estuviera presente mi abogado si era preciso. No era una propuesta totalmente desinteresada. Estabamos hasta arriba de trabajo y lo necesitabamos. Me dijo que estaba decidido a quedarse toda la semana que habia reservado. Hablo de no abandonarla en la muerte. Un poco histrionico, pero asi era Robin. Naturalmente, entonces el ya sabia mas cosas sobre el asunto: me dijo que la habian encontrado muerta a las siete y media de la manana del sabado y que parecia un crimen con complicidad interna. Despues yo lo llame varias veces al movil y no hubo respuesta. Deje mensajes diciendo que me llamara, pero en vano.
– Segun ha dicho usted antes -dijo Benton-, la primera vez que llamo parecia asustado. ?No le parecio extrano que quisiera quedarse habiendo un asesino suelto?
– Si. Le pregunte por que, y me contesto que tenia un asunto inacabado.
Hubo un silencio. La voz de Kate fue indiferente adrede.
– ?Un asunto inacabado? ?No le dio ninguna pista?
– No, y no pregunte. Como he dicho, Robin podia ser muy histrionico. Quiza pensaba echar una mano en la investigacion. Habia estado leyendo una novela policiaca que seguramente encontraran en su habitacion. Querran ver su habitacion, imagino.
– Si -dijo Kate-, en cuanto hayamos acabado de hablar con usted. Hay otra cosa. ?Donde estuvo usted entre las cuatro y media del ultimo viernes por la tarde y las siete y media de la manana siguiente?
Coxon no mostro ninguna senal de preocupacion.
– Sabia que al final me lo preguntaria. Estuve dando clases aqui desde las tres y media hasta las siete y media, tres parejas, con intervalos entre las sesiones. Despues me prepare unos espaguetis a la bolonesa, vi la television hasta las diez y fui al pub. Gracias a un gobierno benevolo que nos permite beber hasta las tantas, esto es lo que hice. Atendia la barra el dueno, quien podra confirmar que estuve alli hasta eso de la una y cuarto. Y si tienen la amabilidad de decirme a que hora murio Robin, quiza pueda presentar una coartada igual de valida.
– Aun no sabemos con exactitud cuando murio, senor Coxon, pero fue el lunes, seguramente entre la una y las ocho.
– Miren, lo de la coartada por la muerte de Robin es ridiculo, pero supongo que deben preguntarlo. Menos mal que no tengo ningun problema. Almorce aqui a la una y media con uno de mis profesores interinos, Alvin Brent, lo han conocido al llegar. A las tres tenia una sesion de tarde con dos clientes nuevos. Puedo darles sus nombres y direcciones, y Alvin confirmara lo del almuerzo.
– ?A que hora termino la leccion de la tarde? -pregunto Kate.
– Se supone que dura una hora, pero como despues no tenia ningun compromiso la alargue un poco. Ya eran las cuatro y media cuando se marcharon. Luego trabaje aqui en la oficina hasta las seis, hora en que fui al pub, el Leaping Hare, un gastro-pub nuevo de Napier Road. Me encontre con un amigo, del que puedo darles su nombre y direccion, y estuve alli con el hasta eso de las once, cuando regrese andando a casa. Tengo que buscar los numeros de telefono y las direcciones en mi agenda, pero si se esperan lo hare ahora mismo.
Aguardaron mientras se acercaba al escritorio, y, tras hojear la agenda unos minutos, cogio una hoja de papel del cajon, copio en ella la informacion y se la entrego.
– Si han de hacer la comprobacion -dijo-, les agradecere que dejen claro que no soy sospechoso. Ya es bastante duro intentar aceptar la perdida de Robin…, si aun no me ha afectado quiza sea porque aun no me lo puedo creer, pero creanme que me afectara…, y no tengo ganas de que me miren como si fuera su asesino.
– Si se confirma todo lo que nos ha dicho -dijo Benton-, no creo que haya ningun riesgo de que eso ocurra, senor.
En efecto. Si los hechos eran exactos, el unico rato en que Jeremy estuvo solo fue la hora y media comprendida entre el final de su clase y su llegada al pub, y esto no le daba tiempo siquiera de llegar a Stoke Cheverell.
– Nos gustaria echar un vistazo a la habitacion del senor Boyton -dijo Kate-. Supongo que despues de su muerte no ha sido cerrada con llave.
– No habria sido posible, pues no tiene cerradura -dijo Coxon-. De todos modos, ni se me ocurrio que hubiera que cerrarla con llave. Si asi lo querian, debian haberme telefoneado. Repito, nadie me ha dicho nada hasta que ustedes han llegado.
– No creo que haya nada importante -dijo Kate-. Supongo que desde su muerte no habra entrado nadie.
