seguir nuevamente la grieta hasta un pequeno saliente de la esquina; por fin, trepar hasta la cima con la ayuda de dos clavijas.

Diez minutos mas tarde, Dalgliesh se acercaba lentamente al lugar donde Julius Court asomaba los hombros por el borde del precipicio. El escalador se alzo y se puso en pie, jadeando ligeramente, junto a Dalgliesh. Sin hablar, coloco una clavija en la grieta de una roca que habia junto a uno de los penascos, paso un mosqueton por la clavija, se lo aseguro a la cintura y comenzo a tirar de la soga. Seguidamente se oyo un grito alegre procedente de la pared. Julius volvio a colocarse contra el penasco, con la cuerda en torno de la cintura, grito «Sube cuando estes listo», y empezo a pasar la soga centimetro a centimetro por sus cuidadosas manos. Menos de un cuarto de hora despues, Dennis Lerner estaba junto a el y comenzaba a enrollar la cuerda. Parpadeando rapidamente, Dennis se quito las gafas de montura metalica, se seco lo que podian ser salpicaduras del mar o gotas de lluvia de la cara y volvio a retorcer las patillas detras de las orejas con dedos temblorosos. Julius miro su reloj:

– Una hora y doce minutos. Hasta ahora el mejor tiempo que hemos hecho. -Volviendose hacia Dalgliesh, anadio-: En esta parte de la costa no hay muchos lugares apropiados para escalar por culpa de la pizarra, por eso intentamos mejorar el tiempo. ?Escala usted? Podria prestarle el equipo.

– No he vuelto a hacerlo desde que sali del colegio. Y, a juzgar por lo que acabo de ver, no tengo su categoria.

No se molesto en explicar que todavia se hallaba demasiado convaleciente para escalar. En otra epoca quiza le hubiera parecido necesario justificar su negativa, pero hacia ya anos que no le importaba lo que los demas pensaran de su valentia fisica.

– Antes Wilfred escalaba conmigo, pero hace unos tres meses descubrimos que alguien habia deshilachado deliberadamente una de sus cuerdas. Estabamos a punto de empezar precisamente esta pared. Se nego a intentar descubrir quien era el responsable. Alguien de la casa que querria expresar su resentimiento personal, supongo. Wilfred ha de estar preparado para estos contratiempos ocasionales. Es uno de los gajes del oficio de hacer de Dios. En realidad, no corrio el mas minimo peligro. Yo siempre insisto en comprobar el estado del material antes de empezar. Pero quiza le proporciono la excusa que buscaba para dejar la escalada. No era muy bueno. Ahora dependo de Dennis, cuando tiene el dia libre…

Lerner se volvio y sonrio directamente a Dalgliesh. La sonrisa transformo su rostro, lo libero de la tension. De repente adquirio un aire infantil, confiado:

– Yo tengo casi siempre tanto miedo como Wilfred, pero voy aprendiendo. Es fascinante, cada vez me gusta mas. Unos ochocientos metros antes de llegar aqui hay una pared suave, el saliente de las algas. Julius empezo a ensenarme alli. Es muy asequible. Podriamos intentarlo alli si quiere.

Sus ingenuas ansias de comunicar y compartir su placer eran cautivadoras.

– Creo que no voy a estar aqui el tiempo suficiente para que valga la pena -dijo Dalgliesh, e intercepto la rapida mirada que se dirigieron mutuamente, una mirada casi imperceptible, ?de que? ?De alivio? ?De advertencia? ?De satisfaccion?

Los tres hombres permanecieron en silencio mientras Dennis terminaba de enrollar la cuerda. Entonces Julius senalo la torre negra con la cabeza.

– Es fea, ?no? La erigio el bisabuelo de Wilfred poco despues de reconstruir la casona. La casona sustituia a una pequena casa solariega de estilo isabelino que originalmente se levantaba en el mismo lugar y fue destruida por un incendio en 1943. Una pena. Debio de ser mas agradable que la de ahora. El bisabuelo no tenia sensibilidad para las formas. Ni la casa ni ese capricho arquitectonico estan muy logrados.

– ?Como murio aqui? ?Por deseo propio?

– Podria decirse que si. Era uno de esos excentricos huranos y obstinados que proliferaban en la era victoriana. Se invento su propia religion, basada segun tengo entendido en el libro de la Revelacion. A principios del otono de 1887 se encerro en la torre y ayuno hasta morir. Segun el confuso testamento que dejo, esperaba la segunda venida. Confio que le llegara.

