ojos en forma de almendra y la piel color cacao. De lo referente a la licenciatura de Derecho por Stanford y Harvard me enteraria mas adelante.

Tambien me enteraria mas delante de lo de la cicatriz en la cara, porque la persona que le dejo esa marca y la otra, mas profunda y menos evidente, le hizo seguir el camino que la condujo hasta el Hospital Estatal Western con preguntas que pronto gustarian muy poco.

Una de las cosas que aprendi en mis anos de mayor locura fue que uno podia estar en una habitacion, con paredes, ventanas con barrotes y puertas cerradas con llave, rodeado de otras personas locas, o incluso metido en una celda de aislamiento a solas, sin que esa fuera, de hecho, la habitacion en que uno estaba. La habitacion que uno ocupaba de verdad la componian la memoria, las relaciones y los acontecimientos, toda clase de fuerzas invisibles. A veces delirios. A veces alucinaciones. A veces deseos. A veces suenos y esperanzas, o ambicion. A veces rabia. Eso era lo importante: reconocer siempre donde estaban las paredes reales.

Y ese fue el caso entonces, cuando estabamos sentados en el despacho de Tomapastillas.

Mire por la ventana de mi casa y vi que era tarde. La luz del dia habia desaparecido y, en su lugar, reinaba la espesura de la noche urbana. En el piso tengo varios relojes, todos regalo de mis hermanas, que, por algun motivo que todavia no he podido determinar, parecen pensar que tengo una necesidad casi constante y muy apremiante de saber siempre que hora es. Pense que las palabras eran la unica hora que necesitaba en este momento, asi que me tome un respiro para fumarme un cigarrillo mientras reunia todos los relojes y los desenchufaba de la pared o les quitaba las pilas para que dejaran de funcionar. Todos se habian detenido mas o menos en el mismo momento: las diez y diez, las diez y once, las diez y trece. Tome cada reloj y movi las manecillas para eliminar cualquier apariencia de congruencia. Cada uno de ellos estaba parado en un momento distinto. Una vez logrado eso, rei en voz alta. Era como si me hubiera apoderado del tiempo y liberado de sus limitaciones.

Recorde como Lucy se habia inclinado hacia delante y habia fijado una mirada seria, fulminante, primero en Peter, despues en mi y, a continuacion, de nuevo en el. Supongo que al principio queria impresionarnos con su determinacion. Quizas habia creido que asi se trataba con los dementes: con decision, mas o menos como uno haria con un cachorro discolo.

– Quiero saber todo lo que vieron ayer por la noche -exigio.

Peter el Bombero vacilo antes de responder.

– ?Tal vez podria decirnos antes, senorita Jones, por que le interesa lo que recordamos? Al fin y al cabo, los dos prestamos declaracion ante la policia local.

– ?Por que estoy interesada en el caso? -repuso-. Me informaron de algunos detalles poco despues de que se encontrara el cadaver, y tras un par de llamadas a las autoridades locales, me parecio importante comprobarlos personalmente.

– Pero eso no explica nada -replico Peter con un gesto de desden. Se inclino hacia la joven-. Quiere saber lo que vimos, pero Pajarillo y yo ya tenemos heridas de nuestro primer encuentro con la seguridad del hospital y los detectives de la policia local. Sospecho que tenemos suerte de no estar metidos en una celda de aislamiento de la carcel del condado, acusados por error de un delito grave. De modo que antes de que aceptemos ayudarla, ?por que no vuelve a explicarnos por que esta tan interesada… con un poquito mas de detalle, por favor?

El doctor Gulptilil tenia una ligera expresion de asombro, como si la idea de que un paciente pudiera cuestionar a alguien cuerdo fuera algo contrario a las normas.

– Peter -dijo con frialdad-, la senorita Jones es fiscal del condado de Suffolk. Y creo que es ella quien deberia hacer las preguntas.

– Sabia que la habia visto antes -dijo el Bombero en voz baja, y asintio-. Puede que en un tribunal.

– Estuve sentada frente a usted una vez, durante un par de sesiones -respondio ella tras mirarlo un momento-. Lo vi testificar en el caso del incendio de Anderson, hara unos dos anos. Yo todavia era una ayudante que manejaba delitos menores. Querian que algunos de nosotros vieramos como le repreguntaban.

