– Pero no fue asi.

– Yo creo que si-rebatio Francis meneando la cabeza-. No del todo, pero si. Cuando me pusieron una inyeccion asi fue como tener todos los musculos paralizados, de modo que apenas tenia energia para abrir los ojos y ver el mundo que me rodeaba. Aunque no le hubieran dado una dosis suficiente a Larguirucho, creo que habria bastado. Porque matar a Rubita requeria fuerza. Y energia. Y supongo que tambien mas cosas.

– ?Mas cosas?

– Proposito -sugirio Francis.

– Continua -dijo Peter, asintiendo.

– Bueno, ?como salio Larguirucho del dormitorio? Siempre esta cerrado con llave. Y si logro abrir la puerta del dormitorio, ?donde estan las llaves? Y si salio, ?por que llevaria a Rubita al almacen? Quiero decir, ?como lo hizo? ?Y por que la agrediria sexualmente? ?Y luego dejarla asi?

– Tenia sangre en la ropa. La cofia aparecio bajo su colchon -le recordo Peter con la contundencia impasible de un policia.

– Eso no lo entiendo. -Francis sacudio la cabeza-. La cofia, ?pero no el cuchillo que uso para matarla?

– ?Que nos dijo Larguirucho cuando nos desperto? -Peter bajo la voz.

– Dijo que un angel habia ido a su lado para abrazarlo.

Guardaron silencio. Francis procuro imaginar la sensacion de que el angel sacara a Larguirucho de su sueno nervioso.

– Crei que se lo habia inventado. Crei que era algo que habia imaginado.

– Yo tambien -aseguro Peter-. Ahora ya no estoy tan seguro.

Empezo a observar otra vez el trastero. Francis hizo lo mismo. Cuanto mas miraba, mas se acercaba al momento. Era casi como si pudiera ver los ultimos segundos de Rubita. Peter debio de darse cuenta porque el tambien palidecio.

– No quiero creer que Larguirucho hiciese eso -dijo-. No es nada propio de el. Ni siquiera en sus peores momentos, y ayer se mostro de lo mas terrorifico, muy propio de el. Larguirucho senalaba, gritaba y hacia mucho ruido. No creo que fuera capaz de matar. Sin duda, no de asesinar de un modo solapado y premeditado.

– Dijo que habia que destruir a la encarnacion del mal. Lo dijo muy fuerte, delante de todo el mundo.

– ?Crees que el podria matar a alguien, Pajarillo? -repuso Peter.

– No lo se. En cierto sentido, creo que, en las circunstancias adecuadas, cualquiera puede matar. Pero solo son conjeturas por mi parte. Nunca he conocido a un asesino.

Esta respuesta hizo sonreir a Peter.

– Bueno, me conoces a mi-dijo-. Pero creo que conoceremos a otro.

– ?A otro asesino?

– A un angel -concluyo Peter.

Poco antes de la sesion de terapia de la tarde siguiente, Napoleon se acerco a Francis. Tenia un aspecto vacilante, de indecision y duda. Tartamudeaba un poco y las palabras parecian aferrarsele a la punta de la lengua, reacias a abandonar la boca por miedo a como iban a ser recibidas. Tenia un defecto del habla de lo mas curioso, porque cuando se sumergia en la historia, como conectado a su tocayo, era mas claro y preciso. El problema, para quien le escuchara, era separar los dos elementos dispares: los pensamientos de ese dia de las especulaciones sobre hechos acontecidos mas de ciento cincuenta anos atras.

– ?Pajarillo? -llamo Napoleon con su nerviosismo habitual.

– ?Que quieres, Nappy? -Estaban en un extremo de la sala de estar, sin hacer otra cosa que evaluar sus pensamientos, como solian hacer los pacientes del edificio Amherst.

– Hay algo que me preocupa.

– Hay muchas cosas que nos preocupan a todos -replico Francis.

Napoleon se paso las manos por sus mejillas regordetas.

– ?Sabias que no hay ningun general que este considerado mas brillante que Bonaparte? Como Alejandro Magno, Julio Cesar o George Washington. Quiero decir que fue alguien que forjo el mundo con su brillantez.

