laboratorio que le echen una mirada al whisky. Pero esos dos trabajitos no deben retrasar la investigacion. El senor Anstey desea que se solvente lo antes posible para que no interfiera con la peregrinacion a Lourdes programada para el veintitres. El funeral a nadie parece preocuparle. Puede esperar hasta la vuelta. No veo razon para que no vayan si el laboratorio puede hacer los analisis de prisa. Y sabemos que al whisky no le pasa nada. Court no parece afectado. Me intriga, senor Dalgliesh, por que habra tomado ese trago. Ah, y el whisky se lo habia regalado el, media docena de botellas para su cumpleanos, que es el 11 de septiembre. Un caballero generoso.
– Ya sospechaba yo que el whisky se lo proporcionaba el, pero no creo que se lo tomara para ahorrarles trabajo a los del laboratorio. Lo necesitaba.
– Court insiste en su teoria de que no pretendia matarse -comento Daniel pensativo con la mirada fija en el vaso medio vacio-, que todo era una comedia, un desesperado intento por llamar la atencion. Es muy posible que escogiera el momento. Estaban solos reunidos tomando una importante decision que afectaba el futuro de ella y, sin embargo, habia sido excluida. Quiza tenga razon; a lo mejor el jurado asi lo cree. Pero al marido no le proporcionara mucho consuelo.
Hewson podia buscar consuelo en otro sitio, penso Dalgliesh, y dijo:
– No parece propio de su caracter. Me la imagino capaz de hacer alguna maniobra dramatica, aunque solo fuera por romper la monotonia, pero lo que no me imagino es que pudiera desear quedarse en Toynton Grange como una suicida fracasada, atraer el desprecio compasivo que siente la gente hacia quien no es siquiera capaz de matarse. Mi problema es que un intento genuino de suicidio todavia me cuadra menos.
– Quiza no esperaba tener que quedarse en Toynton Grange.
Quiza lo que pretendia era convencer a su marido de que se mataria si no buscaba otro trabajo. No creo que muchos hombres corrieran ese riesgo. Pero se mato, senor Dalgliesh, tanto si lo pretendia como si no. Este caso se basa en dos pruebas: el relato de la enfermera Rainer referente a la cuerda y la nota suicida. Si Rainer convence al jurado y el grafologo confirma que la senora Hewson fue la autora de la nota, yo daria el veredicto por seguro. Concuerde o no con su caracter, no se pueden dejar las pruebas de lado.
Sin embargo, habia otra prueba, penso Dalgliesh, menos clara pero que no dejaba de tener interes.
– Parecia que iba a ir a algun sitio, o al menos que esperaba visita - dijo-. Acababa de banarse, tenia los poros llenos de polvos. Se habia maquillado y se habia pintado las unas. No iba vestida para una solitaria velada en casa.
– Eso ha dicho su marido. Yo he pensado que parecia que se habia emperifollado. Eso podria sustentar la teoria del intento de suicidio fingido. Si piensas ser el centro de atencion, es logico vestirse para la ocasion. No hay pruebas de que tuviera alguna visita, aunque es cierto que con la niebla nadie se hubiera dado cuenta. Y dudo de que se hubiera podido orientar despues de dejar la carretera. Por otra parte, si pensaba marcharse de Toynton, alguien tenia que venir a buscarla. Los Hewson no tienen coche. El senor Anstey no permite a sus empleados disponer de medio de transporte particular, hoy no hay autobus y hemos llamado a las agencias de alquiler.
– No ha perdido el tiempo, ?eh?
– Era cuestion de unas pocas llamadas, senor Dalgliesh. Me gusta dejar estos detalles zanjados a medida que se me van ocurriendo.
– No me imagino a Maggie sentada sola en casa mientras los demas decidian su futuro. Era amiga de un abogado de Wareham, Robert Loder. ?Supongo que no tenia que venir a verla?
Daniel echo el robusto cuerpo hacia adelante y lanzo otro tronco al fuego, que ardia perezosamente, como si la chimenea estuviera obturada por la niebla.
– El amiguito. No es usted el unico que lo ha sugerido, senor Dalgliesh. Tambien a mi se me ha ocurrido llamar a casa de ese caballero para hablar con el. El senor Loder esta en el Hospital General Poole sometiendose a una operacion de hemorroides. Lo ingresaron ayer y le habian avisado con una semana de antelacion. Una situacion desagradable y dolorosa, no muy oportuna para planear una huida con la esposa de otro.
