eso le avala por el momento, pero solo por el momento.

– Puede usted estar seguro de que acudire, pero antes de irme me gustaria saber el resto de la historia.

– Bueno, es facil de explicar. Podriamos decir que la desgracia de otras personas ha labrado su suerte. No hace mucho ha habido un atentado terrorista a consecuencia del cual ha muerto un numero de personas todavia sin identificar, entre ellas cuatro companeros nuestros. -Se le endurecio el gesto al decir esto ultimo-. Inmediatamente se han establecido controles en todas las carreteras principales de la zona. El coche en el que usted iba tan comodamente ubicado no se ha detenido en el control, y el resto lo dejo a su imaginacion.

– ?Que ha ocurrido con los ocupantes del vehiculo?

– Los detalles son innecesarios, pero puedo asegurarle que no secuestraran a nadie nunca mas.

25

Lo primero que hizo Manuel Rojas cuando escucho el tintineo del despertador fue mirar el reloj y soltar un juramento. Eran las tres de la madrugada. ?Solo el podia ser tan imbecil como para confundirse al poner en marcha el despertador! Despues de casi una semana sin poder dormir cinco horas seguidas, el unico dia que habia decidido olvidarse de todo y dedicarlo integramente a la almohada le ocurria eso. Apago violentamente el reloj y se dio media vuelta, dispuesto a hacerse uno con Morfeo. Entonces se percato de que no era el injustamente denostado reloj el que le habia despertado, sino otro aparato infernal denominado telefono.

La llamada procedia de Jefatura y al otro lado del telefono se encontraba el inspector Merino, uno de los favoritos de Manrique. Segun su interlocutor -Rojas se lo imaginaba sonriendose despectivamente-, un chaval se habia escapado de casa y habia preguntado por el. Cualquier numero de la Policia Nacional podia haberse ocupado de la vuelta a casa del crio, pero Merino disfrutaba jodiendole y que mejor cosa para ello que despertarle a esas horas. Totalmente desvelado, accedio a presentarse en las dependencias de la calle Gordoniz.

El crio se encontraba sentado en una silla del Grupo Operativo. No se hallaba trasteando ni jugueteando, como habia esperado encontrarlo Rojas, sino muy formalito y erecto en su silla.

– Este es -le dijo Merino con el tonillo de quien acaba de descubrir el mar Mediterraneo-. No nos ha dicho como se llama ni donde vive; parece ser que solo confia en ti.

– Bueno, vale, asi que quieres hablar conmigo, ?no?

– Si, pero a solas -respondio el nino.

– No se si dejaros solos, podria ser peligroso. ?Estas seguro de que podras manejarlo? -comento Merino partiendose de risa.

Rojas penso seriamente en mandarle a tomar por el culo, si bien se reprimio a duras penas en atencion al chaval. No obstante, le indico con la cabeza que se alejara y espero a que se hubiera ido para retomar la conversacion.

– Creo que has preguntado por mi, pero no recuerdo quien eres. ?Nos conocemos de algo?

– No, usted a mi no me conoce y yo a usted solo de oidas. Soy el hijo de Andoni Ferrer. Hace unos dias un detective estuvo hablando con mi madre y le dijo que aita habia sido asesinado.

Rojas no pudo evitar un gesto de sorpresa al oir las palabras del nino. Su entereza y frialdad eran inhabituales en un crio de su edad, aunque posiblemente la extrana muerte de su padre le habia hecho madurar antes de tiempo. Artetxe le habia dicho que habia estado hablando a solas con Nekane Larrondo, pero seguramente el chico habia estado escuchandolo todo detras de la puerta.

– El detective le dijo que si sabia alguna cosa mas viniera a ver al inspector Rojas para contarselo y por eso estoy aqui.

– Te agradezco tu visita, pero ?sabe tu madre lo que estas haciendo? No son unas horas muy normales para venir hasta aqui.

– Mi madre no sabe nada, me he escapado. He esperado a que estuviera totalmente dormida y he salido de casa para venir hasta aqui.

– Tendremos que llamarla. Si se levanta y ve que no estas se va a llevar un susto de muerte.

