habitantes de Toynton Grange parecian tan decididos a no interponerse en el camino de Dalgliesh como el a evitarlos. Nadie, ni siquiera Julius, demostro inclinacion alguna a hablar de la muerte de Maggie. Era como si ahora solo lo vieran en cuanto policia, un intruso inoportuno de incierta filiacion, un espia en potencia. Cada manana se marchaba de Toynton en coche y regresaba cada noche en medio del silencio y la oscuridad. Ni las actividades policiales ni la vida de Toynton Grange lo alcanzaban. Proseguia su diaria e impulsiva exploracion de Dorset como un preso de permiso y esperaba con ansiedad que llegara el dia del juicio, la liberacion definitiva.
Y por fin llego. Ninguno de los pacientes de Toynton Grange asistio, a excepcion de Henry Carwardine, sorprendentemente, pues no habia sido llamado a declarar. Mientras los asistentes se congregaban en reverentes grupitos murmuradores ante el juzgado en la habitual espera desorganizada que sigue a los rituales publicos mas sombrios, Carwardine acerco la silla con vigorosos movimientos de los brazos adonde estaba Dalgliesh. Parecia euforico.
– Este ceremonial de atar cabos legales sueltos no es tan novedoso para usted como para mi. Pero en este caso ha sido muy interesante. Menos fascinante en los aspectos tecnicos y forenses que el de Holroyd, pero con mayor interes humano.
– Parece usted un experto en juicios.
– Si continuamos asi en Toynton Grange, pronto lo sere. Helen Rainer ha sido la estrella de hoy. Ese extraordinario traje y ese sombrero que se ha puesto supongo que debian de ser el uniforme de la enfermera oficial. Una leccion muy sensata. El cabello recogido, ni un vestigio de maquillaje, un aire general de abnegada profesionalidad. «Quiza la senora Hewson creia que habia algo entre su esposo y yo, pero tenia demasiado tiempo para pensar. Naturalmente, el doctor Hewson y yo colaboramos estrechamente. Tengo una gran opinion de su manera de ser y de su competencia, pero nunca ha habido algo incorrecto entre nosotros. El doctor Hewson era fiel a su esposa.» ?Nada incorrecto! Jamas habia pensado que se usara realmente esa expresion.
– En los juicios si -dijo Dalgliesh-. ?Cree usted que la ha creido el jurado?
– Yo creo que si, ?usted no? Es dificil imaginarse a nuestra dama de la Cruz Roja vestida como esta tarde de jamete gris, bueno, gabardina, mistica y maravillosa, retozando entre las sabanas. Creo que ha hecho bien en admitir que Hewson y ella pasaron la hora de meditacion juntos en su habitacion explicando que ello se debia a que ambos habian decidido ya y no podian permitirse desperdiciar una hora dandole vueltas a lo mismo con tantos asuntos profesionales que tratar como tenian.
– Tenian que arriesgarse a proporcionarse una coartada a cambio de poner en peligro su reputacion. En general, han hecho bien.
Henry hizo girar la silla de ruedas con agresiva exuberancia.
– Pero ha dejado bastante perplejos a los honrados jurados de Dorset. Se les notaba lo que estaban pensando: Si no son amantes, ?por que estaban encerrados juntos? Pero, si estaban juntos, Hewson no pudo matar a su esposa. No obstante, de no ser amantes, no tenia motivo para matarla. Y si tenia motivo, ?por que admitir que estaban juntos? Evidentemente, para proporcionarle coartada a el. Pero no hubiera necesitado coartada de no tener el motivo de siempre. Y teniendo motivo, era logico que la chicha y el estuvieran juntos. Desconcertante.
– ?Que le ha parecido la actuacion de Hewson? -pregunto Dalgliesh, divertido.
– Tambien lo ha hecho bien. No con la misma competencia e imparcialidad profesional de usted, querido comandante, pero tranquilo, sincero y con la natural afliccion valientemente dominada. Muy sensato por su parte admitir que Maggie deseaba desesperadamente que dejara Toynton Grange pero que el sentia una obligacion para con Wilfred, «que me dio trabajo cuando no me resultaba facil encontrar empleo». Sin mencionar, claro, que habia sido expulsado del colegio de medicos. Y nadie ha tenido la falta de tacto necesaria para aclararlo.
