– Tienen una casita desocupada a unos cien metros de la Mansion. Habia sido la casa del policia del pueblo, pero cuando se jubilo no le buscaron sustituto, y ahora esta vacia y esperando que la pongan a la venta. Carretera abajo hay una pension; supongo que Miskin y Benton-Smith estaran comodos ahi. En la escena del crimen te espera el inspector jefe Keith Whetstone, de la policia local. No van a tocar el cadaver hasta que llegueis tu y la doctora Glenister. ?Quieres que haga algo mas?
– No -dijo Dalgliesh-. Yo me pondre en contacto con la inspectora Miskin y el sargento Benton-Smith. Pero ahorraremos tiempo si alguien puede hablar con mi secretaria. El lunes hay reuniones a las que no podre asistir, y sera mejor cancelar las del martes. Ya llamare despues.
– De acuerdo -dijo Harkness-, me ocupare de ello. Buena suerte -anadio antes de colgar.
Dalgliesh regreso a la biblioteca.
– Espero que no sean malas noticias -dijo el profesor Lavenham-. ?Sus padres estan bien?
– Los dos estan muertos, senor. Era una llamada oficial. Me temo que debo irme enseguida.
– Entonces no debemos retenerle.
El anciano los acompano a la puerta con lo que parecia una prisa innecesaria. Dalgliesh temia que el profesor hiciera el comentario de que perder un padre podia considerarse una desgracia, pero perder los dos parecia indicar mas bien descuido, pero era evidente que habia observaciones que incluso su futuro suegro eludia.
Caminaron deprisa hasta el coche. Dalgliesh sabia que Emma, aunque pudiera tener sus propios planes, no esperaba que el se desviara de su camino para dejarla en algun sitio. Dalgliesh tenia que llegar a la oficina sin perder un minuto. No le hacia falta expresar su decepcion; Emma comprendio tanto su intensidad como su inevitabilidad. Mientras caminaban juntos, el le pregunto que pensaba hacer los proximos dos dias. ?Se quedaria en Londres o volveria a Cambridge?
– Clara y Annie han dicho que, si nos fallaban los planes, esperarian encantadas que pasara con ellas el fin de semana. Las llamare.
Clara era la mejor amiga de Emma, y Dalgliesh comprendia lo que Emma valoraba en ella: sinceridad, inteligencia y un ferreo sentido comun. Ahora el y Clara se llevaban bien, pero al principio de su relacion con Emma, las cosas no habian sido faciles. Clara habia hecho patente que, a su juicio, el era demasiado viejo, estaba demasiado absorto en su trabajo y su poesia para establecer un compromiso serio con una mujer, y simplemente no era lo bastante bueno para Emma. Dalgliesh admitia la ultima acusacion, una autoincriminacion que no era nada agradable oir en boca de otro, sobre todo de Clara. Emma no debia perder nada a causa de su amor por el.
Clara y Emma se conocian de la escuela, habian ido al mismo
Tres meses atras, Emma y el habian asistido a la ceremonia de union civil de Clara y Annie, una celebracion discreta y agradable a la que solo fueron invitados los padres de Clara, el padre viudo de Annie y unos cuantos amigos intimos. Despues hubo un almuerzo que preparo Annie en el piso. Una vez terminado el segundo plato, Clara y Dalgliesh recogieron la mesa y fueron juntos a la cocina para servir el budin. Fue entonces cuando ella se dirigio a el con una resolucion indicadora de que habia estado esperando la oportunidad.
– Debe de parecer algo perverso que nosotras establezcamos un vinculo legal cuando vosotros, los heteros, estais enfrentados en miles de divorcios o viviendo juntos sin las ventajas del matrimonio. Eramos perfectamente felices tal como estabamos, pero necesitabamos asegurar que cada una fuera el pariente mas cercano y reconocido de la otra. Si Annie ha de ir al hospital, yo tengo que estar ahi. Y luego esta el asunto de la propiedad. Si me muero yo primero, pasara a Annie libre de impuestos. Supongo que gastara la mayor parte en casos perdidos, pero esto es asunto suyo. No lo derrochara. Annie es muy sensata. La gente cree que nuestra relacion perdura porque yo soy la fuerte y Annie me necesita. En realidad sucede al reves, y tu eres uno de los pocos que lo ha visto desde el principio. Gracias por haber estado hoy con nosotras.
