desnuda y en cierto modo de mal aguero.

Tras retirar su silla del escritorio y tomar asiento, el profesor Lavenham indico a Dalgliesh que hiciera lo propio con la silla vacia. Los ojos oscuros, bajo unas cejas ahora grises pero curiosamente con la misma forma que las de Emma, miraban fijamente a Dalgliesh por encima de unas gafas de media luna. Emma se acerco a la ventana. Dalgliesh penso que ella se estaba disponiendo a pasarlo bien. Despues de todo, su padre no podia prohibir el matrimonio. Emma deseaba su aprobacion, pero no tenia intencion de dejarse influir por el consentimiento o el rechazo. De todos modos, habian hecho bien en ir. Dalgliesh tenia la incomoda sensacion de que debia haber ido antes. El comienzo no era propicio.

– Comandante Dalgliesh, supongo que digo bien el rango.

– Si, gracias.

– Creo que esto es lo que me dijo Emma. He hecho conjeturas sobre por que esta haciendo lo que, para un hombre ocupado como usted, debe de ser una visita a una hora un tanto inoportuna. Me siento obligado a decirle que no figura en mi lista de buenos partidos. De todos modos, estoy dispuesto a incluir su nombre si sus respuestas son las que requiere un padre afectuoso.

Asi que estaban en deuda con Oscar Wilde por el dialogo de este interrogatorio personal. Dalgliesh se sintio agradecido; el profesor muy bien pudo recuperar de su obviamente aun buena memoria algun pasaje abstruso de una obra dramatica o narrativa, seguramente en latin. Penso que pese a las dificultades podria aguantar el tipo, por asi decirlo. No dijo nada.

– Creo que es logico -prosiguio el profesor Lavenham- indagar sobre si tiene ingresos suficientes para procurar a mi hija el nivel de vida al que esta acostumbrada. Emma se ha mantenido a si misma desde que se saco el doctorado, al margen de ocasionales e irregulares subvenciones generosas por mi parte, seguramente destinadas a compensar culpas anteriores como padre. ?Debo entender que tiene suficiente dinero para que los dos vivan comodamente?

– Cuento con mi sueldo como comandante de la Policia Metropolitana, y mi tia me dejo una fortuna considerable.

– ?En fincas o inversiones?

– Inversiones.

– Esto me satisface. Entre los impuestos pagados por uno durante su vida y los pagados tras su muerte, las fincas han dejado de ser un negocio y un placer. Dan a uno una posicion y le impiden mantenerla. Es todo lo que puede decirse sobre los bienes raices. ?Tiene casa propia?

– Tengo un piso con vistas al Tamesis en Queenhithe con un usufructo de mas de cien anos. No poseo ninguna casa, ni siquiera en el lado poco elegante de Belgrave Square.

– Entonces le aconsejo que adquiera una. No creo que una chica de caracter sencillo y nada mimada como Emma pueda residir en un piso de Queenhithe con vistas al Tamesis, aun con un usufructo de cien anos.

– Me encanta ese piso, papa -dijo Emma. El comentario fue pasado por alto.

Con toda evidencia, el profesor habia llegado a la conclusion que el esfuerzo por seguir tomando el pelo no guardaba proporcion con el placer que le procuraba.

– Bien -dijo-, me parece satisfactorio. Y ahora creo que la costumbre es ofreceros a los dos una copa. Personalmente no me gusta el champan, y el vino blanco me sienta mal, pero en la mesa de la cocina hay una botella de borgona. Las diez cuarenta de la manana no es precisamente una buena hora para empezar a beber, por lo que sugiero que os la lleveis con vosotros. No creo que vayais a quedaros mucho rato. O si no -anadio esperanzado-, podriais tomar cafe. La senora Sawyer me dijo que lo habia dejado todo preparado.

– Preferimos el vino, papa -dijo Emma con firmeza.

– En tal caso, encargaos de serviros vosotros mismos.

Fueron a la cocina. Habria sido descortes cerrar la puerta, asi que ambos se las arreglaron para reprimir el impulso de romper a reir. El vino era una botella de Clos de Beze.

– Un vino excelente -dijo Dalgliesh.

– Porque le has caido bien. Me pregunto si, por si se daba el caso contrario, habia una botella de peleon esperando en el cajon de su escritorio. De el no me extranaria.

Regresaron a la biblioteca, Dalgliesh llevando la botella.

