cualificado, y hacerlo igual de bien?

Sin embargo, dejarle ahora seguiria siendo una traicion a un hombre a quien veneraba. No dejarle seria una traicion a si mismo y a Candace, la hermana que, como le queria, sabia que debia liberarse y le animaba a tener el valor de actuar. A ella nunca le habia faltado valor. Marcus habia dormido en la Casa de Piedra y pasado suficiente tiempo alli durante la ultima enfermedad de su padre para llegar a tener alguna idea de lo que Candace habia tenido que aguantar aquellos dos anos. Y ahora ella se habia quedado sin trabajo, sin ningun otro a la vista, y con la posibilidad de que el se marchara a Africa. Es lo que Candace queria para el, se habia esforzado para hacerlo factible y le habia animado a ello, pero Marcus sabia que entonces ella se quedaria sola. Estaba a punto de abandonar a las dos personas que lo amaban -Candace y Eric-, y a George Chandler-Powell, el hombre a quien mas admiraba.

Su vida era un lio. Cierta parte de su caracter, timido, indolente, sin confianza en si mismo, habia generado el habito de mostrarse indeciso, de dejar que las cosas se arreglaran solas, como si Marcus hubiera puesto su fe en una providencia benevolente que, si se la dejaba, actuaria en su nombre. En los tres anos que habia pasado en la Mansion, ?cuanto de eso correspondia a la lealtad, la gratitud, la satisfaccion de aprender de un hombre situado en lo mas alto de su profesion, el deseo de no decepcionarle? Todo habia desempenado su papel, pero basicamente se habia quedado porque eso era mas facil que afrontar la decision de marcharse. Pero la afrontaria ahora. Soltaria amarras y no solo fisicamente. En Africa todo seria diferente, mas profundo, mas duradero que cualquier cosa que hubiera hecho en la Mansion. Tenia que hacer algo nuevo, y si esto exigia escapar, escaparia hacia la gente que necesitaba desesperadamente su destreza, hacia ninos de ojos muy abiertos con atroces labios leporinos no tratados, hacia victimas de la lepra que precisaban ser aceptadas y reconstruidas, hacia quienes tuvieran cicatrices, hacia los desfigurados y los rechazados. Le hacia falta respirar un aire mas fuerte. Si no se enfrentaba ahora a Chandler-Powell, nunca tendria el coraje de actuar.

Se levanto con rigidez y camino como un viejo hasta la puerta, se paro un instante, y acto seguido echo a andar decidido hacia la Mansion, como un soldado dirigiendose a la batalla.

10

Marcus encontro a Chandler-Powell en la sala de operaciones. Estaba solo, ocupado en revisar un nuevo envio de instrumentos, examinando cada uno minuciosamente, dandole vueltas en la mano y devolviendolo a la bandeja con una especie de reverencia. Era un trabajo para un ayudante de quirofano, y Joe Maskell llegaria a las siete de la manana siguiente para preparar la primera operacion del dia. Marcus sabia que verificar los instrumentos no significaba que Chandler-Powell tuviera poca confianza en Joe -no contrataba a nadie en quien no pudiera confiar-, pero tenia dos grandes pasiones, su trabajo y su casa, y ahora era como un nino con sus juguetes favoritos.

– Si tienes tiempo, me gustaria hablar un momento contigo -dijo Marcus.

Incluso a el mismo su voz le parecio poco natural, con un tono extrano. Chandler-Powell no levanto la vista.

– Depende de lo que entiendas por un momento. ?Se trata de una conversacion seria?

– Supongo que si.

– Entonces terminare esto e iremos a la oficina.

Para Marcus habia algo intimidante en la idea. Le recordo demasiado las veces que su padre lo mandaba llamar cuando nino. Ojala pudiera hablar ahora y acabar de una vez. Pero espero a que se hubiera cerrado el ultimo cajon; entonces George Chandler-Powell dirigio sus pasos a la puerta del jardin, y cruzando la parte trasera de la casa y el vestibulo, ambos llegaron a la oficina. Lettie Frensham estaba sentada ante su ordenador, pero, cuando los vio entrar, murmuro una disculpa en voz baja y se fue discretamente. Chandler-Powell se sento frente a una mesa, indico a Marcus una silla y se quedo esperando. Marcus intento convencerse a si mismo de que el silencio no era una impaciencia cuidadosamente controlada.

