– Por eso has venido, ?no? -insistio, y su voz excluia cualquier respuesta salvo la evidente.

– Si -afirmo Peter, impresionado por la forma en que Gulptilil habia logrado combinar las dos cosas: sus problemas con la ley y un asesino desconocido.

– Asi pues, Peter desea abandonar el hospital para iniciar un nuevo tratamiento y una nueva vida, y la senorita Jones cree que ha tendido una ingeniosa trampa a su asesino. ?He hecho una valoracion correcta de la situacion?

Tanto Lucy, que habia permanecido callada, como Peter asintieron.

Gulptilil esbozo una ligera sonrisa.

– Entonces creo que en poco tiempo tendremos la confirmacion, o no, de ambas cuestiones. Hoy es viernes. Supongo que el lunes por la manana podre despedirme de ambos, ?no? Habra tiempo mas que suficiente para averiguar si el enfoque de la senorita Jones es eficaz. Y para que la situacion de Peter este… bueno, solucionada.

Lucy se revolvio en la silla, dispuesta a protestar por esa fecha limite, pero vio que Gulptilil estaba cavilando. No le convenia pedir una prorroga. Desde luego, en una partida de ajedrez burocratica con el psiquiatra, siempre perderia, sobre todo si se jugaba en su propio terreno.-El lunes por la manana -cedio-. De acuerdo.

– Por cierto, al ponerse voluntariamente en esta situacion peligrosa, ?firmara una carta que absuelva a la administracion del hospital de cualquier responsabilidad en lo que a su seguridad se refiere?

Lucy entrecerro los ojos y pronuncio la respuesta obligada con todo el desden que pudo reunir.

– Si.

– Perfecto. Por este lado, todo resuelto. A ver, Peter, dejame que haga una llamada…

Saco una agenda del cajon superior del escritorio. La abrio con aire despreocupado y tomo una tarjeta de visita de color marfil. Rapidamente marco un numero. Se echo atras en la silla mientras esperaba.

– Con el padre Grozdik, por favor -dijo cuando le contestaron-. De parte del doctor Gulptilil del Hospital Estatal Western. -Se produjo una breve pausa-. ?Padre? Buenos dias. Me complace informarle que Peter esta aqui, en mi despacho, y ha aceptado lo que comentamos hace poco. En todos los sentidos. Creo que es necesario efectuar ciertos tramites para que podamos poner rapidamente fin a esta incomoda situacion, ?verdad?

Peter sintio abatimiento al percatarse de que toda su vida habia cambiado en ese instante. Era casi como si estuviera fuera de su cuerpo viendo como pasaba. No se atrevio a mirar a Lucy, que tambien estaba en el umbral de algo, pero no estaba segura de que, porque el exito y el fracaso parecian haberse confundido en su cabeza.

En la sala de estar comun habia varios pacientes alrededor de la mesa de ping-pong. Un anciano con un pijama a rayas y una rebeca abrochada hasta el cuello, aunque en la habitacion hacia calor, movia una pala como si jugara una partida, pero no tenia contrincante al otro lado, ni tampoco pelota, de modo que el juego se desarrollaba en silencio. El anciano parecia concentrado en anticiparse a los golpes de su invisible adversario, y tenia una expresion decidida, como si la partida fuese verdaderamente renida.

La sala estaba silenciosa, con la excepcion del sonido apagado de los dos televisores, donde las voces de los locutores y los actores de una telenovela se mezclaban con los murmullos de los pacientes que conversaban consigo mismos. De vez en cuando, alguien golpeaba una mesa con un periodico o una revista, y algun que otro paciente sin darse cuenta empujaba a otro, lo que provocaba algunas palabras. Pero, para un sitio donde se vivian estallidos incontrolables, la sala estaba tranquila. Francis penso que la ausencia de Cleo habia reprimido en algo la ansiedad habitual de la sala. La muerte como tranquilizante. Pero era una mera ilusion, porque notaba la tension y el miedo por todas partes. Habia pasado algo que hacia que todos se sintieran en peligro.

Francis se dejo caer en una butaca demasiado rellena y llena de bultos. Tenia el corazon acelerado porque creia que solo el sabia lo ocurrido la noche anterior. Esperaba que Peter regresara para comentarle sus observaciones, pero ya no estaba seguro de que su amigo fuera a creerle.

