se obstino en no dejar el cuerpo.
Debia de haber sido un sobresalto semejante al de encontrar a Wilfred casi asfixiado. El terror de Julius era autentico tanto entonces como despues de la muerte de Maggie.
– ?Y a Holroyd lo empujaron por el acantilado por la misma razon, para evitar que hablara?
Julius se echo a reir.
– Esto le divertira. Fue una deliciosa ironia. Yo ni siquiera sabia que Maggie se lo habia contado a Holroyd hasta que le puse a prueba despues de la muerte. Dennis no llego a enterarse. Holroyd empezo a burlarse de Dennis como solia hacer. Dennis estaba bastante acostumbrado y se limito a alejarse de el con su libro. Entonces Holroyd inicio una linea de tormento un poco mas siniestra. Comenzo a gritarle. Le pregunto que diria Wilfred cuando se enterara de que sus maravillosas peregrinaciones eran un fraude, que la propia Toynton Grange se basaba en una mentira. Le dijo a Dennis que sacara todo lo que pudiera de la proxima peregrinacion porque sin duda seria la ultima. A Dennis le entro el panico, penso que Holroyd habia descubierto el contrabando de droga. No se detuvo a pensar como demonios lo habia averiguado. Luego me dijo que ni siquiera recordaba haberse puesto en pie, haber soltado lo frenos ni haber empujado la silla. Pero lo hizo, claro. Nadie mas pudo hacerlo. No hubiera podido aterrizar donde aterrizo si no se hubiera despenado con considerable impulso. Yo estaba en la playa cuando cayo. Una de las cosas irritantes de ese asesinato es que nadie se ha compadecido de mi por la traumatica experiencia de ver a Holroyd aplastado a unos veinte metros de distancia. Espero que ahora hable usted.
Dalgliesh penso que la muerte debia de haberle venido bien en dos sentidos: se quitaba de en medio a Holroyd, y lo que sabia, y ponia a Dennis definitivamente a su merced.
– Y se libro de las dos piezas de la silla de ruedas mientras Lerner iba a buscar ayuda.
– Las escondi a unos cincuenta metros en una profunda hendidura que quedaba entre dos rocas. En ese momento me parecio una buena manera de complicar el caso. Sin los frenos nadie podria estar seguro de que no habia sido un accidente. Pensandolo bien, deberia haberlo dejado todo tal como estaba y haber permitido que se supusiera que Holroyd se habia suicidado. Esencialmente eso es lo que hizo y asi se lo he hecho ver a Dennis.
– ?Que piensa hacer ahora? -pregunto Dalgliesh.
– Meterle una bala en la cabeza, esconder su cuerpo en su propio coche y librarme de los dos juntos. Es un metodo muy trillado, ya lo se, pero tengo entendido que funciona.
Dalgliesh se echo a reir y se sorprendio de que tal sonido pudiera parecer espontaneo.
– Deduzco que se propone conducir unos cien kilometros en un coche facilmente identificable con el cadaver de un comandante de la policia metropolitana en el maletero, su propio maletero, casualmente. Varios hombres conocidos mios de las secciones de maxima seguridad de Parkhurst y Durham admirarian su valor, aunque no les apeteciera demasiado la perspectiva de acogerlo en su compania. Son un grupito pendenciero y poco civilizado. Me parece que no tendran gran cosa en comun.
– Yo correre el riesgo, pero usted estara muerto.
– Claro. Y de hecho usted tambien desde el momento en que la bala penetre en mi cuerpo, a no ser que considere que cumplir cadena perpetua es vivir. Aunque intente falsificar las huellas digitales del gatillo, sabran que he sido asesinado. No soy de los que se suicidan ni de los que se adentran en bosques o canteras remotas para pegarme un balazo en el cerebro. Las pruebas forenses daran al laboratorio un dia de trabajo facil.
– Eso si encuentran el cuerpo. ?Cuanto tardan en empezar a buscar? ?Tres semanas?
