cuando cambies tu estimacion.

Beetchermarlf se dio por enterado de la orden y gateo por el puente hasta un punto donde podia marcar la linea del agua con una raspadura sobre uno de los puntales de las ventanas. Habiendo informado de esto al capitan y a los escuchas humanos, volvio a su estacion, conservando los ojos fijos en la marca. Las arrugas en el liquido tenian varios centimetros de alto y se calmaban solo a intervalos espaciados; de aqui que pasase algun tiempo antes de que pudiese estar absolutamente seguro del cambio en profundidad. Hubo dos o tres preguntas impacientes desde arriba, que contesto cortesmente reuniendo lo mejor de su limitado lenguaje humano, antes de que Benj le informase de que una vez mas estaba solo, si exceptuaba ciertos seres sin importancia que vigilaban los otros vehiculos. Por tanto, pasaron la mayor parte del tiempo, hasta la llegada de Takoorch como relevo del puente, describiendo sus planetas nativos, corrigiendose mutuamente los errores sobre la Tierra y Mesklin, como forma de practicar el idioma, y, aunque ninguno se diese cuenta de ello, desarrollando una carinosa amistad personal. Beetchermarlf volvio seis horas mas tarde para relevar a Takoorch (en realidad, el intervalo era de veinticuatro dias mesklinitas, la duracion estandar de un turno). Observo que el nivel del agua habia bajado cerca de medio metro desde la marca de referencia. Takoorch le informo de que el humano Benj acababa de volver de un periodo de descanso. El mas joven de los timoneles se pregunto para si cuanto tiempo despues de la llegada de Tak habia decidido el otro que era el momento de descansar. Naturalmente, no podia preguntarlo, pero mientras se acomodaba en su puesto, envio una llamada hacia arriba.

—He vuelto, Benj. No se lo recientemente que Tak te ha informado, pero el agua ha bajado mas de medio cuerpo y la corriente parece mucho mas lenta. El viento esta bastante tranquilo. ?Tus cientificos tienen algo para nosotros?

Durante el retraso en la respuesta tuvo tiempo de comprender que su ultima pregunta era bastante inutil, puesto que las principales noticias que se requerian de los cientificos humanos eran la probable duracion del rio, que ahora ya no importaba. De todas formas, quiza tuviesen algo valioso.

—Tu amigo Takoorch nos dijo lo del agua y lo del viento, ademas de otras muchas cosas —anuncio la voz de Benj—. Me alegro de que estes de vuelta, Beetch. No se nada de los laboratorios, pero por lo que dijiste sobre la forma en que volcasteis, por la velocidad en el descenso del agua y por lo que puedo ver en el modelo de vehiculo que tengo aqui, me parece que estareis en seco dentro de sesenta o setenta horas. Eso, por supuesto, si el agua continuase descendiendo a la misma velocidad. Podria hacerlo si fluyese a traves de un canal despejado, pero yo no contaria con eso. No me gusta ser pesimista, pero creo que la velocidad del descenso se detendra antes de que todo el liquido haya desaparecido.

—Quiza tengas razon —dijo Beetchermarlf—. Por otra parte, si la corriente se remansa, probablemente podremos trabajar en el exterior con bastante comodidad, antes de que todo esto se haya ido.

Fue una observacion profetica. Estaba todavia regresando a su puesto, cuando el microfono pidio atencion.

—?Beetchermarlf! Informa a los seres humanos que seras relevado inmediatamente por Kervenser y presentate ahora mismo en la compuerta de emergencia de estribor con tu traje especial. Quiero una revision de las ruedas y cables de guardin. Iran contigo otros dos por cuestiones de seguridad. Me interesa mas la eficiencia que la rapidez. Quiero saber si hay algun dano que sea mas facil de arreglar mientras todavia estamos volcados que cuando estemos en posicion normal. Despues de la revision echa un vistazo general a tu alrededor. Quiero una idea general sobre lo solidamente que estamos metidos en este lugar y sobre el trabajo necesario para enderezarnos y libertarnos. Yo mismo estare en el exterior haciendo una revision similar, pero necesito otra opinion.

—Si, senor —respondio el timonel.

Esta vez la orden constituia una clara sorpresa, y casi se olvido de contarselo a Benj. La sorpresa no era el hecho de ir al exterior, sino que el capitan le hubiese escogido para verificar su propio juicio.

Se habian quitado los trajes especiales cuando Dondragmer se convencio de que el casco no habia sufrido danos, pero en medio minuto Beetchermarlf se habia puesto el suyo otra vez, y momentos mas tarde se encontraba junto a la compuerta designada. El capitan y cuatro marineros, todos con los trajes, le esperaban. Los tripulantes llevaban carretes de cuerda.