Una de sus voces le susurraba: Estas solo. Siempre lo has estado. Y no se molesto en intentar discutirlo o negarlo.

Otra voz, igual de suave, anadio: No; hay alguien que te esta buscando, Francis.

Sabia a quien se referia.

No estaba seguro de como sabia que el angel lo estaba acechando, pero estaba convencido de que era asi. Echo un vistazo alrededor buscando detectar a alguien que lo observara, pero el problema de aquel hospital psiquiatrico era que todo el mundo se miraba y se ignoraba al mismo tiempo.

Se levanto de golpe. Tenia que encontrar al angel antes de que este fuera a por el.

Se dirigio hacia la puerta y vio a Negro Grande. Se le ocurrio una idea.

– Senor Moses -llamo.

– Dime, Pajarillo. -El corpulento auxiliar se volvio hacia el-. Hoy es un mal dia. No me pidas algo que no pueda darte.

– ?Cuando se celebran las vistas de altas?

– Esta tarde hay unas cuantas. Justo despues de comer.

– Tengo que ir.

– ?Que?

– Tengo que asistir a esas vistas.

– ?Para que?

– Para observar que se hace en una vista. Quizas eso me sirva para no cometer errores cuando me toque el turno -respondio Francis, sin expresar lo que realmente pensaba.

– Bueno, Pajarillo, eso tiene logica -comento Negro Grande con una ceja arqueada-. No se de nadie que lo haya pedido antes.

– Me iria bien -insistio Francis.

El auxiliar parecio dubitativo, pero se encogio de hombros.

– No se si creer lo que me estas diciendo, Pajarillo. Pero te dire que haremos. Si me prometes no causar problemas, te llevare conmigo y podras sentarte a mi lado y observar. Podria suponer la infraccion de alguna norma. No lo se. Pero me parece que hoy ya se han infringido unas cuantas.

Francis suspiro.

En su cabeza se estaba formando un retrato, y esta era una pincelada importante.

A media manana, con un cielo encapotado y un calor pegajoso que cargaba el aire, Lucy Jones, un Peter esposado y Negro Chico caminaban despacio por los senderos del hospital. Al parecer iba a llover pronto. Al principio, los tres iban callados, e incluso sus pasos parecian amortiguados por el denso calor y el cielo plumbeo. El auxiliar se seco la frente y se miro el sudor acumulado en la palma de la mano.

– Joder, se nota que el verano se acerca. -Era cierto.

Dieron unos cuantos pasos mas y Peter se detuvo de golpe.

– ?El verano? -repitio. Alzo los ojos, como si buscara el sol y el cielo azul, pero no estaban. Fuera lo que fuese lo que queria encontrar, no estaba en aquella atmosfera humeda-. Senor Moses, ?que esta pasando?

Negro Chico se paro y lo miro.

– ?Que quieres decir? -quiso saber.

– Me refiero en el mundo. En Estados Unidos. En Boston o en Springfield. ?Juegan bien los Red Sox? ?Todavia hay rehenes en Iran? ?Hay manifestaciones? ?Discursos? ?Va bien la economia? ?Que pasa con el mercado de valores? ?Cual es la pelicula mas taquillera?

– Deberias hacer esas preguntas a Noticiero -respondio Negro Chico sacudiendo la cabeza-. Es el quien se sabe todos los titulares.

Peter miro alrededor y contemplo los edificios.

– La gente cree que son para mantenernos a todos dentro-comento-. Pero no asi. Esas paredes mantienen el mundo fuera. -Sacudio la cabeza-. Es como estar en una isla. O como ser uno de esos japoneses perdidos en la selva a quienes nadie dijo que la guerra habia terminado y que pensaron ano tras ano que estaban cumpliendo con su deber, luchando por su emperador. Estamos perdidos en la dimension desconocida, donde todo nos deja de lado. Los terremotos. Los huracanes. Los desastres de todo tipo, provocados por el hombre y por la naturaleza.

Lucy penso que Peter tenia toda la razon.

– ?Quieres insinuar algo? -pregunto.

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