gran parte de su trabajo era secreto, podian revivir los viejos tiempos en que habian sido colegas. Utilizaban el mismo lenguaje, el comprendia las ambiguedades del mantenimiento del orden mas de lo que podria hacerlo jamas ningun civil. Ella siempre lo habia considerado sexualmente atractivo, pero, mientras fueran colegas, sabia que una aventura podia ser desastrosa. Adam Dalgliesh, AD, era intransigente con cualquier cosa que pudiera danar la eficacia de la Brigada, y uno de los dos, o los dos, habria sido trasladado. Pero a ella le parecia que los anos en que habian trabajado juntos, el peligro compartido, los desenganos, el agotamiento y los exitos, incluso a veces la rivalidad por la aprobacion efe AD, los habian unido de tal modo que convertirse en amantes parecio una confirmacion logica y natural de algo que siempre habia existido.
Sin embargo, seis meses atras ella habia puesto fin a la relacion y no lo lamentaba. Para Kate era insoportable tener una pareja infiel. Nunca habia esperado que ninguna relacion fuera permanente; nada de su infancia y su juventud le habia prometido eso. Pero si para el aquello habia sido una bagatela, para ella habia sido una traicion. Lo habia mandado a paseo y desde entonces no habia tenido noticias. Mientras recordaba, se dijo a si misma que habia sido ingenua desde el principio. Al fin y al cabo, ya sabia de la fama de Piers. La ruptura se produjo cuando Kate decidio en el ultimo instante acudir a la fiesta de despedida de Sean McBride, que amenazaba con ser el tipico festejo regado con alcohol. Hacia tiempo que Kate habia dejado atras las fiestas de despedida, pero habia trabajado con Sean un tiempo, cuando este era agente de policia, y habia sido un buen jefe, servicial y carente de los entonces tan habituales prejuicios contra las agentes. Haria acto de presencia para desearle buena suerte.
Mientras se abria paso a duras penas entre la multitud, vio a Piers en el centro de un grupo estridente. La rubia que estaba enroscada a su alrededor llevaba tan poca ropa que a los hombres les costaba decidir si mirarle la entrepierna o los pechos. No cabia ninguna duda sobre su relacion; lo pasaban en grande en la cama y estaban encantados de exhibirlo. El vio a Kate a traves del hueco de la multitud apinada. Sus miradas se cruzaron fugazmente, pero antes de que Piers tuviera tiempo de acercarsele, ella se habia ido.
Piers llego por la manana temprano, y entonces se formalizo la ruptura. Ella habia olvidado gran parte de lo que dijo el, pero en su mente aun resonaban como un mantra fragmentos inconexos.
– Escucha, Kate, no es importante. No significaba nada. Ella no significa nada.
– Lo se. De eso me quejo.
– Me estas pidiendo mucho, Kate.
– No te estoy pidiendo nada. Si es asi como quieres vivir, es asunto tuyo. Simplemente te digo que no quiero tener relaciones sexuales con un hombre que se acuesta con otras mujeres. Quiza suene pasado de moda en un mundo en el que un ligue de una noche significa otra muesca en la cachiporra, pero yo soy asi y no puedo cambiar, de modo que esto ha terminado. Menos mal que ninguno de los dos se habia enamorado. Nos ahorraremos el tedio habitual de lagrimas y recriminaciones.
– Podria dejarla.
– ?Y la proxima? ?Y la siguiente? No entiendes nada. Yo no ofrezco sexo como un premio por buena conducta. No quiero explicaciones, excusas ni promesas. Se acabo.
Y se habia acabado. El habia desaparecido totalmente de su vida durante seis meses. Se dijo a si misma que se estaba acostumbrando a estar sin Piers, pero no habia sido facil. Echaba de menos algo mas que la satisfaccion mutua en sus relaciones sexuales, la risa, las copas en sus pubs preferidos en la orilla del rio, el companerismo libre de estres, las comidas que preparaban juntos en su piso; todo eso habia dejado en ella una desenfadada confianza en la vida como no habia conocido antes.