– Buscaran bien. Si a usted se le ocurre un sitio apropiado para abandonarme a mi y al coche, a ellos tambien puede ocurrirseles. No se imagine que la policia no sabe interpretar mapas. Y, ?como piensa regresar aqui? ?Cogiendo un tren en Bournemouth o Winchester, haciendo autoestop, alquilando una bicicleta, andando toda la noche? No podria seguir hasta Londres en tren fingiendo que lo habia cogido en Wareham, es una estacion pequena y lo conocen. Se acordarian de si habia pasado por alli.
– Tiene razon, por supuesto -dijo Julius pensativo-. Entonces tendra que ser el acantilado. Tendran que sacarlo del mar.
– ?Con una bala en la cabeza? ?O espera que me tire por el precipicio para tenerlo contento? Podria ejercitar su fuerza fisica, claro, pero tendria que acercarse peligrosamente, lo suficiente para entablar una pelea. Estamos bastante igualados. Y supongo que no pensara caer conmigo. Una vez encuentren la bala y el cuerpo, esta usted acabado. El camino empieza aqui, recuerdelo. La ultima vez que fui visto con vida fue cuando partio el autobus de Toynton Grange, y aqui no quedamos mas que nosotros dos.
Fue entonces cuando simultaneamente oyeron que alguien llamaba a la puerta principal. Al sonido, seco como un disparo, siguio el tableteo de unos pasos, pesados y firmes, que atravesaban el vestibulo.
Capitulo 37
De repente, Julius dijo:
– Grite y los matare a los dos. Coloquese a la izquierda de la puerta.
El ruido de los pasos que atravesaban el vestibulo alcanzo un volumen sobrenatural en el pavoroso silencio. Los dos hombres contuvieron la respiracion.
Philby aparecio en la puerta y vio la pistola inmediatamente. Abrio unos ojos como platos y luego se puso a parpadear de manera frenetica. Paso la vista de un hombre a otro. Al hablar lo hizo con voz ronca, como disculpandose, y se dirigio a Dalgliesh a la manera de un nino que explica una fechoria.
– Wilfred me ha hecho regresar. Dot pensaba que se habia dejado el gas encendido. -Volvio la vista hacia Julius y en esta ocasion el terror era inconfundible-. ?No! -dijo.
Y casi en el mismo instante Julius disparo. El chasquido del revolver, aunque previsible, resultaba igualmente espeluznante, igualmente increible. El cuerpo de Philby se puso rigido, oscilo y luego cayo hacia atras como un arbol cortado con un estruendo que hizo temblar la habitacion. La bala habia penetrado justo entre los dos ojos. Dalgliesh sabia que alli era donde la habia mandado Julius, que habia usado aquel asesinato necesario para demostrar que sabia usar un arma. Habia sido un blanco de practicas.
Apunto nuevamente a Dalgliesh, y dijo con calma:
– Acerquese a el.
Dalgliesh se inclino sobre el muerto. Los ojos todavia parecian retener la ultima mirada de tremenda sorpresa. La herida era una agujero limpio y grumoso que se abria en la parte baja de la abultada frente, tan pulcro que hubiera podido utilizarse en una demostracion de balistica forense sobre el efecto de una descarga a un metro y medio de distancia. No habia senales de polvora y 'muy poca sangre, unicamente la tiznadura de la piel causada por la rotacion de la bala. Era un estigma preciso, casi decorativo, y no constituia indice de la destruccion que estaba teniendo lugar dentro.
– Con esto estamos en paz por lo del busto hecho anicos. ?Hay herida de salida?
Dalgliesh volvio suavemente la pesada cabeza.
– No. Ha debido de topar con un hueso.
– Tal como queria yo. Quedan dos balas. Pero esto nos viene bien, comandante. Se equivocaba al decir que yo seria la ultima persona en verlo vivo. Me ire en el coche para buscar coartada y a los ojos de la policia la ultima persona que lo habra visto vivo sera Philby, un criminal con propension a la violencia. Dos cuerpos en el mar con heridas de bala. Una pistola, con licencia, he de decir, robada del cajon de mi mesilla de noche. Que la policia se invente una teoria que lo explique. No les sera dificil. ?Hay sangre?