Como parecia improbable que George fuera el primero en hablar, Marcus dijo:

– He tomado una decision sobre Africa. Quiero hacerte saber que finalmente me incorporare al equipo del senor Greenfield. Te agradecere que en el espacio de tres meses me releves de mis obligaciones.

– Supongo que has estado en Londres y has hablado con el senor Greenfield -dijo Chandler-Powell-. Y sin duda el te haria notar algunos problemas, el futuro de tu carrera entre ellos.

– Si, asi es.

– Matthew Greenfield es uno de los mejores cirujanos plasticos de Europa, seguramente esta entre los seis mejores del mundo. Tambien es un profesor brillante. Podemos dar por sentada su capacidad: FRCS, [1] FRCS (plastico), Maestro en Cirugia. Va a Africa a dar clase y a abrir un centro de excelencia. Esto es lo que quieren los africanos, aprender a arreglarselas solos, que no tengan que ir siempre los blancos a ocuparse de todo.

– No pensaba en ocuparme de nada, solo en ayudar. Hay mucho que hacer. El senor Greenfield cree que yo podria ser util.

– Naturalmente que lo cree; de lo contrario no desperdiciaria su tiempo contigo. Pero ?que crees que estas ofreciendo exactamente? Eres FRCS y un cirujano competente, pero no estas cualificado para ensenar, ni siquiera para enfrentarte sin ayuda a los casos mas complicados. Ademas, un ano en Africa afectara seriamente a tu carrera, bueno, eso si consideras que tienes una. Quedarte aqui no te ha resultado practico, te lo dije el primer dia. Esta nueva ACM, Actualizacion de Carreras Medicas, hace que los planes de formacion sean mucho mas rigidos. Los internos se han convertido en medicos tras un ano preparatorio, y todos sabemos el lio que esta montando aqui el gobierno, los especialistas se van, los jefes de admisiones son aprendices de cirujano en practicas, y quien sabe cuanto durara esto antes de que se les ocurra algo, mas formularios que rellenar, mas burocracia, mas dificultades para la gente que quiere seguir trabajando. Pero una cosa es segura. Si quieres hacer una carrera como cirujano, has de estar en el plan de formacion, y esto se ha vuelto muy rigido. Seria posible reincorporarte, y yo echaria una mano, pero no si te vas de excursion a Africa. Porque no es que vayas por motivos religiosos. Si asi fuera, no lo apoyaria pero podria comprenderlo… bueno, si no comprenderlo, aceptarlo. Hay gente asi, pero nunca te he tenido por alguien especialmente devoto.

– No, no pretendo serlo.

– Bueno, ?que reivindicas, entonces? ?La beneficencia universal? ?La culpa poscolonial? Se que esto aun goza de cierta popularidad.

– George, tengo un trabajo util que hacer. No reivindico nada salvo esta clara conviccion de que Africa me iria bien. No puedo quedarme aqui indefinidamente, tu mismo lo has dicho.

– No te estoy pidiendo que te quedes. Solo te pido que reflexiones detenidamente sobre que rumbo quieres que tome tu carrera. Si quieres hacer carrera como cirujano, claro. Pero si ya has tomado una decision, no voy a gastar saliva intentando convencerte. Sugiero que te lo pienses bien; de momento me queda claro que en tres meses necesitare a alguien que te sustituya.

– Se que para ti sera un inconveniente, y lo lamento. Y se cuanto te debo. Te estoy agradecido. Siempre lo estare.

– Estos gimoteos de gratitud sobran. Entre colegas «gratitud» nunca es una palabra agradable. Damos por hecho que te vas dentro de tres meses. Espero que en Africa encuentres lo que estas buscando, sea lo que fuere. ?O la cuestion esta en quitarte de encima algo de lo que estas huyendo? Si esto es todo, ahora me gustaria poder usar la oficina.

Habia otra cosa, y Marcus se armo de valor para decirla. Se habian pronunciado palabras que habian destruido una relacion. Ya nada podia ser peor.

– Se trata de una paciente, Rhoda Gradwyn. Ahora esta aqui.

– Ya lo se. Y regresara en dos semanas para su operacion, a menos que no le guste la Mansion y prefiera una

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