era en esa parte de Londres donde los caballeros Victorianos y eduardianos instalaban a sus amantes. Al recordar el cuadro El despertar de la conciencia, de Holman Hunt, le vino a la cabeza una sala de estar abarrotada, una joven de ojos brillantes levantandose de la banqueta del piano mientras su repantingado amante, con una mano en las teclas, extendia el brazo hacia ella. Los ultimos anos habia sorprendido en si mismo cierta aficion a la pintura de genero Victoriano, pero esa representacion febril y, segun el, poco convincente del remordimiento no era de sus preferidas.

Cuando descorrian el pestillo de la verja, se abrio la puerta y una joven pareja fue conducida afuera suave pero firmemente. Los seguia un hombre de edad avanzada, atildado como un maniqui, con unos esponjados cabellos blancos y un bronceado que no podia deberse a ningun sol de invierno. Vestia traje y chaleco, cuyas exageradas rayas reducian aun mas su exigua figura. Parecio no advertir la presencia de los recien llegados, pero su aflautada voz les llego con claridad desde la otra punta del camino.

– No llameis. Se supone que es un restaurante, no una casa particular. Utilizad la imaginacion. Wayne, muchacho, hazlo bien esta vez. En recepcion dareis el nombre y los datos de la reserva, alguien os cogera los abrigos, y luego seguireis a la persona que os conducira a vuestra mesa. La dama ira en cabeza. No te adelantes para retirar la silla de tu invitada como si temieras que alguien te la fuera a quitar. Deja que el empleado haga su trabajo. Ya se encargara el de que ella este sentada comodamente. Repitamoslo. Y, muchacho, intenta parecer seguro de ti mismo. Vas a pagar tu la cuenta, por el amor de Dios. Tu cometido es procurar que tu invitada tome una comida que al menos de la sensacion de valer lo que vas a pagar por ella y que pase una noche feliz. No sera asi si no sabes lo que estas haciendo. Bien, sera mejor que entremos y practiquemos un poco con los cuchillos y los tenedores.

La pareja desaparecio en el interior, y fue entonces cuando el anciano se digno dirigir su atencion a Kate y Benton. Estos se le acercaron, y ella abrio de golpe la carterita con su chapa.

– Inspectora Miskin y sargento Benton-Smith. Hemos venido a ver a Jeremy Coxon.

– Perdon por haberles hecho esperar. Me temo que han llegado en un mal momento. Pasara mucho tiempo antes de que estos dos esten preparados para ir a Claridge's. Si, Jeremy dijo algo de que esperaba a la policia. Entren. Esta arriba, en la oficina.

Pasaron al vestibulo. A traves de una puerta abierta a la izquierda, Benton vio que habia una pequena mesa montada para dos con cuatro copas en cada sitio y una pletora de tenedores y cuchillos. La pareja ya estaba sentada, mirandose uno a otro con desconsuelo.

– Soy Alvin Brent. Esperen un segundo mientras me asomo a ver si Jeremy esta listo. Seran considerados con el, ?verdad? Esta afectadisimo. Ha perdido un amigo muy, muy intimo. Pero bueno, ustedes ya lo saben todo, por eso han venido.

Se disponia a subir las escaleras, pero en ese preciso instante aparecio una figura arriba. Era alto y muy delgado, con unos cabellos negros, lacios y brillantes, que llevaba peinados hacia atras desde una cara tensa y palida. Vestia ropa cara, cuidadosamente informal, lo que, junto a la postura teatral, le daba el aspecto de un modelo posando para una sesion de fotos. Sus cenidos pantalones negros se veian inmaculados. La chaqueta de color canela, desabrochada, era un diseno que Benton reconocio lamentando que no estuviera a su alcance. La almidonada camisa no tenia cuello e iba rematada con un fular. El rostro, que habia estado fruncido por la inquietud, se aliso ahora con alivio.

Mientras bajaba para darles la bienvenida, dijo:

– Menos mal que han venido. Perdonen el recibimiento. He estado desesperado. No me han explicado nada, absolutamente nada, salvo que encontraron muerto a Robin. Por supuesto que el me llamo para decirme lo de la muerte de Rhoda Gradwyn. Y ahora Robin. Ustedes no estarian aqui si hubiera fallecido de muerte natural. Debo saberlo… ?Se suicido? ?Dejo alguna nota?

