Dalgliesh y la inspectora Miskin se pusieron en pie.
– Gracias a las dos -dijo el-. Deben irse de aqui. Por ahora no voy a molestarlas mas. -Entonces se dirigio a Candace-. Me temo que de momento, y tal vez durante algunos dias, la Casa de Piedra tendra que estar cerrada.
– ?Como escenario de un crimen? -dijo Candace.
– Como escenario de una muerte inexplicada. Segun el senor Chandler-Powell, en la Mansion hay habitaciones para usted y su hermano. Lamento las molestias, pero seguro que entiende la necesidad de todo ello. Vendran tambien un patologo forense y agentes tecnicos, pero pondran todo el cuidado en no causar ningun desperfecto.
– Puede demolerla, si quiere -dijo Candace-. Yo ya he terminado con ella.
El prosiguio como si no la hubiera oido.
– La inspectora Miskin la acompanara a recoger todo lo que tenga que llevarse a la Mansion.
Asi que las iban a escoltar, penso Lettie. ?De que tenia miedo Dalgliesh? ?De que huyeran? Pero se dijo a si misma que estaba siendo injusta. El habia sido cortes y educado, en grado sumo. Pero claro, ?que ganaria siendo lo contrario?
Candace se levanto.
– Yo cogere lo que necesite. Mi hermano puede hacer lo propio por si mismo, bajo supervision, desde luego. No tengo intencion alguna de rebuscar en su habitacion.
– Le comunicare cuando podra venir el por sus cosas -dijo Dalgliesh con calma-. Ahora la inspectora Miskin la ayudara.
Encabezadas por Candace, las tres subieron las escaleras, Lettie contenta de tener una excusa para alejarse de la vieja despensa. En su dormitorio, Candace saco una maleta del ropero, pero fue la inspectora Miskin quien la puso sobre la cama. La senorita Westhall empezo a sacar ropa de los cajones y del armario, que doblaba con rapidez y metia con mano experta en la maleta: calidos jerseis, pantalones, blusas, ropa interior, ropa de dormir y zapatos. Fue al cuarto de bano y volvio con su neceser. Sin una mirada atras, estaban ya todas listas para irse.
El comandante Dalgliesh y el sargento Benton-Smith se encontraban en la vieja despensa, esperando a todas luces que ellas se marcharan. La tapa del congelador estaba cerrada. Candace entrego las llaves de la casa. El sargento Benton-Smith garabateo algo en un papel, y la puerta de la casa se cerro tras ellas. Lettie, que estaba escuchando, creyo oir el ruido de una llave al girar.
Caminando en silencio, con la inspectora Miskin entre las dos, regresaron a la Mansion con ritmo acompasado mientras aspiraban hondo el aire humedo y fragante de la manana.
9
Mientras se acercaban a la puerta principal de la Mansion, la inspectora Miskin se aparto un poco y con mucho tacto se fue alejando como si quisiera poner de manifiesto que no habian regresado bajo escolta policial. Esto dio a Candace tiempo para un rapido susurro mientras Lettie abria la puerta.
– No analices lo que ha pasado. Cuenta solo los hechos.
Lettie estuvo a punto de decir que no tenia intencion de hacer otra cosa, pero solo tuvo tiempo para murmurar «desde luego».
Lettie advirtio que Candace eludia inmediatamente el riesgo de hablar de nada diciendo que queria ver donde dormiria. Helena acudio enseguida, y las dos desaparecieron en el ala este, que, como Flavia ya dormia ahi dado que tenia prohibido el paso al corredor de los pacientes, pronto estaria incomodamente abarrotada. Tras llamar a Dalgliesh para obtener su consentimiento, Marcus fue a la Casa de Piedra a recoger la ropa y los libros que necesitaba, y luego se reunio con su hermana en el ala este. Todos se mostraban discretamente solicitos. No se hacian preguntas inoportunas, pero a medida que transcurria la manana el ambiente parecia hervir de comentarios no verbalizados, el principal de los cuales era por que Lettie habia levantado la tapa del congelador. Como al final seguramente alguien lo diria en voz alta, Lettie sentia cada vez mas la necesidad de romper su silencio pese a lo que ella y Candace habian acordado.
