Los interrogatorios no habian aportado cambios esenciales a los datos de que ya disponian. Cierto es que Kimberley, pese a que el senor Chandler-Powell le habia asegurado que su actuacion habia sido correcta, estaba evidentemente disgustada e intentaba convencerse a si misma de que, al fin y al cabo, pudo haberse equivocado. A solas en la biblioteca con Dalgliesh y Kate, no dejaba de echar miradas furtivas a la puerta, como si esperase ver a su esposo o temiera la llegada del senor Chandler-Powell. Dalgliesh y Kate tuvieron paciencia con ella. Cuando le preguntaron si, en su momento, estaba segura de que las voces que habia oido eran las del senor Chandler-Powell y la enfermera Holland, adopto la expresion de quien se angustia esforzandose en pensar.

– Pense que eran el senor Chandler-Powell y la enfermera, claro, pero es que no podia, no se, no podia esperar que fueran otros. Parecian ellos, si no, no habria supuesto que eran ellos, ?verdad? Pero no recuerdo lo que decian. Me parecio que estaban discutiendo. Abri la puerta de la salita solo un poco y alli no estaban, asi que quizas estaban en el dormitorio. Pero, desde luego, tambien puede ser que estuvieran en la salita y yo no los viera. Oi voces fuertes, pero a lo mejor solo estaban hablando. Era muy tarde…

Se le quebro la voz. Si la citaban a declarar en el juicio, Kimberley, como la senora Skeffington, seria un regalo para la defensa. Le preguntaron que paso luego, y Kimberley contesto que habia regresado junto a Dean, que la esperaba frente a la sala de estar de la senora Skeffington, y se lo habia contado.

– ?Contado el que?

– Que me parecia haber oido a la enfermera discutiendo con el senor Chandler-Powell.

– ?Y es por eso por lo que usted no los llamo ni le dijo a la enfermera que habia subido te a la senora Skeffington?

– Es lo que ya dije en la biblioteca, senor. Los dos pensamos que a la enfermera no le gustaria que la molestaran, y que en realidad daba igual porque la senora Skeffington aun no habia sido operada. En todo caso, la senora Skeffington estaba bien. No habia pedido que avisaran a la enfermera, y si hubiera querido verla, podia haber utilizado el timbre de llamada.

Mas tarde, Dean corroboro el testimonio de Kimberley. Parecia estar incluso mas consternado que su mujer. No habia advertido si la puerta que daba al sendero de limeros estaba con el cerrojo descorrido cuando el y Kimberley subian la bandeja del te, pero insistia en que si lo estaba cuando regresaron. Se habia dado cuenta al pasar junto a la puerta. Repitio que no lo habia corrido porque era posible que el senor Chandler-Powell estuviera dando un paseo a una hora especialmente tardia y en cualquier caso no era cometido suyo. El y Kimberley fueron los primeros en levantarse y tomaron juntos un te en la cocina a las seis. Despues, el fue a mirar la puerta y vio que el cerrojo estaba echado. No le sorprendio tanto; en los meses de invierno, el senor Chandler-Powell casi nunca lo descorria antes de las nueve. No le conto a Kimberley que la puerta no tenia corrido el cerrojo para que no se pusiera nerviosa. El no estaba preocupado, pues estaban las dos cerraduras de seguridad. No era capaz de explicar por que no habia vuelto mas tarde a comprobar las cerraduras y el cerrojo, limitandose a decir que la seguridad no era responsabilidad suya.

Chandler-Powell permanecia tan tranquilo como cuando llego el primer equipo. Dalgliesh admiraba el estoicismo con el que aquel hombre estaria previendo la destruccion de su clinica, y posiblemente la desaparicion de sus pacientes privados. Al final del interrogatorio de Chandler-Powell en su estudio, del que no salio nada nuevo, Kate le dijo:

– A excepcion del senor Boyton, parece que nadie conocia a la senorita Gradwyn antes de que ingresara en la Mansion. Pero en cierto modo ella no es la unica victima. Su muerte afectara inevitablemente al exito de su trabajo aqui. ?Hay alguien que pudiera tener interes en hacerle dano a usted?

– Lo unico que puedo decir -dijo Chandler-Powell- es que tengo absoluta confianza en todos los que trabajan en la Mansion. Y me parece sumamente rebuscado insinuar que Rhoda Gradwyn fue asesinada para perjudicarme a mi. Es una idea extravagante.

Dalgliesh reprimio la contestacion logica: la muerte de la senorita Gradwyn habia sido extravagante. Chandler-Powell confirmo que habia estado con la enfermera Holland en el apartamento de esta desde poco despues de las once hasta la una. Ninguno de los dos habia visto ni oido nada extrano. Tenia que discutir unas cuestiones medicas con la enfermera Holland, pero eran confidenciales y no tenian nada que ver con la senorita Gradwyn. Su declaracion habia sido confirmada por la enfermera Holland, y era evidente que, de momento, ni uno ni otro tenian intencion de decir mas. La confidencialidad medica era una excusa facil para guardar silencio, pero en todo caso era valida.

