factores primos, 11 y 31. Si se multiplican, se obtiene 341. Los numeros con dos factores primos de igual longitud se conocen como numeros brillantes y se usan en criptografia. Al parecer tambien es la suma de los cuadrados de los divisores de 16, pero creo que el quedo mas impresionado por los dos factores primos. Con UDG no tuvo ningun problema. En su mente, significa que Uno Da las Gracias…, no esta mal, senor.

– Las matematicas no significan nada para mi -dijo Dalgliesh-, pero esperemos que el chico este en lo cierto. Supongo que podemos encontrar a alguien que lo confirme.

– No creo que debamos tomarnos la molestia, senor. Ha sacado un sobresaliente en matematicas en Oxford. Dice que nunca se queda pegado detras de otro vehiculo sin jugar mentalmente con el numero de la matricula.

– ?Y el propietario del coche?

– A primera vista, un poco sorprendente. Es un clerigo. El reverendo Michael Curtis. Vive en Droughton Cross. Vicaria de la Iglesia de Saint John, 2 Balaclava Gardens. Un barrio de Droughton.

Por la autopista, a la ciudad industrial de las Midlands se podia llegar en poco mas de dos horas.

– Gracias, sargento -dijo Dalgliesh-. Iremos a Droughton Cross en cuanto hayamos terminado aqui. Quizas el conductor no tenga nada que ver con el asesinato, pero hemos de averiguar por que ese coche estaba aparcado junto a las piedras y que vio, si acaso vio algo. ?Algo mas?

– Una cosa que han encontrado los SOCO antes de irse, senor. Yo diria que es algo mas extrano que significativo. Un fajo de ocho postales viejas, todas de imagenes del extranjero y fechadas en 1993. Estaban cortadas por la mitad y faltaba la direccion en el lado derecho, por lo que no habia modo de saber quien era el destinatario, si bien parecen escritas por un nino. Estaban muy bien envueltas con papel metalizado, dentro de una bolsa de plastico enterrada junto a una de las Piedras de Cheverell. El SOCO que las descubrio, muy observador, advirtio ciertos indicios de que la hierba habia sido revuelta, aunque no recientemente. Es dificil saber que relacion podrian tener con la muerte de la senorita Gradwyn. Sabemos que aquella noche habia alguien en las piedras con una linterna, pero si buscaba las postales no las encontro.

– ?Has indagado sobre su propietario?

– Si, senor. Lo mas probable era que pertenecieran a Sharon Bateman, asi que le he pedido que acudiera a la Vieja Casa de la Policia. Ha admitido que eran suyas y ha dicho que se las envio su padre despues de que este se marchara de casa. Es una chica rara, senor. Cuando he sacado las postales se ha puesto tan palida que el agente Warren y yo pensabamos que se iba a desmayar. La he invitado a sentarse. Creo que era enojo, senor. Me he dado cuenta de que ella queria cogerlas, pero ha conseguido dominarse. Despues se ha tranquilizado del todo. Ha dicho que eran las cosas mas preciadas que tenia y que las enterro cerca de la piedra cuando llego a la Mansion porque era un lugar muy especial en el que estarian seguras. Por un momento ella me ha preocupado, senor, asi que le he dicho que debia ensenarselas a usted pero que las tratariamos con sumo cuidado y que no veia ningun motivo por el que no debieramos devolverselas. No estoy seguro de si he hecho bien, senor. Quizas habria sido mejor esperar a que estuvieran ustedes de regreso y dejar que la inspectora Miskin hablara con ella.

– Tal vez -dijo Dalgliesh-, pero si estas convencido de que ahora esta mas contenta, no me preocuparia de eso. De todos modos, no le quites los ojos de encima. Lo hablaremos esta noche. ?Ha llegado el informe de la doctora Glenister sobre la autopsia?

– Todavia no, senor. Ha llamado para decir que lo tendria por la noche a menos que necesite datos de toxicologia.

– Es improbable que nos sorprenda. ?Esto es todo, sargento?

– Si, senor. Creo que no hay nada mas. Dentro de media hora vere a Boyton.

– Bien. Averigua, si puedes, si el espera algo del testamento de la senorita Gradwyn. Hoy no vas a parar, ?eh? Asi se hace. Aqui hemos encontrado algo interesante, pero ya lo hablaremos por la noche. Te llamare desde Droughton Cross. -Y se acabo la conversacion.

– Pobre chica -dijo Kate-. Si dice la verdad, entiendo por que las postales son importantes para ella. Pero ?por que cortar la direccion y luego tomarse la molestia de enterrarlas? No tienen valor para nadie mas, y si el viernes por la noche fue a las piedras para comprobar que seguian alli o para recuperarlas, ?por que debia hacerlo? ?Y por que de noche y tan tarde? No obstante, Benton ha dicho que el paquete estaba intacto. Senor, no parece que las postales tengan nada que ver con el asesinato.

