despues de su operacion, como si se le hubiera agotado la fuerza y algo mas vital que la fuerza, algo que volvia a su padre unico. Todos habian sido considerados con ella, pero tenia la sensacion de que esta deferencia habia sido expresada con sumo cuidado, como si cualquier palabra pudiera ser peligrosa. Si se hubiera producido un asesinato en su pueblo, que diferente habria sido todo. Los gritos de horror e indignacion, los brazos consoladores a su alrededor, la calle entera volcada en su casa para verla, para enterarse y lamentar, una confusion de voces preguntando y especulando. Las personas de la Mansion no eran asi. El senor Chandler-Powell, el senor Westhall y su hermana y la senorita Cressett no mostraban sus sentimientos, cuando menos no en publico. En cualquier caso, tendrian sentimientos, como todo el mundo. Kim era consciente de que lloraba con demasiada facilidad, pero seguramente ellos tambien lloraban a veces, aunque parecia una presuncion indecorosa imaginarlo siquiera. Los ojos de la enfermera Holland estaban rojos e hinchados. Tal vez habia llorado. ?Porque habia perdido una paciente? Pero ?no estaban las enfermeras acostumbradas a estas cosas? Deseaba saber que estaba pasando fuera de la cocina, que, pese a su tamano, se habia vuelto claustrofobica.
Dean le habia explicado que el senor Chandler-Powell les habia hablado a todos en la biblioteca. Les dijo que estaba prohibido ir al ala de los pacientes y tomar el ascensor, si bien la gente debia seguir con sus actividades habituales en la medida de lo posible. La policia querria interrogar a todos, pero recalco que, entretanto, era mejor que no hablaran entre ellos sobre la muerte de la senorita Gradwyn. No obstante, Kim sabia que si hablarian, si no en grupo al menos en parejas: los Westhall, que habian regresado a la Casa de Piedra; la senorita Cressett con la senora Frensham; y seguramente el senor Chandler-Powell con la enfermera. Mog probablemente se quedaria en silencio -si le convenia, podia-, y no era capaz de imaginar a nadie hablando de la senorita Gradwyn con Sharon. Si esta entraba en la cocina, ella y Dean desde luego no lo harian. Pero ella y Dean habian hablado, en voz baja, como si asi de algun modo sus palabras se volvieran inocuas. Y ahora Kim no podia aguantarse las ganas de volver sobre el mismo tema.
– Supongamos que la policia me pregunta que paso cuando subi el te a la senora Skeffington. ?Debo contarles todos los detalles?
Dean intentaba tener paciencia. Ella lo noto en su voz.
– Kim, esto ya lo hemos aclarado. Si, debes contarlo todo. Si ellos hacen una pregunta directa, hemos de responder y decir la verdad, de lo contrario podemos vernos en un aprieto. Pero lo que paso no es importante. Tu no viste a nadie ni hablaste con nadie. Las preguntas no tendran nada que ver con la muerte de la senorita Gradwyn. Podrias armar un lio sin motivo alguno. Quedate tranquila hasta que pregunten.
– ?Seguro que cerraste la puerta?
– Si. Pero si la policia empieza a darme la lata con eso, a lo mejor acabo no estando seguro de nada.
– Esta todo muy tranquilo -dijo Kim-. Pensaba que a estas horas ya habria llegado alguien. ?Por que hemos de estar aqui solos?
– Nos han dicho que siguieramos con nuestro trabajo -dijo Dean-. La cocina es donde trabajamos. Este es tu sitio, aqui conmigo.
Se acerco sin hacer ruido y la abrazo. Se quedaron inmoviles durante un minuto, sin hablar, y eso la consolo.
Tras soltarla, el dijo:
– En todo caso, deberiamos pensar en el almuerzo. Ya es la una y media. Hasta ahora solo han tomado cafe y galletas. Tarde o temprano querran algo y no les apetecera estofado.
El estofado de buey habia sido preparado el dia anterior y estaba listo para ser recalentado en el horno inferior de la cocina tradicional de hierro fundido. Habia suficiente para todos y para Mog, cuando este llegara de trabajar en el jardin. Pero ahora a Kim el intenso olor le daba nauseas.
– No, no querran nada pesado -dijo Dean-. Podria hacer sopa de guisantes. Nos queda caldo del hueso de jamon. Y luego quiza bocadillos, huevos, queso… -Se le fue apagando la voz.
– Pero no creo que Mog haya ido a buscar pan -dijo Kim-. El senor Chandler-Powell ha dicho que nos quedasemos aqui.
