dispuesto a pagar mas por el.

Dalgliesh y Court regresaron a la chimenea y se acomodaron para dar inicio a lo que evidentemente iba a ser una noche de mucho beber. Dalgliesh se sorprendio paseando los ojos por la habitacion. Evidentemente, no habia en ella ostentacion ni busqueda consciente de originalidad o efecto. Sin embargo, se notaba el cuidado puesto en su arreglo; cada objeto ocupaba el lugar adecuado. Habian sido adquiridos, penso, porque a Julius le gustaban; no formaban parte de un cuidadoso plan de revalorizacion, ni habian sido comprados por una obsesiva necesidad de ampliar la coleccion. No obstante, Dalgliesh dudaba de que hubieran sido descubiertos casualmente o pagados a bajo precio. Tambien los muebles constituian muestras de prosperidad. El sofa y las dos butacas de piel eran quiza demasiado opulentos para las proporciones y la simplicidad de la estancia, pero evidentemente Julius los habia elegido pensando en la comodidad. Dalgliesh se reprocho el ramalazo de puritanismo que le hacia comparar desfavorablemente la habitacion con los acogedores andrajos de la sala de estar del padre Baddeley.

Carwardine, contemplando el fuego desde su silla de ruedas por encima del borde de la copa, pregunto de repente:

– ?Le hablo Baddeley de las extranas manifestaciones de la filantropia de Wilfred, o su visita ha sido repentina?

Era una pregunta que Dalgliesh esperaba y percibio que ambos hombres sentian algo mas que interes por su respuesta.

– El padre Baddeley me escribio diciendo que le gustaria verme. Yo decidi venir llevado por un impulso. He estado una temporada en el hospital y me parecio buena idea pasar unos dias de convalecencia con el.

– A mi se me ocurren muchos sitios mejores que Villa Esperanza para pasar un periodo de convalecencia, si el interior se parece minimamente al exterior. ?Hacia tiempo que conocia a Baddeley?

– Desde la infancia. Fue ayudante de mi padre. Pero la ultima vez que nos vimos, y brevemente, fue cuando yo todavia estaba en la universidad.

– Y despues de contentarse sin tener noticias uno de otro durante aproximadamente una decada, a usted le inquieta encontrarselo muerto de un modo tan inoportuno.

– Mas de lo que esperaba -dijo Dalgliesh con tranquilidad sin darse por aludido-. Nos escribiamos con muy poca frecuencia, generalmente solo una tarjeta para Navidad, pero pensaba en el mas que en otras personas a quienes veia casi diariamente. No se por que nunca me tome la molestia de contactar con el. Siempre podemos poner la excusa del trabajo. Pero, por lo que recuerdo del padre Baddeley, no acabo de entender como encajaba aqui.

– No encajaba -rio Julius-. Entro en un momento en que Wilfred pasaba por una fase mas ortodoxa, supongo que para dar a Toynton Grange cierta respetabilidad religiosa. Pero en los ultimos meses yo percibi que se trataban con frialdad, ?tu no, Henry? Seguramente el padre Baddeley ya no estaba seguro de si Wilfred queria un sacerdote o un guru. Wilfred aprovechaba cualquier retazo de filosofia, metafisica y religion ortodoxa que le sirva para confeccionar su sueno en tecnicolor. En consecuencia, como seguramente descubrira si se queda el tiempo suficiente, este lugar sufre una carencia de etica coherente. Y nada hay mas fatal para el exito. Tomemos como ejemplo mi club de Londres, dedicado simplemente al disfrute de una buena comida y el buen vino, excluyendo a los pelmazos y a los pederastas. Naturalmente, no existe la mas minima declaracion explicita, pero todos sabemos a que atenernos. Los fines son sencillos y comprensibles, por lo tanto, alcanzables. Aqui los pobrecitos no saben si estan en una clinica, en una comuna, en un hotel, en un monasterio o en un manicomio especialmente estrafalario. Incluso tienen sesiones de meditacion de vez en cuando. Me temo que Wilfred se esta dejando influir un poco por los zen.

– Esta confuso, pero, ?quien no lo esta? -interrumpio Carwardine-. En el fondo es amable y bien intencionado, y se ha gastado su fortuna personal en Toynton Grange. En esta epoca de compromisos orientados a la propia complacencia en la que el primer principio de la protesta publica o privada es que no debe estar relacionada con cosa alguna de lo que el que protesta pueda ser responsable, ni implique para el el mas ligero sacrificio personal, eso al menos habla en su favor.

– ?Le tiene usted simpatia? -pregunto Dalgliesh.