– Nadie. Ni siquiera yo. Cuando estaba vivo, el sitio me deprimia. Ahora no puedo soportarlo.
La habitacion estaba en la parte trasera del descansillo. Era grande y de buenas proporciones, y tenia dos ventanas que daban a la extension de cesped con su arriate central y, mas alla, al canal.
Sin entrar, Coxon dijo:
– Lamento este desorden. Robin se traslado hace solo dos semanas, y trajo aqui todo lo que poseia menos lo que regalo a Oxfam y lo que vendio en el pub, aunque no creo que hubiera muchos interesados.
Desde luego la estancia no era nada acogedora. A la izquierda de la puerta habia un divan individual con montones de ropa para lavar. Las puertas abiertas de un armario de caoba dejaban ver camisas, chaquetas y pantalones apretujados en perchas metalicas. Tambien habia media docena de grandes cajas cuadradas con el nombre de una empresa de mudanzas y encima tres bolsas negras de plastico repletas. En el rincon a la derecha de la puerta, vieron pilas de libros y una caja de carton llena de revistas. Entre las dos ventanas, un portatil y una lampara regulable descansaban sobre una mesa de pie central con cajones y un armarito a cada lado. La habitacion olia desagradablemente a ropa sucia.
– El portatil es nuevo -dijo Coxon-, se lo compre yo. En principio, Robin iba a ayudarme con la correspondencia, pero nunca se puso a ello. Creo que es lo unico de la habitacion que vale algo. Siempre fue desordenadisimo. Tuvimos una pequena pelea justo antes de que saliera para Dorset. Yo me quejaba de que, antes de mudarse, al menos podia haber lavado la ropa. Ahora me siento un mezquino cabron, claro. Supongo que siempre me sentire de ese modo. Es irracional, pero es asi. En cualquier caso, todo lo que tenia Robin, por lo que se, esta en este cuarto, y por lo que a mi respecta pueden ustedes revolver todo lo que quieran. No hay parientes que vayan a poner objeciones. Si menciono alguna vez a su padre, pero segun parece no habian estado en contacto desde que Robin era pequeno. Veran que los dos cajones de la mesa estan cerrados, pero no tengo la llave.
– No entiendo por que ha de sentirse usted culpable -dijo Benton-. La habitacion esta hecha un desastre. Al menos podia haber ido antes a la lavanderia. Tiene usted toda la razon.
– Pero ser desordenado no es exactamente delincuencia moral. ?Que demonios importaba? No valia la pena gritar por eso. Y yo ya sabia que el era asi. A un amigo hay que concederle ciertas licencias.
– Pero no debemos medir nuestras palabras solo porque un amigo podria morir antes de que tengamos la oportunidad de aclarar las cosas -senalo Benton.
Kate penso que era cuestion de proseguir. Benton parecia inclinado a entrar en detalles. Si se le presentaba la ocasion, era capaz de iniciar una discusion cuasi filosofica sobre las obligaciones relativas a la amistad y la verdad.
– Tenemos este manojo de llaves -dijo ella-. La de los cajones probablemente esta aqui. Si hay muchos papeles, quiza necesitemos una bolsa. Le dare un recibo.
– Pueden llevarselo todo, inspectora. Metalo en una furgoneta de la policia. Alquile un contenedor. Quemelo. Me deprime profundamente. Avisenme cuando esten listos para irse.
Se le quebro la voz. Parecia a punto de llorar. Desaparecio sin decir nada mas. Benton se acerco a la ventana y la abrio de par en par. Entro aire fresco.
– ?Es demasiado para usted, senora? -dijo.
– No, Benton, dejala abierta. ?Como diablos puede alguien vivir asi? Es como si no hubiera hecho el menor esfuerzo para que esto fuera habitable. A ver si tenemos la llave de la mesa.
No resulto dificil identificar la que necesitaban. Era a todas luces la mas pequena del manojo; encajo facilmente en la cerradura de los dos cajones. Primero se ocuparon del de la izquierda. Kate tuvo que tirar con fuerza porque debido a un calzo de papel en la parte de atras, el cajon estaba atrancado. Al abrir de golpe, saltaron viejas facturas, postales, un diario desfasado, tarjetas de Navidad no utilizadas y un monton de cartas; todo quedo desparramado por el suelo. Benton abrio el armarito, que tambien estaba abarrotado de carpetas abultadas, viejos programas de teatro, guiones y fotos publicitarias, y una bolsa de aseo en la que, tras abrirla, vieron maquillaje de teatro.
– Ahora no vamos a liarnos con todo este jaleo -senalo Kate-. Veamos si con el otro cajon tenemos mas suerte.