Helena sabia que Chandler-Powell habia ido a la Casa de Piedra y no se sorprendio cuando, al cabo de veinte minutos de que George hubiera regresado, aparecio en la oficina Candace, que dijo sin rodeos:
– Hay algo de lo que queria hablar contigo. Dos cosas, de hecho. Rhoda Gradwyn. Ayer la vi llegar, al menos vi un BMW que pasaba y supuse que era ella. ?Cuando se va?
– No se va, al menos no hoy. Ha hecho una reserva para otra noche.
– ?Y has aceptado?
– No podia negarme sin darle una explicacion, y no tenia ninguna. La habitacion estaba desocupada. He llamado a George, y no parecia importarle.
– Claro. Los ingresos por un dia adicional y sin ninguna molestia para el.
– Sin ninguna molestia para nosotros tampoco -matizo Helena.
Hablo sin resentimiento. Para ella, George Chandler-Powell se comportaba de manera razonable. De todos modos, ya encontraria el momento de hablar con el sobre esas estancias de una noche. ?De veras hacia falta echar un vistazo preliminar a las instalaciones? Helena no queria que la Mansion degenerase en una pension. Pensandolo bien, quiza seria mas sensato no plantear el asunto. El siempre se habia mostrado ferviente partidario de dar a los pacientes la oportunidad de ver antes donde tendria lugar la intervencion. Consideraria intolerable cualquier intromision en su criterio clinico. La relacion entre los dos nunca habia quedado definida claramente, pero ambos sabian cual era su sitio. El nunca se inmiscuia en la gestion interna de la Mansion; ella no tenia ningun papel en la esfera clinica.
– ?Y va a volver? -pregunto Candace.
– Supongo que si, dentro de dos semanas -dijo Helena. Hubo un silencio-. ?Por que te importa tanto? Es una paciente como las demas. Ha reservado habitacion para una semana de convalecencia despues de la operacion, pero siendo diciembre no creo que aguante hasta el final. Probablemente querra regresar a la ciudad. En todo caso, no veo que vaya a dar la lata mas que los otros pacientes. Tal vez menos incluso.
– Depende de lo que entiendas tu por dar la lata. Es una periodista de investigacion. Siempre anda a la caza de una historia. Y si quiere material para un articulo nuevo, lo encontrara, aunque solo sea una diatriba sobre la vanidad y la estupidez de algunos de nuestros pacientes. Al fin y al cabo, les hemos garantizado discrecion y seguridad. No entiendo como puedes esperar discrecion con una periodista de investigacion residiendo aqui, esta en especial.
– Solo estaran ingresadas ella y la senora Skeffington -senalo Helena-. No lo tendra facil para encontrar mas de un ejemplo de vanidad y estupidez sobre el que escribir.
Pero hay algo mas. ? Por que se preocupa Candace de que la clinica prospere o fracase una vez su hermano se haya marchado?
– Es algo personal, ?verdad? -dijo Helena-. Seguro.
Candace se volvio. Helena lamento el repentino impulso que le hizo formular la pregunta. Las dos trabajaban bien juntas, se respetaban, al menos en lo profesional. No era cuestion de comenzar a explorar esas esferas privadas que, como la suya, tenian puesto un letrero de «prohibido el paso».
Hubo unos instantes de silencio; luego Helena dijo:
– Decias que eran dos cosas.
– Le he preguntado a George si podia quedarme otros seis meses, quizas hasta un ano. Si crees que puedo ser util, seguire ayudando en la contabilidad y en la oficina en general. Evidentemente, en cuanto Marcus se haya ido pagare un alquiler como es debido. Pero no quiero quedarme si tu no estas conforme. A proposito, la semana que viene faltare tres dias. He de ir a Toronto a tramitar una especie de pension para Grace Holmes, la enfermera que me ayudo a cuidar a mi padre.
Asi que Marcus se marchaba. Ya era hora de que se decidiera. Su perdida seria un contratiempo importante para George, pero hallaria un sustituto, sin duda.
– Sin ti no nos resultaria facil -dijo Helena-. Me gustaria que te quedaras, aunque sea solo por un tiempo. Se que Lettie opinara igual. ?Ya has acabado con la universidad, entonces?
– Mas bien la universidad ha acabado conmigo. No hay suficientes alumnos para justificar un Departamento de Clasicas. Lo veia venir, desde luego. El ano pasado cerraron el Departamento de Fisica para ampliar el de Ciencia Forense, y ahora cierra el de Clasicas, y Teologia se convierte en Religion Comparada. Cuando se considere que esto es demasiado dificil, y con nuestra admision indudablemente lo seria, entonces seguro que Religion Comparada pasara a ser Religion y Periodismo. O Religion y Ciencias Forenses. El gobierno, que proclama el objetivo de que el cincuenta por ciento de los jovenes vayan a la universidad y al mismo tiempo garantiza que el cuarenta por ciento sean incultos al terminar la secundaria, vive en un mundo de fantasia. Pero no me hagas hablar de la ensenanza superior. No quiero aburrirte.
Candace se fue al cabo de cinco minutos. Helena reflexiono sobre la conversacion que habian mantenido. Habia algo que no habia dicho a Candace. No imaginaba que fuera especialmente importante, pero podia haber supuesto otra fuente de irritacion. Dificilmente Candace se habria sentido de mejor humor si hubiera sabido que Robin Boyton tambien habia hecho una reserva en el Chalet Rosa para el dia anterior a la operacion de la senorita Gradwyn y para la semana de convalecencia.
13
A las ocho del viernes 14 de diciembre, con la operacion de Rhoda Gradwyn llevada a cabo de forma satisfactoria, George Chandler-Powell estaba solo en su salon privado del ala este. Era una soledad que buscaba a menudo al final de un dia de operaciones, y aunque unicamente habia una paciente, ocuparse de aquella cicatriz habia sido mas complicado y habia requerido mas tiempo de lo que pensaba. A las siete, Kimberley le habia subido una cena ligera, y a las ocho habian sido retirados los platos de la comida y la mesa estaba plegada y guardada. Contaba con dos horas de soledad. A las siete habia visto a su paciente y comprobado su evolucion, y volveria a hacerlo a las diez. Inmediatamente despues de la intervencion, Marcus se habia ido para pasar la noche en Londres y ahora, sabiendo que la senorita Gradwyn estaba en las expertas manos de Flavia, y estando el mismo de guardia, George Chandler-Powell se dedico a los placeres privados, no siendo el menor de ellos la licorera de Chateau Pavie que habia en una mesita frente a la chimenea. Movio los troncos para avivar el fuego, se aseguro de que quedaran cuidadosamente alineados y se puso comodo en su sillon favorito. Dean habia decantado el vino, y Chandler-Powell considero que en otra media hora estaria en su punto.
Algunos de los mejores cuadros, adquiridos cuando compro la Mansion, colgaban en el gran salon y la biblioteca, pero aqui estaban sus preferidos. Entre ellos se incluian seis acuarelas que le habia legado una paciente agradecida. Habia sido algo totalmente inesperado, y George tardo un tiempo en recordar el nombre de la mujer. Le complacia el hecho de que ella obviamente compartiera su prejuicio hacia las ruinas extranjeras y los