Dalgliesh y Kate interrogaron a los Westhall en la Casa de Piedra. El comandante vio poco parecido familiar entre ellos; y las diferencias quedaban resaltadas si uno comparaba los juveniles y armoniosos -aunque convencionales- rasgos de Marcus Westhall y su aire de vulnerabilidad con el cuerpo fuerte y robusto de su hermana, una mujer de rasgos marcados y expresion preocupada. Marcus no dijo mucho; solo confirmo que habia cenado en la casa de Chelsea de un cirujano, Matthew Greenfield, que lo incluiria en el equipo que iria a trabajar durante un ano en Africa. Le habian invitado a pasar la noche y a hacer algunas compras de Navidad al dia siguiente en Londres, pero su coche le estaba causando algunos problemas y considero mas atinado marcharse tras una cena temprana, a las ocho y cuarto, para poder asi llevarlo a primera hora de la manana al garaje local. Aun no lo habia hecho porque debido al asesinato se habia olvidado de todo. No habia encontrado mucho trafico, pero habia conducido despacio, con lo que ya eran alrededor de las doce y media cuando llego. En la carretera no habia visto a nadie, y en la Mansion no habia luces encendidas. La Casa de Piedra tambien estaba a oscuras, y penso que su hermana estaria dormida, pero cuando aparco el coche se encendio la luz de la habitacion de Candace, por lo que llamo a su puerta, asomo la cabeza y le dio las buenas noches antes de irse a su dormitorio. Su hermana parecia estar perfectamente normal aunque adormilada y dijo que por la manana ya hablarian de la cena y de los planes para el viaje a Africa. La coartada seria dificil de poner en entredicho a menos que Robin Boyton, cuando fuera interrogado, dijera que habia oido llegar el coche a la puerta de al lado y pudiera confirmar la hora. Cabria la posibilidad de revisar el coche, pero aunque ahora funcionara bien, Westhall podia aducir que no le gustaban ciertos ruidos del motor y que considero mas seguro no arriesgarse a quedarse atascado en Londres.

Candace Westhall dijo que efectivamente la desperto el ruido del coche y que hablo con su hermano, pero no podia precisar la hora porque no habia mirado el reloj de la mesilla, y se habia dormido enseguida. Dalgliesh no tuvo ninguna dificultad en recordar lo que ella habia dicho al final del interrogatorio. Siempre guardaba un recuerdo casi completo de una conversacion, y un vistazo a sus anotaciones le permitio evocar claramente las palabras de Candace.

«Seguramente soy la unica persona de la Mansion que expreso su antipatia hacia Rhoda Gradwyn. Le deje claro al senor Chandler-Powell que consideraba desaconsejable que en la Mansion se atendiera a una periodista de su reputacion. La gente que viene aqui espera no solo intimidad sino discrecion absoluta. Las personas como Gradwyn andan siempre a la caza de historias, preferiblemente escandalos, y no me cabe ninguna duda de que habria utilizado su experiencia aqui de alguna manera, quiza para arremeter contra la medicina privada o el desaprovechamiento de un cirujano brillante en procedimientos puramente esteticos. Con una mujer como esta, ninguna experiencia cae en saco roto. Seguramente esperaba recuperar lo pagado por su tratamiento. No creo que le hubiera preocupado la incoherencia de que ella misma fuera una paciente privada. Supongo que yo estaba influida por la repugnancia que siento ante buena parte de lo que aparece en la prensa popular y transferi mi repulsion a Gradwyn. De todos modos, no la mate y no tengo ni idea de quien lo hizo. Dificilmente expresaria mi aversion hacia todo lo que ella representaba tan a las claras si contemplara la posibilidad de asesinarla. No siento pena por ella; seria ridiculo fingir que si. Al fin y al cabo, era una desconocida. Pero si siento un fuerte resentimiento hacia el asesino por el dano que causara al trabajo que hacemos aqui. Supongo que la muerte de Gradwyn justifica a posteriori mi advertencia. Cuando aparecio como paciente fue un dia aciago para todos los de la Mansion.»

Mogworthy, cuya voz y cuya conducta habian alcanzado una cota justo por debajo de lo que con buen tino describiriamos como insolencia estupida, confirmo que habia visto el coche si bien era incapaz de recordar nada mas del mismo ni de sus ocupantes; sin embargo, cuando Benton y el agente Warren visitaron a la senora Ada Denton, una mujer regordeta, atractiva e inesperadamente joven, esta les dijo que el senor Mogworthy en efecto habia compartido con ella una cena de abadejo y patatas fritas, como hacia la mayoria de los viernes por la noche, pero se fue en bicicleta a su casa justo despues de las once y media. Ella pensaba que era muy triste que una mujer respetable no pudiera compartir una cena de pescado y patatas fritas con un caballero y amigo sin que apareciera la policia para molestarla, comentario que, para el agente Warren, mas que surgir del rencor iba destinado a satisfacer posteriormente a Mogworthy. Su sonrisa final a Benton cuando salian dejaba claro que la

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