Era casi la una y aun no habia noticias del comandante Dalgliesh y su equipo. Solo cuatro de los miembros de la casa fueron al comedor a almorzar: el senor Chandler-Powell, Helena, Flavia y Lettie. Candace habia pedido que le subieran a la habitacion una bandeja para ella y Marcus. Los dias de operaciones, Chandler-Powell comia mas tarde con su equipo, si es que llegaba a tomar una comida como es debido, pero otras veces, como hoy, se juntaba con el grupo del comedor. En ocasiones, Lettie lamentaba que el personal subordinado no comiera con ellos, pero sabia que Dean habria considerado degradante para su estatus de chef almorzar o cenar con aquellos a quienes servia. El y Kim comian despues en su apartamento.
La comida fue sencilla, de primero sopa minestrone y luego terrina de pato y cerdo, patatas al horno y ensalada de invierno. Cuando Flavia, mientras se servia ensalada, pregunto si alguien sabia cuando se esperaba que volviera la policia, Lettie tercio con lo que parecio una despreocupacion forzada.
– Mientras estabamos en la Casa de Piedra, no han dicho nada. Supongo que estaran ocupados examinando el congelador. A lo mejor se lo llevan. No se por que he levantado la tapa. Estabamos saliendo, y he tenido ese gesto impulsivo, quiza simple curiosidad.
– Pues menos mal que lo has hecho -dijo Flavia-. Habria estado aqui durante dias mientras los policias buscaban por el campo. Al fin y al cabo, a menos que sospecharan que estaban buscando un cadaver, ?por que iban a abrir el congelador? ?Por que iba a abrirlo nadie?
El senor Chandler-Powell fruncio el ceno pero no hizo ningun comentario. Hubo un silencio roto por la entrada de Sharon para retirar los platos de sopa. El periodo de inactividad desacostumbrada le habia resultado aburrido, asi que acabo dignandose realizar un numero limitado de tareas domesticas. En la puerta, se volvio y, con lo que para ella era una viveza inesperada, dijo:
– Quiza por el pueblo anda suelto un asesino en serie que nos va a ir liquidando uno a uno. Lei un libro de Agatha Christie que trataba de eso. Se quedaron todos aislados en una isla, y el asesino estaba entre ellos. Al final solo quedo vivo uno.
La voz de Flavia sono cortante.
– No seas ridicula, Sharon. ?La muerte de la senorita Gradwyn te parece obra de un asesino en serie? Estos criminales matan siguiendo un patron. Ademas, ?por que un asesino en serie va a meter un cadaver en un congelador? Tal vez tu asesino esta obsesionado con los congeladores y ahora mismo esta buscando otro para acomodar en el a la proxima victima.
Sharon abrio la boca para replicar, advirtio que Chandler-Powell la miraba, y se lo penso mejor, abrio la puerta de un puntapie y la cerro a su espalda. No hablo nadie. Lettie noto la impresion general de que, si el comentario de Sharon habia sido poco prudente, el de Flavia no lo habia sido menos. El asesinato era un crimen contaminante, cambiaba sutilmente las relaciones que, aun no siendo muy estrechas, si habian sido llevaderas y carentes de tensiones, como la suya con Candace y ahora con Flavia. No era una cuestion de sospecha activa, sino mas bien la difusion de una atmosfera de inquietud, la creciente conciencia de que otras personas, otras mentes, eran incognoscibles. En todo caso, Flavia le preocupaba. Al tener prohibido el acceso a su sala de estar en el ala oeste, se habia aficionado a pasear sola por el jardin o la senda de los limeros hasta las piedras, de donde regresaba con los ojos mas rojos e hinchados que si hubiera tenido que soportar un viento glacial o un aguacero repentino. Quiza, penso Lettie, no era ninguna sorpresa que la muerte de la senorita Gradwyn hubiera afectado a Flavia mas que a los demas. Ella y Chandler-Powell habian perdido a una paciente. Para los dos era un fracaso profesional. Y luego estaban los rumores sobre la relacion de ella con George. Cuando estaban juntos en la Mansion era siempre una relacion de cirujano y enfermera de quirofano, a veces innecesariamente profesional. Desde luego, si habian estado acostandose juntos en la Mansion, alguien se habria enterado. No obstante, Lettie se preguntaba si los cambios de humor de Flavia, esa nueva mordacidad, los paseos solitarios, tenian una causa ajena a la muerte de una paciente.
A medida que transcurria el dia, para Lettie iba resultando evidente que esta segunda muerte estaba creando