– Este ano se ha producido la separacion de funciones en el Ministerio del Interior -dijo Dalgliesh-, pero creo que los cambios me han quedado mas o menos claros. Desde el mes de mayo el nuevo ministro de Justicia es responsable del Servicio Nacional de Tutoria de los Delincuentes, y los agentes de libertad vigilada que llevan a cabo la supervision se llaman ahora tutores de delincuentes. Sharon debe de tener uno, sin duda. He de comprobar si estoy en lo cierto, pero tengo entendido que un delincuente ha de pasar al menos cuatro anos sin conflictos en la comunidad antes de que se le levante la supervision; de todos modos, el permiso sigue vigente toda la vida, de modo que un condenado a cadena perpetua reune todos los requisitos para que lo hagan volver en cualquier momento.

– Pero ?estaba Sharon obligada legalmente a informar a su agente de libertad vigilada de que estaba implicada, aunque fuera inocente, en un caso de asesinato? -dijo Kate.

– Por supuesto que si, pero si no lo ha hecho, el Servicio Nacional de Tutoria de los Delincuentes lo sabra manana, cuando se de la noticia. Sharon tambien tenia que haberles informado de su cambio de empleo. Tanto si ha estado en contacto con su supervisor como si no, desde luego es responsabilidad mia comunicarlo al servicio de libertad vigilada, y este tendra que elevar un informe al Ministerio de Justicia. Es este servicio, y no la policia, quien debe manejar la informacion y tomar decisiones cuando sea necesario.

– Entonces, ?no decimos ni hacemos nada hasta que el supervisor de Sharon se haga cargo? ?No deberiamos interrogarla de nuevo? Esto altera su situacion en la investigacion -dijo Kate.

– Como es logico, es importante que cuando interroguemos a Sharon este presente el agente supervisor, lo que me gustaria que fuera manana. El domingo no es el mejor dia para dejar esto arreglado, pero a lo mejor puedo ponerme en contacto con el agente mediante el oficial de servicio del Ministerio de Justicia. Llamare a Benton. Quiero que vigile a Sharon pero que lo haga con total discrecion. Mientras resuelvo esto podrias seguir mirando en los archivos. Telefoneare desde el comedor de abajo. Quiza tarde un rato.

Una vez sola, Kate volvio a concentrarse en las carpetas. Sabia que Dalgliesh la habia dejado para que estuviera tranquila, pues habria sido dificil revisar a conciencia las cajas restantes sin escuchar lo que el estuviera diciendo.

Al cabo de media hora oyo los pasos de Dalgliesh en las escaleras. Tras entrar, el dijo:

– Ha sido mas rapido de lo que creia. He tenido que superar una serie de obstaculos, pero al final he podido hablar con la agente supervisora de la libertad vigilada. Una tal Madeleine Rayner. Menos mal que vive en Londres y la he pillado justo cuando se iba a almorzar con la familia. Ira a Wareham manana en tren a primera hora; lo arreglare para que Benton vaya a recibirla y la lleve directamente a la Vieja Casa de la Policia. Si es posible, quiero que su visita pase inadvertida. Parece convencida de que Sharon no necesita ninguna supervision especial y de que no es peligrosa, pero cuanto antes abandone la Mansion, mejor.

– ?Tiene intencion de regresar ahora a Dorset, senor? -pregunto Kate.

– No. No hay nada que hacer con Sharon hasta que manana llegue la senora Rayner. Iremos a Droughton y aclararemos lo del coche. Nos llevaremos la copia del testamento, la carpeta sobre Sharon y el articulo del plagio; creo que esto es todo a menos que hayas descubierto algo relacionado con el asunto.

– Nada nuevo para nosotros, senor -dijo Kate-. Hay un articulo sobre las enormes perdidas sufridas por los Nombres de Lloyds a principios de la decada de 1990. La senorita Cressett nos dijo que el senor Nicholas estaba entre ellos y se vio obligado a vender la Mansion Cheverell. Al parecer, los mejores cuadros se vendieron aparte. Hay una foto de la Mansion y otra del senor Nicholas. El articulo no es particularmente benevolo con los Nombres, pero no alcanzo a ver ahi ningun posible motivo para asesinar. Sabemos que Helena Cressett no tenia demasiadas ganas de que la senorita Gradwyn estuviera bajo su techo. ?Guardo el articulo con el resto de papeles?

– Si, creo que deberiamos tener algo escrito por ella que estuviera relacionado con la Mansion. De todos modos, estoy de acuerdo. El articulo sobre los Nombres apenas justificaria algo tan contundente como un recibimiento frio a la llegada de la senorita Gradwyn. He estado echando un vistazo a la caja de la correspondencia con su agente. Parece que estaba pensando en ir reduciendo su actividad como periodista y escribir una biografia. Quiza nos vendria bien ver a su agente, pero esto puede esperar. En todo caso, anade cualquier carta pertinente, ?vale?; tambien tendremos que hacer una lista para Macklefield de lo que nos hemos llevado. Podemos hacerlo luego.