– ?Y nadie se lo impidio?

– No sabian que estaba ahi. El viejo estaba loco pero era listo. Hizo los preparativos en secreto, piedra, argamasa, etcetera, y luego fingio que iba a pasar el invierno en Napoles. Tardaron mas de tres meses en encontrarlo. Y mucho antes ya se habia destrozado los dedos tratando de salir; pero se habia encerrado demasiado bien, pobre diablo.

– ?Que espantoso!

– Si. Antiguamente, antes de que Wilfred cercara el terreno, los lugarenos evitaban pasar por alli; y para ser sincero, yo tambien lo evito. El padre Baddeley venia por aqui de vez en cuando. Segun Grace Willison, rezaba por el alma del bisabuelo, rociaba la torre de agua bendita y asi la descontaminaba. Wilfred la usa para meditar, o eso dice. Personalmente, opino que es para huir de casa. La siniestra asociacion familiar no parece preocuparle. Pero tampoco le atane directamente. Es adoptado. Supongo que Millicent Hammitt ya se lo habra contado todo.

– Todavia no. Apenas he hablado con ella.

– Ya se lo contara, ya se lo contara.

– A mi me gusta la torre negra -dijo Dennis Lerner, soprendentemente-, sobre todo en verano, cuando reina la calma, todo esta dorado y el sol relumbra en la piedra negra. Es un simbolo, ?no? Parece magica, irreal, un capricho construido para divertir a un nino. Y debajo hay horror, dolor, locura y muerte. Una vez se lo dije al padre Baddeley.

– ?Y que contesto el? -Pregunto Julius.

– Dijo: «No, no, hijo mio, debajo hay amor a Dios».

– A mi no me hace falta un simbolo falico levantado por un excentrico Victoriano para recordarme que debajo de la piel hay un craneo. Como cualquier hombre razonable, preparo mis propias defensas -declaro Julius asperamente.

– ?Que son? -inquirio Dalgliesh.

La breve pregunta sono brusca como una orden incluso a sus propios oidos. Julius sonrio.

– El dinero y el solaz que se puede comprar con el. Diversiones, amigos, belleza, viajes. Y cuando esto falle, como hubiera recordado su amigo el padre Baddeley, y fallara inevitablemente, y aparezcan los cuatro caballos del Apocalipsis de Dennis, tres balas en una Luger. -Alzo la vista una vez mas hacia la torre-. Entretanto, no me hacen falta recordatorios. La sangre irlandesa que llevo en las venas me hace supersticioso. Bajemos a la playa.

Descendieron con precaucion por el sendero del acantilado. En el fondo del precipicio, el habito marron de Dennis Lerner descansaba pulcramente doblado con una piedra encima. Se lo sujeto con el cordon, se cambio las botas de escalar por unas sandalias que saco del bolsillo de la capa y, asi metamorfoseado y con el casco bajo el brazo, se unio a sus companeros, que caminaban trabajosamente por el guijarral.

Los tres parecian fatigados y ninguno hablo hasta que el acantilado cambio y pasaron bajo la sombra de la negra pizarra. La orilla era todavia mas impresionante vista de cerca, una amplia plataforma reluciente de arcilla salpicada de penascos, fracturada y agrietada como por efecto de un terremoto, una orilla desolada e inexorable. Los charcos eran pozos de un azul negruzco festoneados de gelatinosas algas; ciertamente ningun mar septentrional criaba un verde tan exotico. Hasta los habituales desechos de la orilla -astillas de madera manchadas de alquitran, cartones en los que la espuma burbujeaba como un hervor de impurezas marrones, botellas, cabos de sogas alquitranadas, los fragiles huesos blancos de un ave marina- parecian los siniestros restos de una catastrofe, el triste cieno de un mundo muerto.

Como por mutuo acuerdo se acercaron mas unos a otros y se abrieron paso con precaucion sobre las viscosas rocas en direccion al mar hasta el punto donde el oleaje banaba las losas, y Dennis Lerner hubo de remangarse los faldones de la tunica. De repente, Julius se detuvo y se volvio hacia el acantilado. Dalgliesh se volvio con el, pero Dennis siguio mirando fijamente hacia el mar abierto.

Вы читаете La torre negra
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату