como si un sitio infernal hubiera vuelto a la normalidad, de repente totalmente benigno. Los liquidos limpiadores, las fregonas, los cubos, las bombillas de recambio, las escobas, las sabanas dobladas y la manguera enrollada estaban muy bien ordenados en los estantes. La lampara del techo hacia brillar el suelo, que no contenia la menor senal de la sangre de Rubita. A Francis lo desconcerto un poco el aspecto limpio y rutinario que ofrecia todo, y penso que devolver el trastero a su condicion de trastero era casi tan espantoso como el acto que habia ocurrido en el. Echo un vistazo alrededor y comprobo que era imposible saber que algo terrible habia ocurrido hacia poco en ese reducido espacio.
Lucy se agacho y recorrio con el dedo el sitio donde habia yacido el cadaver, como si el tacto del frio linoleo pudiera conectar de algun modo con la vida que se habia perdido alli.
– Asi que murio aqui -comento mirando a Peter.
Este se agacho a su lado y respondio con voz baja y confidencial.
– Si. Pero creo que ya estaba inconsciente.
– ?Por que?
– Porque todo lo que rodeaba al cadaver no parecia indicar que aqui hubiera tenido lugar una pelea. Creo que desparramaron los liquidos limpiadores para contaminar el escenario del crimen, para que la gente creyera que habia pasado algo distinto.
– ?Por que iba a empaparla de liquido limpiador?
– Para contaminar las pruebas que pudiera haber dejado.
– Tiene sentido -asintio Lucy.
Peter se froto el menton con la mano, se levanto y sacudio la cabeza.
– En los demas casos que investiga -dijo- ?como era el escenario del crimen?
– Buena pregunta -comento Lucy con una sonrisa forzada-. Lluvia torrencial -explico-. Aparato electrico. Cada asesinato se produjo a cielo descubierto durante una tormenta. Los crimenes se cometieron en un sitio y despues el cadaver fue trasladado a un lugar oculto, pero a la intemperie. Muy dificil para la policia cientifica. El mal tiempo contamino casi todas las pruebas fisicas. O eso me han dicho.
Peter echo un vistazo al trastero y salio.
– Aqui creo su propia lluvia.
Lucy lo siguio. Dirigio la mirada hacia el puesto de enfermeria.
– De modo que si hubo una pelea…
– Tuvo lugar ahi.
– Pero ?y el ruido? -objeto Lucy tras volver la cabeza a uno y otro lado.
Francis habia guardado silencio hasta ese momento, Peter lo interpelo.
– Explicaselo tu, Pajarillo -pidio.
Francis se ruborizo al verse de repente en un apuro, y lo primero que penso fue que no tenia ni idea. Asi que abrio la boca para decirlo, pero se detuvo. Penso en la pregunta un instante, dedujo una respuesta y hablo.
– Dos cosas, senorita Jones. La primera, todas las paredes estan insonorizadas y todas las puertas son de acero, asi que es dificil que el sonido pueda traspasarlas. Aqui, en el hospital, hay mucho ruido, pero suele ser apagado. Y mas importante, ?de que serviria gritar pidiendo ayuda? -En su cabeza, oia un estruendo provocado por sus voces interiores, que le gritaban: ?Diselo! ?Cuentale como es!-. La gente chilla sin cesar -prosiguio-. Tiene pesadillas. Tiene miedos. Ve cosas u oye cosas, o se limita a sentir cosas. Supongo que aqui todo el mundo esta acostumbrado a los ruidos surgidos del nerviosismo. Asi que si alguien gritara «?Socorro!»… -hizo una pausa- no seria distinto a las veces en que alguien chilla algo parecido. Si gritara «?Asesino!» o se limitara a chillar, no seria nada del otro mundo. Y nadie acude nunca, senorita Jones. Da igual el miedo que tengas y lo dificil que sea. Aqui, tus pesadillas son cosa tuya.
La fiscal lo observo y supo que el chico hablaba por experiencia. Le sonrio y vio que el se frotaba las manos, algo nervioso pero con ganas de ayudar. Penso que en aquel hospital debia de haber toda clase de miedos. Se pregunto si los llegaria a conocer todos.
– Pareces tener una vena poetica, Francis -dijo-. Aun asi, debe de ser dificil.