– Si, ya lo se.

– Pero lo que no entiendo es por que, si se le considera de modo tan rotundo un hombre genial, solo es recordado por sus derrotas.

– No entiendo -dijo Francis.

– Las derrotas. Moscu, Trafalgar, Waterloo.

– Me parece que no puedo responder esa pregunta… -empezo Francis.

– Me preocupa de veras -le interrumpio Napoleon-. Lo que quiero decir es: ?Por que nos recuerdan por nuestros fracasos? ?Por que los fracasos y las retiradas valen mas que las victorias? ?Crees que Tomapastillas y el senor del Mal hablan alguna vez de los progresos que hacemos, en la terapia o con las medicaciones? Creo que no. Creo que solo hablan de los reveses y los errores, y de los pequenos signos que indican que debemos seguir aqui, en lugar de los indicios de que mejoramos y de que tal vez tendriamos que irnos a casa.

Francis asintio. Eso tenia cierto sentido.

– Napoleon rehizo el mapa de Europa con sus victorias -prosiguio Napoleon, superando su balbuceo dubitativo-. Deberian ser recordadas. Me da tanta rabia…

– No creo que puedas hacer gran cosa al respecto… -empezo Francis, pero su companero se inclino hacia delante y bajo la voz.

– Me da mucha rabia ver como Tomapastillas y el senor del Mal tratan con ligereza todos estos aspectos historicos. Son asuntos tan importantes que ayer apenas pude pegar ojo.

Francis lo miro.

– ?Estabas despierto?

– Estaba despierto y oi que alguien metia la llave en la cerradura.

– ?Viste…?

– Oi abrirse la puerta. Ya sabes que mi cama no esta lejos de ella, y cerre los ojos porque se supone que tenemos que estar dormidos y no queria que alguien viera que yo no lo estaba y me aumentaran la medicacion. Asi que fingi.

– Continua.

Napoleon inclino la cabeza y trato de reconstruir lo que recordaba.

– Note que alguien pasaba junto a mi cama. Y entonces, unos minutos despues, volvio a pasar, solo que esta vez fue para salir. Y espere oir como giraba la llave, pero no ocurrio. Luego, pasado un rato, eche una miradita y vi como tu y el Bombero os marchabais. No tenemos que salir de noche. Tenemos que estar en la cama y dormir, asi que me asuste cuando os vi. Trate de dormirme pero oia a Larguirucho hablar consigo mismo y eso me mantuvo despierto hasta que llego la policia y se encendieron las luces y pudimos ver las cosas terribles que habian pasado.

– Pero ?no viste a la otra persona?

– No. Creo que no. Estaba oscuro. Pero pude mirar un poco.

– ?Y que viste?

– Un hombre de blanco. Nada mas.

– ?Era alto? ?Le viste la cara?

– A mi todo el mundo me parece alto, Pajarillo -respondio Napoleon, y nego de nuevo con la cabeza-. Incluso tu. Y no le vi la cara. Cuando paso junto a mi cama, cerre bien los ojos y escondi la cabeza. Pero recuerdo una cosa: parecia flotar. Iba de blanco y flotaba. -Inspiro hondo-. Durante la retirada de Moscu, algunos cadaveres se congelaron tanto que la piel adquirio el color del hielo en una laguna. Gris y blanco, y translucido a la vez. Como la niebla. Eso es lo que recuerdo.

Francis retuvo lo que habia oido, y vio que el senor del Mal recorria la sala de estar para indicar el inicio de la sesion de la tarde. Tambien vio a Negro Grande y Negro Chico entre los pacientes. De repente, se sobresalto al observar que ambos hermanos vestian sus uniformes blancos de auxiliar.

«Angeles», penso.

Francis tuvo otra breve conversacion cuando se dirigia a la sesion en grupo. Cleo se le acerco por el pasillo antes de que entrase en una de las salas de terapia. Se balanceo a uno y otro lado, un poco como un trasbordador al amarrar, y dijo:

– Pajarillo, ?crees que Larguirucho hizo eso a Rubita?

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