Queria hablar con el sobre el futuro. No habia nadie mas en quien pudiera confiar. Su siguiente caso podia ser muy bien el ultimo. Era seguro que la Brigada de Investigaciones Especiales no seguiria en su configuracion actual. Hasta el momento, el comandante Dalgliesh habia conseguido frustrar los planes oficiales de racionalizar el personal no convencional, definir sus funciones en el argot contemporaneo ideado para oscurecer mas que para esclarecer, e incorporar la Brigada a una estructura burocratica mas ortodoxa. La Brigada habia sobrevivido debido a su exito indudable, a que resultaba relativamente barata -una virtud no muy conveniente en opinion de algunos- y a que estaba dirigida por uno de los detectives mas distinguidos del pais. El molino de rumores de la Met funcionaba sin parar, y de vez en cuando producia un grano de trigo entre las granzas. Habian llegado a sus oidos todos los chismes actuales: Dalgliesh, lamentando la politizacion de la Met, queria retirarse; AD no tenia intencion de retirarse y en breve asumiria la responsabilidad de un departamento especial mixto involucrado en la formacion de detectives; habia recibido ofertas de dos departamentos universitarios de criminologia; alguien de la City lo queria para desempenar un trabajo no especificado con un sueldo cuatro veces superior al que cobraba actualmente el inspector jefe.
Kate y Benton habian respondido a todos los interrogantes con el silencio. No habia hecho falta autodisciplina. No sabian nada, pero confiaban en que cuando AD hubiera tomado su decision, se contarian entre los primeros en ser llamados. El jefe para el que ella habia trabajado desde que llego a sargento detective se casaria con Emma dentro de pocos meses. Tras tantos anos juntos, una y otro ya no formarian parte del mismo equipo. Kate lograria su prometido ascenso a inspector jefe de detectives, quizas en cuestion de semanas, y tenia esperanzas de subir incluso mas. El futuro acaso fuera solitario, pero si lo era, ella tenia su trabajo, el que habia querido siempre, el que le habia dado todo lo que tenia. Y sabia mejor que nadie que habia destinos peores que la soledad.
La llamada llego a las diez cincuenta. No tenia que ir a la oficina hasta la una y media, y estaba a punto de abandonar el piso para dedicarse a los quehaceres rutinarios que siempre le ocupaban horas de su medio dia libre: ir al supermercado a comprar comida, pasar a buscar un reloj que habia que arreglar, llevar unas prendas de ropa a la tintoreria. La llamada le llego al movil especial, y enseguida supo que voz oiria. Escucho con atencion. Era un caso de asesinato, como habia imaginado. La victima, Rhoda Gradwyn, periodista de investigacion hallada muerta a las siete y media en su cama, al parecer estrangulada, tras una operacion en una clinica privada de Dorset. El le dio la direccion de la Mansion Cheverell, en Stoke Cheverell. Ninguna explicacion de por que se encargaba del asunto la Brigada, pero por lo visto el Numero Diez estaba implicado. Viajarian en coche, en el de ella o en el de Benton; se trataba de que los miembros del equipo llegaran juntos.
– Si, senor -dijo ella-. Llamare a Benton y me reunire con el en su piso. Creo que iremos en su coche. El mio ha de pasar la revision. Tengo mi kit y se que el tiene el suyo.
– Bien. Debo llamar al Yard, Kate. Nos vemos en Shepherd's Bush hacia la hora que llegues tu, espero. Entonces te dare todos los detalles que conozca.
Luego ella llamo a Benton, y en cuestion de veinte minutos se habia cambiado y puesto los pantalones de
3
La llamada de Kate al sargento Francis-Benton-Smith se produjo mientras este se hallaba comprando en el mercado de campesinos de Notting Hill. Habia planeado cuidadosamente la jornada y tenia el excelente humor de un hombre con ganas de disfrutar de un merecido dia de descanso que auguraba mas placer por la actividad que por el descanso. Habia prometido preparar el almuerzo a sus padres en la cocina de su casa de South Kensington, a continuacion pasaria la tarde en la cama con Beverley en el piso que ella ocupaba en Shepherd's Bush, y pensaba terminar lo que se anunciaba como una perfecta mezcla de deber y placer llevandola a ver la nueva pelicula que ponian en el Curzon. Para el, el dia tambien seria una celebracion privada de su reciente rehabilitacion como novio de Beverley. La ubicua palabra le molestaba un poco, pero parecia inadecuado describirla como su amante, pues ello le sugeria un mayor grado de compromiso.
Beverley era actor -ella insistia en que no la podian definir como actriz-, y se estaba abriendo camino en la television. Desde el principio dejo claro cual era su prioridad. Le gustaba variedad en sus novios, pero en cuanto a la promiscuidad era tan intolerante como un predicador fundamentalista. Su vida sexual era una procesion estrictamente cronologica de aventuras individuales, pocas, como explico consideradamente a Benton, y con ninguna esperanza de que durasen mas de seis meses. Pese a la delgadez de su cuerpo, robusto y bien