hora buscandolo a usted, Wilfred, o eso dijo. Dennis llego un par de minutos mas tarde para buscar un numero de telefono que no especifico. Maggie se asomo poco antes que nosotros y tampoco dio explicaciones. No entro, pero le pregunto a Dot si habia visto a Eric. La unica deduccion posible de todo esto es que es imposible que Henry estuviera en el promontorio a la hora de los hechos. Pero eso ya lo sabiamos, el que haya sido ha tenido que usar un par de recias piernas.
«Propias o de otro», penso Dalgliesh, que se dirigio nuevamente a la figura del lecho.
– ?Vio a alguien cuando usted estaba en la torre, ya sea antes o despues de que empezara el fuego?
Wilfred hizo una pausa antes de responder:
– Me parece que si. -Al ver el rostro de Julius, prosiguio rapidamente-: Estoy seguro, pero fue muy brevemente. Cuando empezo el fuego yo estaba sentado junto a la ventana que da al sur, la que tiene vista al mar. Al oler el humo, baje a la camara intermedia. Abri la puerta que da a la planta baja y vi la paja encendida y una llamarada. Entonces hubiera podido salir, pero me entro panico. El fuego me da mucho miedo. No es un miedo racional. Es mucho mas que eso. Supongo que podria calificarse de fobia. De cualquier modo, subi ignominiosamente a gatas hasta el piso de arriba y empece a correr de una ventana a otra buscando ayuda desesperado. Fue entonces cuando, a no ser que fuera una alucinacion, vi una figura vestida con un habito marron deslizarse por esos penascos que hay al suroeste.
– Desde donde pudo escapar sin que usted lo reconociera, ya sea hacia la carretera o por el acantilado hacia la playa. Eso si tenia agilidad suficiente para el camino de la playa. ?Que tipo de figura era, de hombre o de mujer? -pregunto Julius.
– No era mas que una figura. Solo la vi un instante. Grite, pero el viento soplaba en direccion contraria y, evidentemente, no me oyo. Ni se me ocurrio que pudiera ser mujer.
– Bueno, pues pienselo ahora. Supongo que llevaria la capucha subida.
– Si, si.
– ?Con el calor que hacia! Pienselo, Wilfred. Casualmente, hay tres habitos colgados en el despacho. He buscado la llave en los bolsillos, por eso me fije. Tres habitos. ?Cuantos tienen en total?
– Ocho de los de verano. Siempre estan colgados en el despacho. El mio tiene los botones distintos, pero los demas son comunitarios. No hacemos distinciones a la hora de cogerlos.
– Usted lleva el suyo, es de suponer que Dennis y Philby tambien lo lleven puesto, eso quiere decir que faltan dos.
– Es posible que Eric lleve otro, a veces se lo pone. Y, si hace frio, tambien suele usarlo Helen. Ah, y me parece recordar que en el cuarto de costura hay uno por remendar. Tambien creo que justo antes de que muriera Michael falto uno, pero no estoy seguro. Es posible que haya vuelto a aparecer. No los controlamos mucho.
– Asi, practicamente es imposible saber si falta alguno -senalo Julius. Supongo que lo que deberiamos hacer, Dalgliesh, es comprobarlo ahora. Si la mujer no ha podido dejar la llave, es de suponer que todavia tenga tambien el habito.
– No tenemos prueba alguna de que haya sido una mujer -dijo Dalgliesh-. Y ?por que iba a quedarse el habito? Podria dejarlo en cualquier parte de Toynton Grange sin despertar sospechas.
Anstey se incorporo y dijo con repentina firmeza:
– No, Julius. ?Lo prohibo! No permitire que se interrogue y se contrainterrogue a la gente. Ha sido un accidente.
Julius, que parecia disfrutar de su papel de investigador jefe, dijo:
– Muy bien. Ha sido un accidente. Se le ha olvidado cerrar la puerta. Ha vaciado la pipa antes de que estuviera apagada y eso ha provocado un fuego sin llama. La figura que ha visto era alguien de Toynton Grange que daba un inocente paseo por el promontorio, demasiado abrigada para la epoca del ano y tan inmersa en la belleza de la naturaleza que, ya fuera hombre o mujer, no le ha oido gritar, ni ha olido el fuego ni ha advertido el humo. ?Luego que ha ocurrido?