Las voces, que habian permanecido tan calladas los ultimos dias, habian elevado el volumen hasta convertirse en un griterio que resonaba en la cabeza de Francis.
– Iria bien-comento para acallarlas-, senorita Jones, que comprendiera que, aunque estamos juntos, estamos realmente solos. Mas solos que en ningun otro sitio, supongo. -Lo que de verdad queria decir era mas solos que en ningun otro sitio del mundo.
Lucy lo miro con atencion y penso que en el mundo exterior, cuando alguien pide ayuda, la persona que oye esa peticion tiene el deber moral de actuar. Pero en aquel hospital todo el mundo gritaba todo el tiempo, todo el mundo necesitaba ayuda todo el tiempo, y sin embargo ignoran estas llamadas, por muy desesperadas y sentidas que fueran, formaba parte de la rutina diana del hospital.
Se sobrepuso un poco a la claustrofobia que la invadio en ese instante. Se volvio hacia Peter, que tenia los brazos cruzados y una sonrisa en los labios.
– Creo que deberia ver la habitacion donde dormiamos cuando paso todo esto -sugirio el Bombero, y la guio por el pasillo, deteniendose solo para senalarle los sitios donde se habia encharcado la sangre-. La policia supuso que las manchas de sangre eran el rastro que habia dejado Larguirucho -explico en voz baja-. Pero eran un caos, porque el idiota del guardia de segundad las habia pisado. Hasta resbalo en una y la extendio por todas partes.
– ?Que supuso usted? -pregunto Lucy.
– Que eran un rastro, desde luego. Pero que conducia a el. No que lo hubiera dejado el.
– Tenia sangre en el pijama.
– El angel lo habia abrazado.
– ?El angel?
– Asi es como lo llamo. El angel que se acerco a su cama y le dijo que la encarnacion del mal habia sido destruida.
– ?Cree que…?
– Lo que creo esta bastante claro, senorita Jones.
La fiscal estuvo de acuerdo. Observo la seguridad con que Peter la conducia por el pasillo.
Peter abrio la puerta del dormitorio y entraron. Francis senalo donde estaba su cama, lo mismo que el Bombero. Tambien le ensenaron la cama de Larguirucho, a la que le habian quitado todo, incluido el colchon, de modo que solo quedaba el bastidor y el somier. Tambien se habian llevado el arcon donde guardaba sus pocas ropas y objetos personales, de modo que el modesto espacio de Larguirucho en el dormitorio parecia un mero armazon. Francis vio como Lucy observaba las distancias, media el espacio entre las camas, la ruta hacia la puerta, la puerta que daba al lavabo contiguo. Por un momento, le dio un poco de verguenza mostrarle donde vivian. En ese instante fue muy consciente de la poca intimidad que tenian y cuanta humanidad les habian arrebatado en esa abarrotada habitacion, y se sintio bastante molesto al contemplar como la fiscal examinaba la habitacion.
Como siempre, varios hombres yacian en la cama mirando el techo. Uno mascullaba entre dientes, discutiendo consigo mismo. Otro se volvio para mirar a Lucy. Otros la ignoraron, perdidos en sus pensamientos. Pero Francis vio que Napoleon se levantaba y se dirigia hacia ellos presuroso.
Se acerco a Lucy y, con una especie de floritura imperfecta, le hizo una reverencia.
– Tenemos muy pocas visitas del mundo exterior -afirmo-. Sobre todo, tan bonitas. Bienvenida.
– Gracias -contesto Lucy.
– ?La estan poniendo bien al corriente estos dos senores?
– Si. Hasta ahora han sido muy amables.
– Bueno -dijo Napoleon, que parecio algo decepcionado-. Eso esta bien. Pero si necesita cualquier cosa, por favor, no dude en pedirmela. -Se palpo el atuendo hospitalario un momento-. No se donde he puesto las tarjetas de visita. ?Es usted estudiante de historia?
– No exactamente -respondio Lucy encogiendose de hombros-. Aunque segui algunos cursos de historia europea en la universidad.
– ?Y donde fue eso? -Napoleon arqueo las cejas.
– En Stanford.
– Entonces deberia comprenderlo -repuso Napoleon y agito un brazo con el otro pegado a un costado-. Hay