– Lo se y no quiero que lo pase mal. Desde que vino a casa el detective no para de llorar durante todo el dia. Tiene mucho miedo, esta segura de que alguien asesino a mi padre pero no quiere decir nada por miedo a que nos pase algo, pero yo creo que se equivoca. No podemos dejar que todo quede asi, con los asesinos sueltos, ?no tengo razon?

– Si, tienes razon, pero antes que nada vamos a llamar a tu madre.

Media hora mas tarde, una mujer demacrada se sentaba en otra silla libre que Rojas habia habilitado en la oficina. Su hijo no habia exagerado nada. Los surcos que habian aparecido bajo sus ojos delataban que Nekane Larrondo pasaba gran parte de su tiempo llorando. Discretamente se alejo de la oficina y permitio que madre e hijo hablaran a solas. Al poco rato la mujer salio y le pidio que entrara.

– Mi hijo me ha contado todo lo que le ha dicho. Tambien me ha asegurado que usted no ha intentado, en ningun momento, hacerle hablar. Se lo agradezco.

– No hay de que. No me parecia oportuno ni… etico -vacilo al anadir esto ultimo.

– Gracias de todos modos. Mi hijo me ha contado que ha venido aqui para informarle de que sabia que su padre habia sido asesinado.

– Asi es, y quiero decirle que no es una novedad para mi. Pese al archivo de las actuaciones siempre he pensado que no habia sido un accidente.

– Y tiene usted razon, pero tenia miedo, mucho miedo, no solo por mi sino, sobre todo, por mi hijo, pero el con su accion me ha abierto los ojos y ensenado el camino a seguir. No se puede vivir con esta angustia eternamente. Quiza sea mejor contar todo lo que sabemos y esperar a que se haga justicia.

– No quiero forzada, pero pienso que esa es la postura correcta y se lo digo no solo como policia, que por supuesto lo soy y con todas las consecuencias, sino como hombre. Me seria de gran ayuda, para reabrir el caso, todo lo que usted pudiera contarme.

– Directamente no se gran cosa, tan solo que Andoni estaba muy inquieto los dias anteriores a su muerte y que creia que se habia metido en un avispero; pensaba que habia encontrado algo gordo. Lo unico que he sufrido directamente son las amenazas que me profirieron dos hombres el dia que fui a declarar al Juzgado. Poco puedo decirle, por lo tanto, pero tengo un modo de ayudarle.

– ?Cual es?

– Andoni me dijo que habia tomado precauciones adicionales. Concretamente me explico que habia guardado toda la documentacion original que poseia en una caja de seguridad de la sucursal del Banco Bilbao Vizcaya en Andorra. No se que es lo que habra exactamente, pero estoy dispuesta a ir hasta alli y traerselo.

– Podria ser peligroso, y yo no puedo ofrecede proteccion, ya que el caso, oficialmente, no existe.

– No me importa, he cambiado de opinion y pienso que merecera la pena arrostrar los peligros que surjan. Ademas, nadie conoce la existencia de esa caja y yo todos los anos visito Andorra, asi que ire y se lo traere.

26

A Antonio Jalon se le habia acabado tanto la droga que le habian proporcionado los extranos hombres que le habian contratado para que asesinara a Tomas Zubia como el dinero que le habia robado a este. Solo le quedaba el broche que tambien le habia quitado y que parecia bueno, aunque el de esas cosas no entendia. Afectado por los primeros sintomas del sindrome de abstinencia decidio venderselo a un perista que conocia del barrio, pero no le encontro. No le quedaba mas remedio que buscarse la vida, ya que los camellos hacia tiempo que habian dejado de fiarle.

Serian las diez de la noche cuando se acerco a la Policlinica San Anton, en la calle Perez Galdos. Nunca habia trabajado alli, pero dos dias antes habia cruzado por esa zona y penso que seria un buen sitio para dar un palo. Era una zona poco conflictiva, por lo que no habia excesiva vigilancia policial; una zona tranquila, por la que a esas horas apenas transitaba nadie y, ademas, quienes salian de la clinica posiblemente se encontraran, debido a lo que

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