– Y tampoco nadie ha tenido la falta de tacto necesaria para insinuar que Helen y el podian estar mintiendo sobre su relacion.
– ?Que esperaba? Lo que sabe la gente y lo que pueden demostrar legalmente, o lo que se atreven a declarar en un tribunal de justicia, son dos cosas distintas. Ademas, debemos proteger a toda costa a nuestro querido Wilfred de los peligros de la verdad. No, a mi me ha parecido que ha ido muy bien. Suicidio por desequilibrio mental transitorio, etc., etc. ?Pobre Maggie! Estigmatizada como una zorra egoista en busca de placer, adicta a la botella, sin comprender la dedicacion de su marido a la noble profesion y ni siquiera capaz de mantener un hogar acogedor para el. La insinuacion de Court en el sentido de que podia haber sido una muerte accidental, una comedia que se salio de madre, no ha merecido el credito del jurado, ?verdad? Han llegado a la conclusion de que una mujer que se bebia casi una botella entera de whisky, cogia una cuerda y escribia una carta de despedida llevaba la comedia demasiado lejos y le han hecho el cumplido de creer que pretendia hacer lo que hizo. Me ha parecido que el experto forense ha sido muy estricto en su opinion, dada la naturaleza fundamentalmente subjetiva del examen del documento. Parece que no le queda duda alguna de que Maggie lo escribio.
– Las primeras cuatro lineas, que son las unicas sobre las que se ha atrevido a pronunciarse. ?Que le ha parecido el veredicto?
– Bueno, estoy de acuerdo con Julius. Ella pretendia que la bajaran a tiempo en medio del alboroto general. Pero con una botella de whisky en el cuerpo no pudo siquiera representar su propia resurreccion. Julius me hizo una descripcion grafica del drama de Villa Caridad, con el impresionante debut de Helen en el papel de lady Macbeth:
El rostro y la voz de Dalgliesh eran totalmente inexpresivos cuando dijo:
– Muy entretenido para los dos. Es una lastima que Court no estuviera tan frio en aquel momento, quizas hubiera resultado util en lugar de comportarse como un mariquita histerico.
Henry sonrio, satisfecho por haber provocado la respuesta deseada.
– ?Asi que no le resulta simpatico? Y sospecho que tampoco se lo resultaba a su amigo de las ordenes sagradas.
– Ya se que no es asunto mio -dijo Dalgliesh impulsivamente-, pero ?no es hora ya de que se vaya de Toynton Grange?
– ?Que me vaya? ?Adonde sugiere?
– Debe de haber otros sitios.
– El mundo esta lleno de sitios. Pero, ?que cree usted que podria hacer, ser o esperar yo en ellos? Lo cierto es que en una ocasion si pensaba marcharme, pero era un sueno de lo mas iluso. No, me quedo. Ridgewell tiene la profesionalidad y la experiencia que le faltan a Anstey. En otro sitio podria estar peor aun. Ademas, Wilfred tambien se quedara y yo estoy en deuda con el. Entre tanto, cuando haya terminado esta formalidad, todos podremos descansar y manana emprender el viaje a Lourdes en paz. Deberia usted venir con nosotros, Dalgliesh. Lleva tanto tiempo aqui que me hace pensar que le gusta nuestra compania. Ademas, me parece que la convalecencia no le ha servido de mucho. ?Por que no viene a Lourdes a ver si le hace bien el olor a incienso y el cambio de aires?
El autobus de Toynton Grange, conducido por Philby, se habia detenido junto a ellos y estaba descendiendo la rampa posterior. Dalgliesh observo en silencio como Eric y Helen se separaban de Wilfred, agarraban simultaneamente las empunaduras y empujaban a Henry con energia hacia el autobus. La rampa ascendio. Wilfred ocupo su lugar junto a Philby y el vehiculo de Toynton Grange desaparecio de la vista.
El coronel Ridgewell y los demas directivos llegaron despues del