– Recuerdo que servi de bastante ayuda -sonrio Peter-. Fui yo quien descubrio donde se habia provocado el incendio. Fue bastante inteligente poner una toma de corriente al lado del lugar del almacen donde se guardaba el material inflamable, de modo que su propio producto avivara el fuego. Fue necesaria cierta planificacion. Pero eso es fundamental para un piromano: planear. La consecucion del fuego forma parte de la emocion. Es como se logra uno bueno.

– Por eso nos pidieron que fueramos a verlo -explico Lucy-. Porque creian que iba a convertirse en el mejor investigador de incendios provocados de la policia de Boston. Pero las cosas no salieron bien, ?no es asi?

– Oh -exclamo Peter con una sonrisa mas ancha, como si lo que Lucy Jones acababa de decir contuviera algun chiste que Francis no habia captado-. Podria decirse que si. Depende de como se miren las cosas. Como la justicia, lo que esta bien y todo eso. Pero no ha venido aqui por mi, ?verdad, senorita Jones?

– No. He venido por el asesinato de la enfermera en practicas.

Peter observo a Lucy Jones. Luego dirigio una mirada a Francis y despues a Negro Grande y a Negro Chico, que estaban en la parte posterior de la habitacion, y por ultimo a Tomapastillas, que estaba sentado algo intranquilo tras su escritorio.

– Dime, Pajarillo -pidio Peter tras volverse de nuevo hacia Francis-, ?por que dejaria una fiscal de Boston todo lo que esta haciendo y vendria al Hospital Estatal Western a hacer preguntas a un par de locos sobre una muerte ocurrida fuera de su jurisdiccion y por la que ya se ha detenido y acusado a un hombre? Esa muerte tiene algo que ha despertado su interes, Pajarillo. ?Pero que? ?Que puede haber motivado que la senorita Jones viniera aqui con tanta prisa para hablar con un par de chiflados?

Francis miro a Lucy Jones, cuyos ojos se habian fijado en Peter con una mezcla de curiosidad y reconocimiento que Francis no sabia muy bien como llamar.

– Bueno, senor Petrel -pregunto pasado un momento con una sonrisita que se inclinaba un poco hacia la cicatriz-, ?puede responder a esa pregunta?

Francis penso un momento. Se imagino a Rubita tal como la habian encontrado.

– El cadaver -aseguro.

– Si, senor Petrel -sonrio Lucy-. ?Puedo llamarte Francis?

El joven asintio.

– ?Que pasa con el cadaver? -pregunto ella.

– Tenia algo especial.

– Podria haber tenido algo especial -corrigio Lucy Jones. Miro a Peter-. ?Quiere intervenir?

– No -rehuso Peter, y cruzo los brazos-. Pajarillo lo esta haciendo muy bien. Que siga el.

– ?Entonces…? -lo animo ella.

Francis se recosto un instante y, con la misma rapidez, volvio a inclinarse hacia delante mientras pensaba que querria dar a entender la fiscal. Se le agolparon en la cabeza imagenes de Rubita, el modo en que su cadaver estaba contorsionado, la forma en que sus ropas estaban dispuestas. Se percato de que todo era un rompecabezas y la hermosa mujer que tenia sentada enfrente formaba parte de el.

– Las falanges que le faltaban en la mano -dijo por fin.

– Hablame de esa mano -pidio Lucy tras asentir-. ?Que te parecio?

– La policia tomo fotografias, senorita Jones -intervino el doctor Gulptilil-. Estoy seguro de que puede examinarlas. No entiendo por que… -Pero su objecion se desvanecio cuando la mujer hizo un gesto a Francis para que continuara.

– Parecia como si alguien, el asesino, se las hubiera llevado -concluyo este.

– Bien -asintio Lucy-. ?Podrias decirme por que el hombre acusado…? ?Como se llama?

– Larguirucho -respondio el Bombero. Su voz habia adquirido un tono mas grave, mas firme.

– Si. ?Por que Larguirucho, a quien ambos conociais, podria haber hecho eso?

– No hay ninguna razon.

– ?No se te ocurre alguna por la que podria haber marcado a la joven de ese modo? ?Nada que hubiera dicho antes? ?O el modo en que habia actuado? Tengo entendido que habia estado bastante nervioso…

– No -aseguro Francis-. Nada de la manera en que murio Rubita encaja con lo que sabemos de Larguirucho.

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