derecha. ?Que diablos quieren decirnos?

– ?Donde crees que estamos, Papi? -pregunta Chapar.

– Francamente, no lo se. Si esta tierra no esta aislada y es un golfo, quiza estemos en el extremo de la punta de la Guayana inglesa, en la parte que va hasta el Orinoco (gran rio de Venezuela que hace frontera). Pero si la tierra de la derecha esta separada de la de la izquierda por un espacio bastante grande, entonces esta peninsula es una isla, y es Trinidad. A la izquierda, seria Venezuela, o sea, que nos encontrariamos en el golfo de Paria.

Mis recuerdos de las cartas marinas que he tenido ocasion de estudiar me brindan esta alternativa. Si Trinidad esta a la derecha y Venezuela a la izquierda, ?que escogeremos? Esta decision pone en juego nuestro destino. No sera demasiado dificil, con esta buena brisa, dirigirme a la costa. Por el momento, no vamos ni hacia una ni hacia otra. En Trinidad estan los rosbits, el mismo Gobierno que en la Guayana inglesa.

– Estamos seguros de que seremos bien tratados -, dice Guittou.

– Si, pero ?que decision tomaran por haber abandonado en tiempo de guerra su territorio sin autorizacion y clandestinamente?

_?Y Venezuela?

– No se sabe que tal se pasa -dice Deplanque-. En la epoca del presidente Gomez, los duros eran obligados a trabajar en las carreteras, en condiciones extremadamente penosas, y luego devolvian a Francia a los cayeneses, como llaman alli a los duros.

– Si, pero ahora no es lo mismo, estamos en guerra.

– Ellos, por lo que he oido en Georgetown, no estan en guerra, son neutrales.

– ?Seguro?

– Seguro.

– Entonces, es peligrosa para nosotros.

Se distinguen luces en tierra, a la derecha, y tambien a la izquierda. Otra vez la sirena que, esta vez, aulla tres veces seguidas. Nos llegan senales luminosas de la derecha. Acaba de salir la luna, esta bastante lejos, pero en nuestra trayectoria. Delante, dos inmensas rocas puntiagudas y negras emergen arriba del mar. Debe ser la razon de la sirena: nos advierten que hay peligro.

– ?Toma, boyas flotantes! Hay todo un rosario de ellas. ?Por que no esperamos que se haga de dia amarrados a una de ellas? Arria la vela, Chapar.

De un tiron descuelga esos trozos de pantalones y de camisas que, pretenciosamente, llamo vela. Frenando con mi pagaya, pongo proa a una de las “boyas”. Por suerte, la canoa ha conservado un gran trozo de cuerda tan bien atado a su anillo, que el tifon no ha podido arrancarlo. Ya esta, ya hemos amarrado. No directamente a esa extrana boya, porque no hay nada en ella para atar la cuerda, sino al cable que la une a otra boya. Estamos bien amarrados al cable de esta delimitacion de un canal, sin duda. Sin preocuparnos de los aullidos que continua emitiendo la costa de la derecha, nos acostamos todos en el fondo de la canoa, cubiertos por la vela para protegernos del viento. Un calor dulce invade mi cuerpo, transido por el viento y el fresco de la noche, y soy, ciertamente, uno de los primeros en roncar a pierna suelta.

El dia es limpio y claro cuando me despierto. El sol esta saliendo de su lecho, el mar esta un poco revuelto y su azul verdoso indica que el fondo es de coral.

– ?Que hacemos? ?Nos decidimos a ir a tierra? Reviento de hambre y sed.

Es la primera vez que alguien se queja tras estos dias de ayuno, hoy hace exactamente siete dias.

– Estamos tan cerca de tierra, que no es un pecado grave hacerlo -,dice Chapar.

Sentado en mi puesto, veo con claridad a lo lejos, delante de mi, mas alla de las dos inmensas rocas que emergen del mar, la ruptura de la tierra. A la derecha, pues, esta Trinidad, y a la izquierda, Venezuela. Sin ninguna duda, estamos en el golfo de Paria, y si el agua es azul y no amarillenta a causa de los aluviones del Orinoco, es que estamos en la corriente del canal que pasa entre los dos paises y se dirige hacia mar abierto.

– ?Que hacemos? Mejor votar, ?no? Esto es demasiado grave para que yo tome solo la decision. A la derecha, la isla inglesa de Trinidad; a la izquierda, Venezuela. ?Adonde quereis ir? Dadas las condiciones de nuestra embarcacion y nuestro estado fisico, debemos ir a tierra lo antes posible. Entre nosotros hay dos liberados: Guitou y Corbiere. Nosotros tres: Chapar, Deplanque y yo corremos mayor peligro. A nosotros nos toca decidir. ?Que decis vosotros?

– Lo mas inteligente es ir a Trinidad. Venezuela significa lo desconocido.

– No hay necesidad de tomar una decision. Esa canoa de vigilancia lo hara por nosotros -dice Deplanque.

En efecto, una canoa de vigilancia avanza con rapidez hacia nosotros. Se detiene a mas de cincuenta metros. Un hombre toma un megafono. Diviso una bandera que no es inglesa. Llena de estrellas, muy hermosa, nunca en mi vida la habia visto. Debe ser venezolana. Mas tarde, sera “mi bandera”, la de mi nueva patria, el simbolo, para mi, mas emotivo, el de tener, como todo. hombre normal, reunidas en un trozo de tela las cualidades mas nobles de un gran pueblo: mi pueblo.

– ?Quien son vosotros? (sic)?

– Somos franceses.

– ?Estan locos?

– ?Por que?

– Porque son amarrados a minas (sic).

– ?Por eso no se acercan ustedes?

– Si. Desatense pronto.

– Ya esta.

