– Ya te lo he dicho: todas las investigaciones son asi. Un examen eficaz de los hechos y los detalles.

Francis sacudio la cabeza. Queria enfadarse, pero solo sentia miedo. Miro alrededor. Noticiero tenia un periodico abierto y estaba estudiando con aplicacion los titulares. Napoleon estaba imaginandose ser el emperador frances. Deseo ver a Cleo, que habia vivido en el mundo de la reina egipcia. Algunos ancianos estaban absortos en sus recuerdos, y los retrasados mentales permanecian encallados en su infantilismo. Peter y Lucy estaban aplicando la logica, incluso la logica psiquiatrica, para encontrar al asesino. Pero Francis penso que ese era el enfoque mas ilogico en un mundo tan lleno de fantasia, delirio y confusion.

Sus voces le chillaron: ?Para! ?Corre! ?Escondete! ?No pienses!?No imagines! ?No especules! ?No entiendas! En ese momento se dio cuenta de que sabia lo que pasaria esa noche. Y no podia hacer nada para evitarlo.

– Peter -dijo-, puede que el angel quiera que todo sea como es.

– Bueno, supongo que es posible -repuso Peter y solto una carcajada, como si fuera la mayor locura que hubiera oido. Se sentia muy seguro-. Ese seria su peor error, ?no?

Francis no supo como contestar, pero no compartia su opinion.

El angel se inclino hacia mi, tan cerca que note su aliento gelido junto con cada palabra glacial. Escribi tembloroso, de cara a la pared, como si pudiera ignorar su presencia. El leia por encima de mi hombro, y reia con el mismo sonido terrible que yo recordaba de cuando se acerco a mi cama en el hospital y me amenazo con matarme.

– Pajarillo vio muchas cosas pero no pudo comprenderlas -se mofo.

Deje de escribir, con la mano sobre la pared. No lo mire, pero hable con una voz aguda, presa del panico, pero necesitado aun de respuestas.

– Yo tenia razon sobre Cleo, ?verdad?

– Si. -Solto otra carcajada sibilante-. Ella no sabia que yo estaba ahi, pero estaba. Y lo mas raro de esa noche, Pajarillo, fue que tenia

intencion de matarla antes de que llegara el alba. Habia pensado degollarla mientras dormia y dejar algunas pruebas que apuntaran a otra mujer del dormitorio; habria resultado, como ocurrio con Larguirucho. O quiza ponerle una almohada sobre la cara. Cleo era asmatica. Fumaba demasiado. No habria llevado demasiado tiempo asfixiarla. Eso habia resultado con Bailarin.

– ?Por que Cleo?

– Lo decidi cuando ella senalo el edificio donde yo estaba recluido y grito que me conocia. No la crei, claro. Pero ?por que iba a correr el riesgo? Todo lo demas estaba saliendo de maravilla. Pero Pajarillo ya lo sabe, ?no? Pajarillo lo sabe, porque es como yo. Quiere asesinar. Sabe como matar. Siente mucho odio. Le seduce la idea de la muerte. Matar es la unica respuesta para mi. Y tambien para Pajarillo.

– No -gemi-. No es verdad.

– Sabes la unica respuesta, Francis -susurro el angel.

– ?Quiero vivir! -exclame.

– Lo mismo que Cleo. Pero tambien queria morir. La vida y la muerte pueden estar muy cerca una de otra. Ser casi lo mismo, Francis. Y dime: ? eres distinto a ella?

No pude responder esa pregunta.

– ? Viste como moria? -quise saber.

– Por supuesto -contesto el angel, siseante-. Vi como sacaba la sabana de debajo de la cama. Debio de guardarla solo para eso. Sufria mucho y la medicacion no la ayudaba en nada, de modo que lo unico que podia ver en su futuro, dia tras dia, ano tras ano, era mas y mas dolor. No le daba miedo suicidarse, Pajarillo, no como a ti. Era una emperatriz y entendia la nobleza de arrebatarse uno mismo la vida. La necesidad de hacerlo. Yo solo la anime y saque provecho de su muerte. Abri las puertas, la segui y vi como se dirigia al hueco de la escalera…

– ?Donde estaba la enfermera de guardia?

