?Como que no lo permite?
– Los detectives en Espana no pueden actuar ante delitos perseguibles de oficio, es decir, les esta vedada la investigacion de robos, asesinatos, secuestros, trafico de estupefacientes, etc. Si eso es asi con los detectives que poseen la correspondiente licencia, imaginese lo que podria ocurrir en mi caso.
– No creo que eso constituya ningun problema. El senor Uribe me ha explicado que aunque no le puedan conceder durante un tiempo el permiso, extraoficialmente le han asegurado que si actua dentro de unos cauces de, digamos, colaboracion con las autoridades no tendra ningun problema. Y segun parece algun inspector de la Jefatura Superior le ha puesto bajo su proteccion.
El inspector Rojas se estaba moviendo, penso Artetxe. Debia de estar muy interesado en que se reabriera el caso del periodista.
– Si me lo plantea de ese modo no me queda mas remedio que contestarle afirmativamente, pero por mucha vista gorda que haga la policia, un asunto en el que confluyen las drogas y una muerte antes o despues acaba por estallar.
– Si tiene que estallar que estalle -contesto, furioso, Arroniz-, pero las cosas no pueden quedar como estan.
– Que estalle entonces -respondio Artetxe-, pero mas vale que rece para que el estallido no nos pille en medio.
El resultado de la autopsia confirmo que Andoni Ferrer y Begona Gonzalez habian fallecido como consecuencia de una sobredosis de droga en mal estado perteneciente a la misma partida, le revelo Rojas a Artetxe en una cafeteria de Deusto en la que se habian citado. Artetxe le enseno al inspector una carta firmada por Carlos Arroniz en la que le solicitaba que investigara lo que habia hecho Begona en los dos ultimos meses, ya que le preocupaba el no encontrar una serie de monedas de plata de la epoca de Isabel II pertenecientes a su madre y que su difunta novia pensaba enmarcar. Era un asunto baladi comparado con la muerte de la propia Begona, decia Arroniz en su carta, pero su madre se llevaria un gran disgusto si desaparecieran, ya que habian pertenecido a su bisabuela.
– No esta mal -comento Rojas-. Todo el mundo sabra en que estas metido de verdad -los dos, una vez establecida su colaboracion, habian pasado al tuteo de un modo natural-, pero como excusa para meter tus narices en la vida de Begona sin que se te acuse instantaneamente de interferir en una investigacion criminal es verosimil.
– Con eso sera suficiente por ahora -dijo Artetxe-. Aparte de la confirmacion de que Ferrer y la chica se inyectaron la misma mierda, ?has avanzado algo mas en el asunto?
– Nada de nada. Hay que tener en cuenta que estoy con las manos atadas. Ademas, me han encargado de otro caso que me va a llevar bastante tiempo, me temo que para nada.
– Pues estamos como queremos, segun parece, porque la conexion entre el periodista y la joven no es tan evidente. El que hayan tomado la misma droga solo demuestra que han tenido el mismo proveedor.
– Hay un dato que quiza sea interesante tener en cuenta y en el que tu, segun parece, no te has fijado.
– Venga, lucete.
– La novia de tu cliente desaparecio de casa justo en las mismas fechas en que se publico en los periodicos la noticia de la muerte de Andoni Ferrer.
– Podria ser una coincidencia.
– Si, claro, la segunda coincidencia del caso. Por otra parte, tu mismo te extranaste de que la muchacha se escondiera en una casa en ruinas de Lutxana, cuando por su dinero podria haber ido a vivir a los mejores hoteles o apartamentos. Da la impresion de que no queria dejar ninguna pista tras de si. ?De verdad piensas que ahi no se encierra algo raro?
– No se que pensar, pero es lo unico que tenemos, asi que habra que trabajar con la hipotesis de que hay alguna relacion, a expensas de lo que podamos averiguar investigando que hizo Begona durante el tiempo que estuvo escondida. ?Se te ocurre alguna idea para empezar?
– Me gustaria que hablaras con la viuda de Ferrer. Tendria que ser yo quien lo hiciera, pero estoy caminando sobre un cable sin red, asi que hasta que no haya algo mas concreto me tendre que mantener al margen.
– De acuerdo. Proporcioname telefono y direccion y procurare entrevistarme con ella.
20
La documentacion recibida de Boise no ampliaba gran cosa lo transmitido telefonicamente por el teniente O'Malley al inspector Merino. Alguna que otra fotografia, los datos de su ultima residencia, grupo sanguineo, etc., pero no se mencionaba la pertenencia de Tomas Zubia a los Servicios de Inteligencia. Sobre el motivo de su venida a Espana no habia nada, excepto si se daba por buena la explicacion de unas vacaciones nostalgicas despues de su jubilacion como profesor de idiomas.
El inspector O'Malley habia adjuntado al suyo copia de otro informe del Departamento de Policia de Nueva York, ciudad de residencia de Zubia, pero tampoco aclaraba gran cosa. Tomas Zubia era un ciudadano ejemplar que pagaba puntualmente sus impuestos, nunca habia sido detenido ni procesado y ni siquiera tenia una multa de trafico impagada, que vivia solo desde que se habia quedado viudo. Tenia dos hijos y una hija, los tres casados, con los que se veia muy poco ya que residian en estados diferentes, dos en California y la mujer en Illinois, ninguno de los cuales pudo aportar nada sobre el asesinato de su padre. La conclusion, tanto del teniente O'Malley como de su homologo neoyorquino, era que parecia un estupido y tragico accidente, como muchos de los que se producian diariamente en el pais americano.
Si tanto la policia de Nueva York como la de Boise desconocian las actividades de Zubia, ?por que a el se lo habian mencionado tan claramente? ?Era una advertencia para que si en el transcurso de la investigacion encontraba algo extrano mirara para otro lado o una simple intervencion amistosa de quienes, por motivos personales, querian saber que es lo que habia ocurrido con su ex companero? Rojas no se imaginaba un espiritu tan angelical por parte de la CIA. Habia otra posibilidad. Que no estuvieran seguros de la causa de la muerte y dudaran entre un tragico accidente, como lo habian calificado los policias americanos, u otro tipo de accion criminal mas relacionada con su antiguo puesto. Si esta posibilidad fuera la buena, y Rojas se inclinaba a apostar por ella, la gente a la que representaba Frank Gomez preferiria dejarle trabajar, pero siempre cerca de el, para poder estar informada. Rojas no dudaba de que informe que pasara al comisario Manrique, informe que llegaria a las manos de mister Gomez. El hecho de darse a conocer significaria, en ese caso, un aviso a Rojas para que, llegado el caso, no se desmandara.