– Puesto que me ha salvado del encarcelamiento en un hospital para enfermos cronicos y me proporciona una habitacion amplia a un precio que puedo pagar, estoy naturalmente obligado a considerarlo encantador -contesto Henry Carwardine con sorprendente aspereza. Se produjo un corto y tenso silencio. Al percibirlo, Carwardine, anadio-: La comida es lo peor de Toynton. Pero eso puede remediarse, aunque a veces me sienta como un colegial gloton dandome un festin solo en mi habitacion. Y escuchar a mis companeros leer sus fragmentos preferidos de la teologia popular y las antologias mas asequibles de la poesia inglesa es poco precio por el silencio durante la cena.

– Debe de ser dificil encontrar personal. Segun la senora Hewson, Anstey se fia de un ex presidiario y de una enfermera que en ningun sitio contratarian.

Julius Court alargo el brazo para coger la botella de vino y volvio a llenar las tres copas.

– Nuestra querida Maggie, tan discreta como siempre. Es cierto que Philby, el mozo, tiene ciertos antecedentes. No es exactamente un orgullo para la institucion, pero alguien tiene que lavar la ropa sucia, matar los pollos, limpiar los lavabos y hacer todas las otras tareas ante las cuales se estremece el alma sensible de Wilfred. Ademas es un apasionado devoto de Dot Moxon, y no me cabe duda alguna de que ello contribuye a tenerla contenta. Puesto que Maggie se ha ido tanto de la lengua, mas vale que sepa la verdad sobre Dot. Quiza recuerde algo del caso; es la famosa enfermera del hospital geriatrico de Nettigfield. Hace cuatro anos le pego a un paciente. No fue un golpe fuerte, pero la vieja se cayo, se dio un golpe contra la mesilla de noche y casi murio. Leyendo entre lineas el informe de la investigacion subsiguiente se deduce que era una arpia egoista, exigente y grunona que hubiera tentado a un santo. Su familia no queria tener nada que ver con ella, ni siquiera la iban a ver, hasta que descubrieron que podian obtener mucha publicidad beneficiosa demostrando su licita indignacion; cosa perfectamente correcta, por otra parte. Los pacientes, por muy desagradables que sean, son sagrados y, en nuestro propio interes, es preciso mantener ese admirable precepto. El incidente levanto una oleada de quejas sobre el hospital. Hubo una investigacion completa que abarco la administracion, los servicios medicos, la comida, la atencion, todo. No es de extranar que encontraran abundante materia que investigar. Como consecuencia, fueron despedidos dos practicantes y Dot se marcho por iniciativa propia. El resultado de la investigacion, al tiempo que lamentaba que hubiera perdido el control, la exoneraba de toda sospecha de crueldad deliberada. Pero el dano ya estaba hecho; ningun otro hospital la contrataria. Aparte de la sospecha de que no era del todo fiable en situaciones dificiles, la culpaban por desencadenar un proceso que a nadie beneficio e hizo perder el trabajo a dos hombres. Despues de esto, Wilfred intento ponerse en contacto con ella; por lo que se supo de la investigacion, le parecio que habia sido muy severa. Le costo algo de tiempo localizarla, pero por fin lo consiguio y la invito a venir aqui como una especie de enfermera jefe. En realidad, igual que el resto del personal, hace todo lo que sea necesario, desde prestar cuidados medicos a cocinar. Pero los motivos de Wilfred no eran totalmente altruistas. Nunca resulta facil encontrar enfermeras para un lugar remoto y especializado como este, dejando aparte lo poco ortodoxo de los metodos de Wilfred. Si perdiera a Dorothy Moxon, no le seria sencillo encontrarle sustituia.

– Recuerdo el caso, pero no su cara -dijo Dalgliesh-. Es la chica rubia, Jennie Pegram, ?no?, la que me suena.

Carwardine sonrio, indulgente, un poco desdenoso.

– Ya pensaba que preguntaria por ella. Wilfred deberia idear un modo de usarla para obtener fondos, a ella le encantaria. No conozco persona alguna que adopte mejor esa expresion de fortaleza melancolica, perplejidad y sufrimiento. Debidamente explotada, podria conseguir una fortuna para la casa.

– A Henry, como habra observado, no le es simpatica -dijo Julius riendo-. Si su cara le suena, quiza sea de verla en la television hace aproximadamente un ano y medio. Fue el mes en que los medios de comunicacion se propusieron lacerar la conciencia britanica en bien de los enfermos cronicos juveniles. El productor mando a sus subordinados a buscar una victima idonea y encontraron a Jennie. Hacia doce anos que recibia cuidados, y muy buenos cuidados, en una clinica geriatrica, en parte, supongo,

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