En tres segundos, Chapar ha desatado la cuerda. Estamos, ni mas ni menos, atados a una cadena de minas flotantes. Es un milagro que no hayamos saltado, me explica el comandante de la lancha guardacostas a la que nos hemos amarrado. Sin subir a bordo, la tripulacion nos pasa cafe, leche caliente bien azucarada y cigarrillos.

– Vayan a Venezuela, seran bien tratados, se lo aseguro. No podemos remolcarlos a tierra porque tenemos que ir a recoger un hombre gravemente herido al faro de Barinas. Sobre todo, no traten de desembarcar en Trinidad, porque tienen nueve probabilidades entre diez de chocar con una mina, entonces…

Despues de un “Adios, buena suerte”, la lancha se va. Nos ha dejado dos litros de leche. Arreglamos la vela. A las diez de la manana, con el estomago a punto de restablecerse gracias al cafe y la leche, con un cigarrillo en la boca, desembarco sin tomar ninguna precaucion en la arena fina de una playa en la que cincuenta personas esperaban para ver quien llegaba en una embarcacion tan extrana, rematada por un mastil tronchado y una vela hecha de camisas, pantalones y chaquetas.

DECIMOTERCER CUADERNO. VENEZUELA

Los pescadores de Irapa

Descubro un mundo, unas gentes, una civilizacion completamente desconocidos para mi. Estos primeros minutos en suelo venezolano son tan emotivos, que seria preciso un talento superior al poco que yo tengo, para explicar, expresar pintar la atmosfera de la acogida calurosa que nos hace esta poblacion generosa. Los hombres, blancos o negros, pero en su gran mayoria de color muy claro, de un tono blanco tras muchos dias de sol, llevan casi todos los pantalones arremangados hasta las rodillas.

– ?Pobres hombres! ?En que estado se encuentran!

La aldea de pescadores a la que hemos llegado se llama Irapa, comunidad de un Estado llamado Sucre. Las mujeres jovenes, muy lindas, mas bien pequenas, pero muy graciosas, y las mas maduras, asi como las mas ancianas, se transforman todas sin excepcion en enfermeras, en hermanas de la caridad o en madres protectoras.

Reunidos bajo el almacen de una casa en el que han instalado cinco hamacas de lana y han puesto una mesa y sillas, nos han untado de manteca de cacao de pies a cabeza. No se han olvidado de untar ni un centimetro de carne viva. Muertos de hambre y de fatiga, pues nuestro prolongado ayuno ha provocado cierta deshidratacion en nosotros, estas gentes de la costa saben que debemos dormir, pero tambien comer en pequenas cantidades.

Cada uno bien acostado en una hamaca recibe, mientras duerme, la racion que nos mete en la boca una de nuestras improvisadas enfermeras. Me sentia tan rendido, me habian abandonado tan por completo mis fuerzas cuando me extendieron en la hamaca, con mis llagas en carne viva bien untadas de manteca de cacao, que me derrito literalmente mientras duermo y como y bebo sin darme perfecta cuenta de lo que sucede.

Las primeras cucharadas de una especie de tapioca no han podido ser aceptadas por mi estomago vacio. Por supuesto que esto no me sucede a mi solo. Todos nosotros hemos vomitado varias veces una parte o la totalidad de alimento que estas mujeres introducian en nuestra boca.

Las gentes de esta aldea son excesivamente pobres. Sin embargo, todos, sin excepcion, contribuyen a ayudarnos. Tres dias despues, gracias a los cuidados de esta colectividad y gracias a nuestra juventud, estamos casi en pie. Nos levantamos muchas horas y, sentados bajo el cobertizo de hojas de cocotero, que nos dan una sombra fresca, mis camaradas y yo conversamos con estas gentes. No son lo bastante ricos para vestirnos a todos de golpe. Se han formado grupitos. Uno se ocupa principalmente de Guittou, otro de Deplanque, etc. Casi diez personas cuidan de mi.

Los primeros dias nos han vestido con cualquier ropa usada, pero escrupulosamente limpia. Ahora, cada vez que pueden, nos compran una camisa nueva, un pantalon, un cinturon, un par de zapatillas. Entre las mujeres que se ocupan de mi las hay muy jovenes, de tipo indio, pero ya mezclado con sangre espanola o portuguesa. Una se llama Tibisay; otra, Nenita. Me han comprado una camisa, un pantalon y un par de alpargatas. Tienen la suela de cuero, sin talones, y para cubrir el pie llevan un tejido trenzado. Solo el empeine esta cubierto, los dedos aparecen desnudos y el tejido va a cogerse al talon.

– No hay necesidad de preguntarles de donde han venido. Por sus tatuajes sabemos que son ustedes evadidos del penal frances.

Esto me emociona mas aun. ?Como! ?Sabiendo que somos hombres condenados por delitos graves, evadidos de una prision cuya severidad conocen por libros o articulos, estas gentes humildes consideran natural socorrernos y ayudarnos? Vestir a uno cuando se es rico o de posicion desahogada, dar de comer a un extranjero que tiene hambre cuando nada falta en casa para la familia y para uno mismo, demuestra, por lo menos, que se es bueno. Pero cortar en dos un pedazo de torta de maiz o de mandioca, cocida al horno por ellos mismos, cuando no -hay bastante para uno mismo y los suyos, compartir la comida frugal que subalimenta mas que nutre a su propia comunidad, con un extranjero que, ademas, es un fugitivo de la justicia, eso es admirable.

Por la manana, todo el mundo, hombres y mujeres, estan silenciosos. Tienen aspecto contrariado y preocupado. ?Que sucede? Tibisay y Nenita estan junto a mi. He podido afeitarme por vez primera desde hace quince dias. Hace ocho que estamos entre estas gentes que llevan su corazon en la mano. Como ha vuelto a formarse

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