– Gracias, senor. La guardaremos para una ocasion especial, que esperamos sea cuando pueda venir a vernos.

– Quiza, quiza. No suelo cenar fuera, solo en el college. Tal vez cuando mejore el tiempo. A los Sawyer no les gusta que me aventure por ahi en las noches frias.

– Esperamos que vengas a la boda, papa -dijo Emma-. Sera en primavera, seguramente mayo, pero te lo haremos saber en cuanto sepamos la fecha.

– Pues claro que ire, si me encuentro bien. Considero que es mi deber. Segun el Libro de la Oracion Comun, que no es mi lectura habitual, parece que tengo un papel no verbal y poco definido en el proceso. Este fue sin duda el caso de mi suegro en mi boda, tambien en la capilla del college. Le metia prisa por el pasillo a tu pobre madre, como temeroso de que yo cambiara de opinion si me hacian esperar. Si hace falta mi participacion espero hacerlo mejor, aunque quiza rechazaras la idea de una hija siendo formalmente entregada a la posesion de otro. Supongo que esta deseando retomar sus asuntos, comandante. La senora Sawyer dijo que esta manana quiza me traeria algunas cosas que necesito. Lamentara no haberos visto.

En la puerta, Emma se acerco a su padre y le beso en ambas mejillas. De repente, el la agarro con fuerza, y Dalgliesh advirtio que se le ponian blancos los nudillos. El viejo la apreto con tal fuerza que parecia que necesitaba un apoyo. En los segundos transcurridos mientras estaban abrazados, sono el movil de Dalgliesh. En ninguna otra ocasion anterior habia sido mas inoportuno su inconfundible sonido.

Relajando su abrazo a Emma, el padre dijo de mal talante:

– Aborrezco especialmente los moviles. ?No podia haber apagado el chisme?

– Este no, senor. Disculpe.

Se dirigio a la cocina.

– Mejor que cierre la puerta -dijo el profesor a voces-. Como seguramente ya habra comprobado, aun tengo el oido muy fino.

Geoffrey Harkness, inspector ayudante de la Policia Metropolitana, era experto en transmitir informacion de manera concisa y en terminos concebidos para que no suscitaran preguntas y discusiones. Ahora, a falta de seis meses para su jubilacion, aplicaba estratagemas bien comprobadas para asegurar que su vida profesional se acercara discretamente a su celebracion final sin mayores trastornos, bochornos sociales ni desastres. Dalgliesh sabia que Harkness se habia procurado previsoramente un empleo de jubilado como asesor de seguridad en una importante empresa internacional y con un salario que triplicaba el actual. Mejor para el. Entre Harkness y Dalgliesh habia respeto -a veces a reganadientes por parte del primero-, pero no amistad. Ahora la voz del primero sonaba como de costumbre: brusca, impaciente, pero con la urgencia controlada.

– Un caso para la Brigada, Adam. La direccion es Mansion Cheverell, en Dorset, a unos quince kilometros al oeste de Poole. Un cirujano, George Chandler-Powell, dirige algo a medio camino entre una clinica y una casa de reposo. En todo caso, opera a pacientes ricos que quieren cirugia estetica. Uno de ellos ha muerto, Rhoda Gradwyn, al parecer estrangulada.

Dalgliesh hizo la pregunta obvia. No era la primera vez que la formulaba, y nunca era bien recibida.

– ?Por que la Brigada? ?No puede encargarse la policia local?

– Podria encargarse, pero nos han pedido que fueras tu. No me preguntes por que; la orden ha venido del Numero Diez, no de aqui. Mira, Adam, ya sabes como estan ahora las cosas entre nosotros y Downing Street. No es momento de empezar a poner pegas. La Brigada se creo para investigar casos especialmente delicados, y el Numero Diez opina que este se encuadra en dicha categoria. El jefe de policia, Raymond Whitestaff, creo que le conoces, esta conforme, y proporcionara los agentes de la escena del crimen (SOCO) y el fotografo, si a ti te parece bien. Asi ahorraremos tiempo y dinero. No se justifica un helicoptero, pero desde luego es urgente.

– Siempre lo es. ?Y que hay del patologo? Me gustaria que fuera Kynaston.

– Esta ocupado en un caso, pero Edith Glenister se encuentra disponible. La tuviste en el asesinato de Combe Island, ?te acuerdas?

– Seria dificil que no me acordara. Supongo que la policia local podra facilitarnos un centro de operaciones y cierto apoyo.

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