– Podriamos hacer un poco de pan de soda; siempre tiene exito.
– ?Y que hay de los policias? ?Que tenemos para ellos? Decias que, cuando llegara, al inspector Whetstone no le darias mas que cafe, pero estan los que vienen de Londres. Es un largo trecho.
– No se. Tendre que preguntarle al senor Chandler-Powell.
Y entonces Kim se acordo. Que raro, penso, que se le hubiera olvidado. Dijo:
– Era hoy cuando ibamos a decirle lo del bebe, despues de la operacion de la senora Skeffington. Ahora lo saben y no parecen preocupados. La senorita Cressett dice que en la Mansion hay sitio de sobra para el nino.
Kim penso que detectaba una pequena nota de impaciencia, incluso de satisfaccion contenida, en la voz de Dean.
– No es cuestion de decidir si queremos quedarnos aqui con el bebe cuando ni siquiera sabemos si la clinica continuara funcionando. ?Quien querra venir aqui ahora? ?A ti te gustaria dormir en esa habitacion?
Mirandole, Kim advirtio que los rasgos de Dean se endurecian por momentos, como en actitud resuelta. De pronto se abrio la puerta, y ambos se volvieron para verse frente al senor Chandler-Powell.
5
Chandler-Powell miro el reloj y vio que era la una cuarenta. Quiza deberia hablar con los Bostock, que estaban encerrados en la cocina. Tenia que comprobar de nuevo si Kimberley se habia recuperado del todo y si estaban pensando en la comida. Nadie habia comido todavia. Las seis horas transcurridas desde el descubrimiento del asesinato habian parecido una eternidad en la que se recordaban con claridad pequenos episodios inconexos en una perdida de tiempo no registrado: cuando precinto la habitacion del asesinato, tal como habia ordenado el inspector Whetstone; cuando encontro el rollo mas ancho de cinta adhesiva en lo mas recondito de su escritorio; cuando por descuido no fijo el extremo de modo que salto y la cinta se volvio inservible; cuando Helena la tomo de sus manos y se encargo de ello; cuando, a sugerencia de ella, marcaron la cinta con iniciales para asegurarse de que nadie la tocaba. No habia sido consciente de la luz en aumento, de la oscuridad total convirtiendose en una gris manana de invierno, de las rafagas ocasionales de viento agonizante, como disparos erraticos. Pese a los fallos de memoria, la confusion del tiempo, confiaba en haber hecho lo que se esperaba de el: afrontar la histeria de la senora Skeffington, examinar a Kimberley Bostock y dar instrucciones para su cuidado, intentando que todos mantuvieran la calma mientras esperaban ansiosos a que llegara la policia local.
El olor a cafe caliente que invadia la casa parecia intensificarse. ?Por que siempre lo habia considerado tan reconfortante? Se pregunto si volveria a olerlo sin sentir una punzada recordatoria del fracaso. Caras familiares se habian convertido en rostros de desconocidos, en caras esculpidas como las de los pacientes que soportan un dolor inesperado, en caras funebres tan anormalmente solemnes como las de dolientes que recobrasen la adecuada compostura para las exequias de alguien poco conocido, poco llorado, pero a quien la muerte atribuia un poder aterrador. La cara abotagada de Flavia, con los parpados hinchados, los ojos apagados por las lagrimas. De todos modos, en realidad no la habia visto llorar, y las unicas palabras de ella que recordaba le habian parecido insufriblemente irrelevantes.
– Hiciste un magnifico trabajo. Ahora ella nunca lo vera, con lo mucho que habia esperado. Todo ese tiempo y ese talento desperdiciados, desperdiciados sin mas.
Ambos habian perdido una paciente, la unica muerte producida en la clinica de la Mansion. Las lagrimas de ella, ?eran de frustracion o de fracaso? Dificilmente serian de pesar.
Y ahora tenia que ocuparse de los Bostock. Debia afrontar su peticion de palabras tranquilizadoras y de consuelo, tomar decisiones sobre asuntos al parecer intrascendentes pero que para ellos no lo eran. En la reunion de las ocho y cuarto en la biblioteca habia dicho todo lo necesario. Al menos habia asumido la responsabilidad. Se habia propuesto ser breve y habia sido breve. Su voz habia sido tranquila, terminante. Ahora todos estaban enterados de la tragedia que afectaria a sus vidas. La senorita Rhoda Gradwyn habia sido hallada muerta en su habitacion a las siete y media de esa manana. Habia ciertos indicios de que la muerte no habia sido natural.