– ?Y la unica persona de Toynton que si dispone de coche propio, Court?
– Si, se lo he planteado, pero me ha contestado de una manera definitiva y poco caballerosa. En resumen, que hubiera hecho cualquier cosa por la querida Maggie, pero que la autoconservacion era la primera ley de la naturaleza y que casualmente sus gustos no iban por ese camino. No es que se opusiera a la idea de que se marchara de Toynton; de hecho, se la sugirio el, aunque no se como la relaciona con la opinion de que la senora Hewson fingio el intento de suicidio. No pueden ser ciertas las dos teorias.
– ?Que ha encontrado en el bolso, un anticonceptivo?
– Ah, se ha fijado, ?eh? Si, el diafragma. Por lo visto, no tomaba la pildora. Court trato de actuar con tacto, pero, como le he dicho, en la muerte violenta no hay lugar para el tacto. Se trata de la unica catastrofe social para la que no sirven los libros de urbanidad. Es la mayor indicacion de que tal vez pensara marcharse, eso y el pasaporte. Ambas cosas estaban en el bolso. Se podria decir que estaba preparada para una eventualidad.
– Estaba preparada con las dos cosas que no podia conseguir en una breve visita a cualquier farmacia. Supongo que se podria aducir que es logico guardar el pasaporte en el bolso, pero, ?y lo otro?
– ?Quien sabe cuanto tiempo llevaba alli? Ademas, las mujeres guardan las cosas en sitios disparatados. No tiene sentido darle demasiadas vueltas. Tampoco hay razon para suponer que ambos estaban dispuestos a marcharse. A mi modo de ver, el esta tan atado a Anstey y a la residencia como cualquier paciente, pobre diablo. Conoce su historia, supongo.
– No mucho. Ya le he dicho que he procurado no inmiscuirme demasiado.
– Yo tuve un sargento como el en una ocasion. Las mujeres no lo dejaban en paz. Debe de ser esa apariencia vulnerable, de nino perdido, que tienen. Se llamaba Purkiss, el pobre hombre. No podia vivir con las mujeres y tampoco podia vivir sin ellas. Le destrozaron la carrera. Ahora tiene un garaje, cerca de Market Harborough, me han dicho. Y para Hewson es peor. Ni siquiera le gusta su trabajo. Lo obligo una de esas madres autoritarias, me imagino, viuda y decidida a convertir en medico a su corderito. Supongo que es logico. Es el equivalente moderno del sacerdocio, ?no le parece? Me ha dicho que los estudios no le fueron mal. Tiene una memoria fenomenal y se acuerda de todo. Es la responsabilidad lo que le cuesta aceptar. Bueno, Toynton Grange es poco conflictiva a ese respecto. Los pacientes son incurables y ni ellos ni nadie esperan demasiado de el. El senor Anstey le escribio y lo contrato, me da la impresion, despues de que lo expulsaran del colegio de medicos. Habia tenido un idilio con una paciente, una chica de dieciseis anos. Se insinuo que hacia un ano que duraba, pero tuvo suerte. La chica no se aparto de la historia. Aqui en Toynton Grange no podia recetar drogas peligrosas ni firmar certificados de defuncion, claro, hasta que lo rehabilitaron hace seis meses. Sin embargo, no podian privarlo de sus conocimientos medicos y sin duda al senor Anstey le resulto util.
– Y barato.
– Si, claro. Y ahora no quiere marcharse. Supongo que podria haber matado a su mujer para que dejara de protestar, pero personalmente no lo creo, y tampoco lo creera jurado alguno. Es de los que se las arreglan para que una mujer les haga el trabajo sucio.
– ?Helen Rainer?
– Seria una locura, ?no cree usted, senor Dalgliesh? ?Y las pruebas?
Dalgliesh penso si debia hablarle a Daniel de la conversacion entre Maggie y su marido que habia oido despues del incendio, pero lo descarto. Hewson o bien lo negaria o lo explicaria. Seguramente en un sitio como Toynton Grange habia una docena de secretitos. Daniel se sentiria