– Dormida. Con los pies en alto, la cabeza echada atras y roncando. ? Crees que se preocupaban lo suficiente por ninguno de vosotros como para mantenerse despiertos?

– ?Pero por que la mutilaste despues?

– Para mostraros lo que tu sospechaste despues. Para mostraros que podia haberla matado. Pero, sobre todo, porque sabia que haria que todos discutieran, y que quienes afirmaban que yo estaba, en el hospital lo considerarian una prueba y que quienes lo negaban lo considerarian

igualmente una prueba. La duda y la confusion son cosas muy utiles cuando estas planeando algo preciso y perfecto.

– Salvo por una cosa -susurre-. No contaste conmigo.

– Por eso estoy aqui ahora, Pajarillo -respondio el angel-. Por ti.

Poco despues de las diez, Lucy se dirigio deprisa al edificio Amherst para encargarse del solitario turno de noche. Hacia una noche terrible, a medio camino entre la tormenta y el calor. Agacho la cabeza, temiendo que su uniforme blanco se destacara entre las tinieblas.

En una mano llevaba un juego de llaves que tintineaban en su rapido avance por el camino. Un roble se balanceaba a merced de una brisa que hacia susurrar las hojas y que parecia fuera de lugar en esa noche de humedo bochorno. Se habia colgado el bolso, con el revolver en su interior, del hombro derecho, lo que le conferia un aspecto garboso que diferia mucho de como se sentia. Ignoro un grito extrano, desesperado y solitario que resono en un edificio.

Abrio las dos cerraduras y empujo la puerta con el hombro para entrar. Por un instante, se sintio desconcertada. Cada vez que habia estado en Amherst, ya fuera en su despacho o recorriendo los pasillos, lo habia encontrado lleno de gente, iluminado y ruidoso. Ahora, cuando ni siquiera era tarde, parecia otro lugar. Lo que era un espacio abarrotado y siempre animado, surcado por toda clase de locuras informes y pensamientos descabellados, estaba ahora en silencio, salvo por algun que otro grito en los dormitorios. El pasillo estaba casi a oscuras; a traves de las ventanas se filtraba alguna luz procedente de otros edificios que atenuaba un poco la penumbra. La unica luz del pasillo estaba en el puesto de enfermeria, donde brillaba una lampara de escritorio.

Noto que una forma se movia dentro del puesto y suspiro con alivio cuando vio que Negro Chico se levantaba y abria la puerta de rejilla metalica.

– Muy puntual.

– No me retrasaria por nada del mundo -repuso ella con falsa valentia.

– Supongo que le espera una noche larga y aburrida -dijo Negro Chico sacudiendo la cabeza. Luego senalo el intercomunicador sobre la mesa. Era una cajita anticuada con un unico interruptor en la parte superior y un boton de volumen-. Esto la mantendra conectada con-

migo y con mi hermano en el piso de arriba. Pero tendra que pronunciar bien claro «Apolo» porque este trasto tiene diez o veinte anos y no va demasiado bien. El telefono tambien esta conectado con el piso de arriba. Solo tiene que marcar dos cero dos. Le dire que haremos: si lo deja sonar dos veces y cuelga, tambien lo consideraremos una senal y acudiremos en su rescate.

– Dos cero dos. Entendido.

– Pero no es probable que vaya a necesitarlo. Segun mi experiencia, en este sitio, nada logico o previsible sale nunca bien, por mucho que se planifique. Estoy seguro de que su hombre sabe que estara aqui. La voz corre deprisa si se dice lo correcto a la persona adecuada. Pero si el es tan inteligente como usted cree, tengo mis dudas de que vaya a caer en lo que supondra una trampa. Aun asi, nunca se sabe.

– Exacto -corroboro Lucy-. Nunca se sabe.

– Bueno, llamenos -asintio Negro Chico-. Y tambien llamenos si pasa algo de lo que no quiera ocuparse con cualquier paciente. No haga caso a nadie que grite pidiendo ayuda. Solemos esperar hasta la manana para resolver la mayoria de los problemas nocturnos.

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