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– Que nadie toque nada -pidio Lucy, y avanzo hacia la escalera-. Esto es el escenario de un crimen.
Evans parecio confundido por su aspecto y balbuceo alguna respuesta incongruente. Gulptilil, desconcertado tambien por su cambio externo, sacudio la
– Tiene razon -dijo Peter-. Hay que avisar a la policia. -La voz del Bombero parecio superar la sorpresa de Evans, que se volvio hacia el.
– ?Que cono sabras tu? -solto.
Gulptilil levanto la mano sin negar ni afirmar con la cabeza. En lugar de eso, se removio en su sitio, cambiando la postura de su cuerpo en forma de pera, parecido a una ameba.
– Yo no estaria tan seguro -indico con calma-. ?No tuvimos esta clase de discusion con ocasion de la anterior muerte ocurrida en esta unidad?
– Si, creo que si. -Lucy resoplo.
– Pues claro. Un paciente mayor que murio de una insuficiencia cardiaca repentina. Lo que, segun recuerdo, usted tambien queria investigar como si fuera un homicidio.
Lucy senalo el cuerpo inerte de Cleo, que seguia colgando grotescamente en el hueco de la escalera.
– Dudo que esto pueda atribuirse a una insuficiencia cardiaca repentina -replico.
– Ni tampoco presenta indicios de asesinato -contesto Toma-pastillas.
– Si -replico Peter-. El pulgar mutilado.
El doctor observo la mano de Cleo y, a continuacion, el dedo en el suelo. Sacudio la cabeza, como hacia a menudo.
– Puede -respondio-. Pero antes de involucrar a la policia local, con todos los problemas que eso conlleva, senorita Jones, deberiamos ver si podemos llegar a algun consenso. Porque mi inspeccion inicial no sugiere en absoluto que se trate de un homicidio.
Lucy lo miro con recelo.
– Como usted quiera, doctor -dijo-. Echemos un vistazo.
Lucy siguio al medico hacia la escalera. Peter y Francis se apartaron y los observaron. El senor del Mal los siguio tambien, despues de dirigir una mirada hostil a Peter, pero los demas permanecieron junto a la puerta, como si acercarse mas fuera a aumentar de algun modo lo horrendo de la imagen que tenian delante. Francis vio nerviosismo y miedo en mas de un par de ojos, y penso que la muerte de Cleo trascendia los limites corrientes entre la cordura y la demencia; era igual de perturbadora para los normales que para los locos.
Durante casi diez minutos, Lucy y Gulptilil examinaron todos los rincones, repasando hasta el ultimo centimetro de espacio. Francis vio como Peter los observaba a ambos con atencion y el tambien trato de seguir sus miradas, como si pudiera leerles el pensamiento. Y, mientras lo hacia, empezo a ver. Era como una camara desenfocada, en la que todo era vago y borroso, pero empezo a percibir cierta nitidez y a imaginar los ultimos momentos de Cleo.
Finalmente, Gulptilil le dijo a Lucy:-Digame pues, senora fiscal, ?por que juzgaria esto como homicidio?
– Mi asesino siempre ha mutilado dedos. -Senalo el pulgar-. Esta seria la quinta victima. De ahi el pulgar.
– Mire bien -pidio el medico a la vez que sacudia la cabeza-. No hay signos de lucha. Nadie ha informado de que hubiera ningun alboroto en esta zona ayer por la noche. Me costaria mucho imaginar que su asesino, o cualquier asesino, fuera capaz de colocar una soga al cuello a una mujer de este volumen y esta fuerza sin llamar la atencion. Y la victima… Bueno, ?que detalles de su muerte le recuerdan a las demas?
– Todavia ninguno -respondio Lucy.
– ?Cree que los suicidios son inusuales en este hospital? -repuso Gulptilil.
– Claro que no -contesto Lucy.
– ?Y no tenia esta mujer una obsesion malsana por el asesinato de la enfermera en practicas?
– Eso no lo se.
– Quizas el senor Evans pueda ilustrarnos.
Evans se acerco y dijo:
– Parecia mas interesada que los demas en el caso. Habia tenido varios arrebatos importantes en los que afirmaba tener conocimientos o informacion sobre esa muerte. Si hay que culpar a alguien, es a mi, por no haber visto lo grave que se habia vuelto su obsesion…
Entono este ultimo mea culpa en un tono que, en opinion de Francis, implicaba todo lo contrario. Dicho de otro modo, creia que no tenia ninguna culpa. Francis alzo los ojos hacia la cara hinchada de Cleo y penso que toda la situacion era surrealista. Al pie de la difunta se debatia literalmente lo que habia pasado. Intento recordarla viva, pero le costaba. Intento sentirse triste, pero en realidad se sentia exhausto, como si la emocion del hallazgo fuera como escalar una montana. Volvio a mirar alrededor, en silencio, y se pregunto que habria ocurrido.
– Senorita Jones -decia Gulptilil-, la muerte no es algo inaudito en el hospital. Este acto encaja en un triste