– ?Quiere decir despues de ver la figura? Nada. Naturalmente, me he dado cuenta de que no podia salir por las ventanas, he vuelto a bajar a la habitacion central y he abierto la puerta que da a la planta baja. Lo ultimo que recuerdo es una gran masa de humo sofocante y un frente de llamas. El humo me ahogaba. Parecia que las llamas me quemaban los ojos. No he tenido tiempo ni de volver a cerrar la puerta y me he sentido vencido. Supongo que hubiera tenido que cerrar las dos puertas y quedarme quieto, pero no es facil tomar decisiones sensatas en ese estado de panico.
– ?Cuantas personas saben que le tiene mas miedo de lo normal al fuego? -inquirio Dalgliesh.
– La mayoria, me imagino, creo yo. Es posible que no sepan lo obsesivo y personal que es el miedo que siento, pero saben que me preocupa. Insisto en que todos los pacientes duerman en la planta baja. Siempre me angustia la habitacion reservada a los enfermos y no queria que Henry se alojara en un dormitorio del primer piso. Pero alguien tiene que dormir en la zona principal de la casa y la habitacion de los enfermos tiene que estar cerca del consultorio y de los cuartos de las enfermeras por si hay alguna urgencia de noche. Es logico y prudente tener miedo de los incendios en un sitio como este. Sin embargo, la prudencia nada tiene que ver con el terror que me entra en cuanto veo humo o llamas.
Se llevo la mano a los ojos y se dieron cuenta de que se habia echado a temblar. Julius contemplo la agitada figura casi con interes clinico.
– Voy a buscar a la senorita Moxon -dijo Dalgliesh.
Apenas se habia vuelto para encaminarse a la puerta cuando Anstey alargo una mano de protesta. Los temblores habian cesado. Mirando a Julius, dijo:
– Cree que el trabajo que estoy haciendo aqui merece la pena, ?verdad?
Dalgliesh penso que le habia parecido advertir una fraccion de segundo de pausa antes de que Julius respondiera sin entusiasmo:
– Claro que si.
– ?No lo dira solo para contentarme? ?Lo cree?
– Si no, no lo diria.
– Claro que no. Perdoneme. ?Coincide conmigo en que el trabajo es mas importante que el hombre?
– Eso ya es mas dificil. Podria aducir que el trabajo es el hombre.
– Aqui no. Esto ya esta encarrilado, podria seguir adelante sin mi de ser necesario.
– Claro que podria, si dispusiera de los medios adecuados y si el Estado continuara mandando pacientes subvencionados. Pero no tiene por que seguir sin usted si actua con sensatez en lugar de como un vacilante heroe de un drama televisivo de tercera. No es su papel, Wilfred.
– Ya trato de actuar con sensatez, y valiente no lo soy en absoluto. Carezco de coraje fisico. Es la virtud que mas lamento no tener. Ustedes dos la tienen; no, no me lo discutan. Lo se, y los envidio. Pero en esta situacion no me hace falta valor. Lo que pasa es que no acabo de creer que alguien trate de matarme. -Se volvio hacia Dalgliesh y anadio-: Expliqueselo, Adam. Usted debe de entender lo que quiero decir.
– Podria decirse que ninguno de los dos intentos ha sido serio -dijo el aludido con precaucion-. ?La cuerda deshilachada? No es un metodo muy seguro y la mayoria de la gente debe de saber que no se le ocurriria empezar una escalada sin comprobar el equipo y que desde luego nunca lo haria solo. En cuanto a la pequena charada de esta tarde, seguramente nada le habria pasado si hubiera cerrado las dos puertas y se hubiera quedado en la habitacion de arriba; habria tenido mucho calor, pero no habria corrido demasiado peligro. El fuego habria acabado por extinguirse. Ha sido abrir la puerta de en medio y aspirar el humo