Dalgliesh sabia que aquellas ultimas palabras pronunciadas con brusquedad eran la confirmacion de una aceptacion que, una vez concedida, seria incuestionable. Le complacia que al margen de las personas, los problemas y los desafios desconocidos que le esperaban los dias siguientes, el fin de semana de Emma permaneceria vivo en su imaginacion y para ella seria un recuerdo feliz.
2
Para la inspectora de policia Kate Miskin, su piso en la orilla norte del Tamesis, rio abajo desde Wapping, era la demostracion de un logro en la unica forma que, para ella, tenia alguna expectativa de permanencia: solidificado en acero, ladrillos y madera. Cuando entro a vivir en el piso, sabia que era demasiado caro para ella, y los primeros anos de la hipoteca habian exigido sacrificios. Pero los habia hecho de buen grado. No habia perdido esa emocion inicial de caminar por las habitaciones llenas de luz, de despertar y quedarse dormida con el cambiante pero eterno palpitar del Tamesis. El suyo era el piso de la esquina de la ultima planta, con dos balcones que ofrecian amplias vistas rio arriba y de la orilla opuesta. Si no hacia muy mal tiempo, podia estar ahi en silencio contemplando los humores variables del rio, el poder mistico del dios marron de T. S. Eliot, la turbulencia de la marea repentina, el centelleante tramo de azul palido bajo el cielo del caluroso verano, y, despues de oscurecer, la piel negra y viscosa acuchillada por la luz. Contemplaba las familiares embarcaciones como si fueran amigos de regreso: las lanchas de la Autoridad Portuaria de Londres y la policia fluvial, los dragadores, las cargadas barcazas, en verano los botes de recreo y los pequenos cruceros y, lo mas fascinante de todo, los altos veleros, sus jovenes tripulantes alineados a lo largo de las barandas, mientras se desplazaban con majestuosa lentitud rio arriba para pasar bajo las grandes levas levantadas del Tower Bridge en direccion al puerto.
El piso no podia ser mas diferente de las claustrofobicas habitaciones de la septima planta de Ellison Fairweather Buildings, donde habia sido criada por su abuela, del olor, los ascensores destrozados, los cubos de basura volcados, los gritos, la permanente conciencia de peligro. Cuando nina, habia andado asustada y con ojos cautelosos por una jungla urbana. Para ella, su infancia habia quedado definida por las palabras de su abuela a una vecina, que Kate habia oido por casualidad y no habia olvidado: «Si su madre tenia que tener una hija ilegitima, al menos podia haber sobrevivido para cuidarla, ?y no endilgarmela a mi! Nunca supo el nombre del padre, o en todo caso no lo dijo.» En la adolescencia, aprendio por su cuenta a perdonar a su abuela. Cansada, abrumada de trabajo, pobre, esta asumio sin ayuda una responsabilidad que no habia esperado ni deseaba. Lo que le quedaba a Kate, y siempre le quedaria, era saber que por el hecho de no haber conocido a sus padres viviria la vida faltandole una parte esencial de si misma, un agujero en la psique que nunca podria ser llenado.
Sin embargo, tenia su piso, un trabajo que le encantaba y en el que destacaba, y hasta hacia seis meses habia tenido tambien a Piers Tarrant. Habian estado a punto de amarse, aunque ninguno de los dos llego a pronunciar la palabra; pero ella sabia que grado de plenitud habia alcanzado su vida gracias a el. Piers habia dejado la Brigada de Investigaciones Especiales para incorporarse a la Division Antiterrorista de la Met, y aunque