Dalgliesh saco una gran bolsa para documentos de prueba y reunio todos los papeles mientras Kate iba a la cocina y lavaba la taza y el vaso para cepillos de dientes, y comprobaba rapidamente que cualquier cosa que hubiera tocado volviera a estar en su sitio. Tras reunirse de nuevo con Dalgliesh, tuvo la impresion de que a el le habia gustado la casa, de que habia cedido a la tentacion de volver a la azotea, de que en este aislamiento sin estorbos el tambien podria trabajar y vivir feliz. Pero, con una sensacion de alivio, se encontro nuevamente en Absolution Alley mirando en silencio mientras Dalgliesh cerraba la puerta y hacia girar la llave en la doble cerradura.

2

Benton penso que era improbable que Robin Boyton fuera madrugador, de modo que el y el agente Warren esperaron a que dieran las diez antes de ponerse en camino hacia el Chalet Rosa. La casa, igual que la contigua ocupada por los Westhall, tenia las paredes de piedra y un tejado de pizarra. A la izquierda habia un garaje con espacio para un vehiculo, y delante un pequeno jardin, sobre todo de arbustos bajos, atravesado por una estrecha pista de enlosado de diseno irregular. El porche estaba cubierto por fuertes ramas entrelazadas, y unos cuantos brotes compactos y oscuros y una solitaria rosa en plena floracion explicaban el nombre del chalet. El agente Warren pulso el brunido timbre a la derecha de la puerta, pero paso un minuto largo hasta que Benton percibio pisadas seguidas del chirrido de cerrojos descorridos y el chasquido del pestillo al levantarse. La puerta se abrio de par en par, y Robin Boyton aparecio frente a ellos, sin moverse y como si les obstaculizara el paso adrede. Hubo unos momentos de silencio incomodo hasta que Boyton se hizo a un lado y dijo:

– Mas vale que entren. Estoy en la cocina.

Entraron en un pequeno vestibulo cuadrado, sin muebles salvo un banco de roble junto a unas escaleras de madera sin alfombrar. La puerta de la izquierda estaba abierta, y la vision momentanea de unas butacas, un sofa, una mesa circular pulida y lo que parecia una serie de acuarelas en la pared del otro lado daba a entender que se trataba del salon. Siguieron a Boyton por la puerta abierta de la derecha. La estancia tenia la longitud de la casa y rebosaba luz. En el extremo del jardin estaba la cocina, con un fregadero doble, una cocina Aga verde, una encimera central y una zona para comer con una mesa rectangular de roble y seis sillas. Contra la pared, enfrente de la puerta, un gran aparador contenia una miscelanea de tazas, jarras y platos, mientras que en el espacio inferior de la ventana delantera habia una mesita y cuatro sillas bajas, todas viejas y ninguna a juego.

Tomando el control de la situacion, Benton hizo las presentaciones y se dirigio a la mesa.

– ?Nos sentamos aqui? -dijo, y se sento dando la espalda al jardin-. Sera mejor que se ponga enfrente, senor Boyton -anadio, con lo que no dejaba a este otra eleccion que el sitio en el que le daria toda la luz de la ventana en la cara.

Boyton aun estaba bajo los efectos de una fuerte emocion, fuera pena, miedo o una mezcla de ambas, y daba la impresion de no haber dormido. Tenia la piel de un color apagado, la frente perlada de sudor, y los azules ojos cubiertos por un velo de oscuridad. Sin embargo, se habia afeitado hacia poco, y Benton detecto una confusion de olores: jabon, locion para despues del afeitado y, cuando Boyton hablaba, un rastro de alcohol en el aliento. En el poco tiempo transcurrido desde su llegada habia conseguido que su habitacion estuviera desordenada y sucia. En el escurridero habia un monton de platos con comida incrustada y vasos manchados, en el fregadero se veian un par de cacerolas, mientras que su largo abrigo negro colgaba sobre el respaldo de una silla y un par de zapatillas embarradas estaban tiradas cerca de la cristalera. Diversos periodicos abiertos y desparramados por la mesita completaban el ambiente general de caos, una estancia ocupada temporalmente sin placer alguno.

Mirando a Boyton, Benton penso que la suya era una cara que recordaria siempre; las firmes ondas de pelo amarillo cayendole sin artificio sobre la frente, los singulares ojos, la curva marcada y perfecta de los labios. Pero no era una belleza que pudiera resistir el cansancio, la enfermedad o el miedo. Habia ya signos de incipiente decadencia en el agotamiento de la vitalidad, las bolsas bajo los ojos, la flojedad en los musculos alrededor de la

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