Lo siguieron escaleras arriba y, tras hacerse a un lado, el les indico una habitacion a la izquierda. Estaba abarrotada, con toda evidencia de una mezcla de sala de estar y estudio. En una gran mesa con caballetes frente a la ventana habia un ordenador, un fax y un estante con archivadores. Tres mesas de caoba mas pequenas, una con una impresora en precario equilibrio, estaban llenas de adornos de porcelana, folletos y libros de consulta. Arrimado a una pared habia un sofa grande, pero apenas utilizable pues estaba cubierto de ficheros. Sin embargo, pese a tanto trasto, alguien habia hecho un intento de ordenar y limpiar. Solo habia una solitaria silla frente al escritorio y un pequeno sillon. Jeremy Coxon miro alrededor como esperando que se materializara un tercer asiento, y acto seguido cruzo el pasillo y regreso con una silla con asiento de canamo que coloco delante del escritorio. Se sentaron.

– No habia ninguna nota -dijo Kate-. ?Le habria sorprendido que se hubiera suicidado?

– ?Pues claro! Robin pasaba sus apuros, pero no habria tomado una decision asi. Amaba la vida y tenia amigos, gente que en una situacion critica le habria echado una mano. Tenia sus momentos de abatimiento, desde luego, como todo el mundo. Pero a Robin no le duraban mucho. Solo he preguntado por la nota porque cualquier otra alternativa es aun menos creible. No tenia enemigos.

– ?No le angustiaba actualmente alguna dificultad en particular? ?Algo que, en opinion de usted, pudiera haberlo llevado a desesperarse? -pregunto Benton.

– Nada. Evidentemente la muerte de Rhoda lo habia dejado deshecho, pero con Robin yo no usaria la palabra desesperacion. Era como el Micawber de Dickens, un eterno optimista, siempre a la espera de que surgiera algo, lo que por lo general sucedia. Y aqui las cosas nos iban bastante bien. El capital era un problema, como es logico. Como siempre cuando uno empieza un negocio. Sin embargo, Robin decia que tenia planes, que le llegaria dinero, mucho dinero. No decia de donde, pero estaba entusiasmado, hacia anos que no lo veia tan feliz. Muy diferente de cuando regreso de Stoke Cheverell tres semanas atras. Entonces parecia abatido. No, pueden ustedes descartar el suicidio. Pero, como ya he dicho, nadie me ha explicado nada salvo que Robin habia muerto y que la policia me haria una visita. Si hizo testamento, seguramente me nombro su albacea citandome como pariente mas cercano. No conozco a nadie mas que pueda asumir la responsabilidad de sus cosas, o del entierro. Entonces, ?a que viene tanto secreto? ?No es hora de que hablen con franqueza y me expliquen como murio?

– No lo sabemos con seguridad, senor Coxon -dijo Kate-. Quiza sepamos mas cuando tengamos los resultados de la autopsia, que deberian llegar hoy a ultima hora.

– Bueno, ?y donde lo encontraron?

– El cadaver estaba en un congelador en desuso que habia en la casa contigua al chalet donde el se alojaba -dijo Kate.

– ?Un congelador? ?Se refiere a uno de estos arcones rectangulares para almacenamiento a largo plazo?

– Si. Un congelador en desuso.

– ?Estaba abierta la tapa?

– Estaba cerrada. Aun no sabemos como acabo ahi dentro su amigo. Pudo ser un accidente.

La mirada de Coxon expresaba puro asombro, que por momentos se fue tornando horror. Hubo una pausa, y luego el dijo:

– ?Me estan diciendo que encontraron el cuerpo de Robin en un congelador cerrado?

– Si -contesto Kate con paciencia-, si, senor Coxon, pero todavia no sabemos como acabo ahi ni la causa de la muerte.

Boquiabierto, Coxon desplazo su mirada de Kate a Benton, como si estuviera evaluando a quien debia creer, si es que debia creer a alguien. Cuando hablo, su voz fue categorica, con un tono de histeria apenas reprimido.

– Entonces les dire una cosa. No fue un accidente. Robin sufria claustrofobia. Nunca viajaba en avion ni cogia el metro. Era incapaz de comer a gusto en un restaurante si no se sentaba cerca de la puerta. Estaba luchando contra eso, pero sin exito. Nada ni nadie habria podido persuadirle de meterse en un congelador.

– ?Ni siquiera si la tapa hubiera estado levantada?

– Robin habria creido que la tapa caeria y lo atraparia dentro. Lo que ustedes estan investigando es un asesinato.

Kate podia haber dicho que quiza Boyton habia muerto por accidente o por causas naturales y luego alguien, por razones desconocidas, habia metido su cadaver en el congelador, pero no tenia ganas de intercambiar teorias con Coxon. En vez de ello, pregunto:

– ?Entre sus amigos se sabia en general que era claustrofobico?

Ahora Coxon estaba mas tranquilo, pero seguia paseando la mirada de Kate a Benton, deseando que le creyeran.

– Algunos lo sabrian o lo imaginarian, supongo, pero nunca le oi mencionarlo. Era algo que le daba bastante

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