Los hechos se sucedian deprisa. Antes de que Dalgliesh pudiera responder, sono el timbre de la puerta.

– Sera el senor Macklefield -dijo Kate, que bajo a abrirle.

En la escalera de madera se oyo un rumor de pisadas, ninguna voz. Entro primero Newton Macklefield, que no mostro ninguna curiosidad por la estancia y tendio la mano sin sonreir.

– Espero no haber llegado inoportunamente temprano. Los domingos por la manana hay poco trafico.

Era mas joven de lo que Dalgliesh habia imaginado por su voz al telefono, seguramente cuarenta y pocos, y tenia un buen aspecto clasico: alto, rubio y de piel clara. Transmitia la confianza del exito metropolitano asegurado, lo que contrastaba hasta tal punto con los pantalones de pana, la camisa a cuadros desabotonada y la gastada chaqueta de tweed, que la ropa, adecuada para un fin de semana en el campo, tenia un artificioso aire de disfraz. Sus rasgos eran regulares, la boca firme y bien formada, los ojos cautelosos, una cara, penso Dalgliesh, disciplinada para revelar solo las emociones apropiadas. Ahora lo apropiado era el pesar y la conmocion, expresados con gravedad pero sin emotividad y, para los oidos de Dalgliesh, con una nota de desagrado. Un bufete de abogados ilustre de la City no esperaba perder un cliente de forma tan notoria.

Rechazo sin mirarla la silla del escritorio que le acerco Kate, pero la utilizo para sostener el maletin. Abriendolo, dijo:

– He traido una copia del testamento. Dudo que en sus disposiciones haya algo que le vaya a ayudar en su investigacion, pero desde luego debe usted disponer de ella.

– Supongo que mi colega ya se ha presentado. Inspectora Kate Miskin -dijo Dalgliesh.

– Si. Nos hemos conocido en la puerta.

Kate recibio un apreton de manos tan breve que los dedos de uno y otro apenas se tocaron. No se sento nadie.

– La muerte de la senorita Gradwyn consternara y horrorizara a todos los socios del bufete. Como le explique cuando hablamos por telefono, yo la conocia como cliente, no como amiga, pero le teniamos un gran respeto y la echaremos mucho de menos. Su banco y mi despacho son albaceas testamentarios conjuntos, de modo que en su momento se encargaran de los tramites del entierro.

– Creo que para su madre -dijo Dalgliesh-, ahora senora Brown, esto sera un alivio. Ya he hablado con ella. Parecia ansiosa por desvincularse todo lo posible de las secuelas de la muerte de su hija, incluidas las pesquisas judiciales. Al parecer no estaban muy unidas, y a lo mejor no desea desvelar ciertos asuntos familiares o ni siquiera pensar en ellos.

– Bueno -dijo Macklefield-, su hija era bastante habil a la hora de desvelar secretos de otros. Aun asi, el hecho de que la familia no se implique le conviene mas a usted que tener que cargar con una de esas madres llorosas y avidas de publicidad que sacan de la tragedia todo lo que pueden y exigen un informe sobre la marcha de la investigacion. Seguramente yo tendre mas problemas con ella que usted. En todo caso, fuera cual fuese la relacion con su hija, el dinero sera suyo. La cantidad probablemente le sorprendera. Ya habra usted visto los extractos de las cuentas y la cartera de acciones.

– ?Todo va a parar a su madre? -dijo Dalgliesh.

– Todo menos veinte mil libras, que son para Robin Boyton, cuya relacion con la fallecida desconozco. Recuerdo cuando la senorita Gradwyn vino a hablar del testamento conmigo. Mostro una singular falta de interes en la cesion de su capital. Por lo general, la gente menciona una o dos organizaciones beneficas, la vieja escuela o la universidad. Nada de eso. Era como si quisiera que, despues de morir, su vida privada siguiera siendo anonima. El lunes llamare a la senora Brown y concertare una cita. Como es logico, ayudaremos en todo lo que podamos. Naturalmente ustedes se mantendran en contacto con nosotros, pero no creo que pueda contarles nada mas. ?Han avanzado en la investigacion?

– Todo lo que hemos podido en el dia transcurrido desde su muerte -contesto Dalgliesh-. El martes sabre la fecha de la indagacion judicial. A estas alturas, es probable que se suspenda.

– Podemos enviar a alguien. Es una formalidad, pero mas vale estar ahi si va a haber publicidad, lo que sera inevitable en cuanto se de la noticia.

Dalgliesh cogio el testamento y le dio las gracias. Era obvio que Macklefield se disponia a marcharse. Cerrando el maletin, dijo:

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