—Muy bien, Beetch —dijo el capitan—. Stakendee saldra el primero y atara su cuerda al estribo mas cercano; tu iras detras, y despues Praffen. Cada uno de vosotros atara su cable a un estribo diferente. Despues debeis dedicaros a vuestra tarea. Esperad… Unid esto al arnes de vuestros trajes. Sin lastre flotariais.

Les tendio cuatro pesas equipadas con grapas de cierre rapido para sujetarlas al arnes del timonel.

Salieron en silencio por la diminuta escotilla. Esencialmente, era una compuerta liquida en forma de U. similar en su forma de operar a la principal y bastante profunda, de forma que la inclinacion del Kwembly no impedia por completo su operacion. El hecho de que de todas formas el extremo exterior estaba inmerso en liquido, podria constituir la diferencia. Al emerger dentro de la corriente, Beetchermarlf se alegro del fuerte apreton de Stakendee, mientras buscaba un lugar donde sujetar su propio cable salvavidas. Un minuto mas tarde se reunio con ellos el tercer miembro del grupo, y juntos recorrieron la corta distancia que les separaba del lecho del rio, compuesto por las rocas redondeadas, visibles desde el puente, dispuestas en un extrano dibujo semejante a unas olas cuyas crestas se extendian contrarias a la direccion de la corriente. A la primera ojeada, Beetchermarlf obtuvo la impresion de que el vehiculo habia encallado en el seno entre dos de estas olas. La vision era posible, aunque no ideal, porque bastantes de las luces exteriores todavia funcionaban.

El trio se dirigio, bordeando la popa, a echar un vistazo a la parte inferior de su vehiculo. Aunque estaba mucho peor iluminado, desde el primer momento se hizo obvio que habia mucho que pedirle a Dondragmer.

El Kwembly se sostenia sobre un conjunto de sesenta ruedas de un metro de anchura y dos de longitud, dispuestas en cinco hileras longitudinales de doce ruedas. Todas giraban sobre ruedecillas y estaban interconectadas por un laberinto de cables de guardin, que eran la principal responsabilidad de Beetchermarlf. Cada una de las ruedas tenia una cavidad donde se instalaba una unidad energetica y su propio motor, consistente en una barra de quince centimetros de grosor, cuya microestructura le daba un poder directo del campo magnetico rotatorio, una de las formas en las que las unidades de fusion podrian entregar su energia. Al no estar instalado el motor, la rueda giraba libremente. En el momento del accidente, diez de los veinticinco transformadores del Kwembly estaban en las ruedas, dispuestos en forma de V, con la punta hacia delante en la proa y en la popa.

En la parte trasera del vehiculo habian desaparecido dieciocho ruedas, incluyendo las cinco que tenian motor en aquel lado.

V. DE LA SARTEN AL CONGELADOR

En un sentido estricto, no todas habian desaparecido. Podian verse varias sobre las rocas, evidentemente desalojadas en el momento del impacto final. Beetchermarlf no podia saber —mas bien le asustaba hacerlo— si alguna se habia desprendido, con los primeros topetazos, a kilometros de corriente arriba. Eso podria ser averiguado mas tarde. Primero habia que inspeccionar lo que quedaba. El timonel se puso a la tarea.

La parte delantera no parecia haber recibido dano alguno; las ruedas continuaban alli, y su laberinto de cables estaba en perfectas condiciones. En la parte central del vehiculo algunos cables se habian roto, a pesar de la enorme fuerza de la fibra mesklinita que se habia empleado. Algunas de las ruedas estaban torcidas fuera de posicion; otras giraban flojamente al tocarlas. El esquema de las partes perdidas en la zona posterior era regular y bastante alentador. Numerandolas desde el lado de popa, la primera fila habia perdido las ultimas cinco ruedas; las filas segunda y tercera, las cuatro ultimas; la fila cuarta, las tres ultimas; la fila quinta en el lado de estribor, las dos ultimas. Esto sugeria que todas habian cedido ante el mismo impacto, que habia golpeado el fondo del casco diagonalmente; puesto que algunas de las partes desprendidas se encontraban en los alrededores, parecia haber una buena probabilidad de que todas estuviesen alli.

Los inspectores quedaron sorprendidos ante el poco dano que habian producido las ruedas al desgajarse. Ni Beetchermarlf ni sus companeros habian tenido nada que ver con el diseno del Kwembly y sus maquinas gemelas. Ninguno tenia mas que una idea general del tipo de pensamiento utilizado. Nunca habian considerado los problemas inherentes a la construccion de una maquina movida por las fuentes de energia mas sofisticadas, pero operadas por unos seres pertenecientes a una cultura que todavia estaba en la fase del musculo y el viento; seres

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