relacion entre ambas cosas, de modo que se nos adelanto y puso ahi la camiseta.

Lucy inspiro hondo. Eso sonaba logico.

– Y ?por que querria conducirnos hasta esta persona en particular?

– No lo se -dijo Francis.

– Porque si quieres inculpar a alguien de un crimen que tu has cometido -se contesto Lucy-, lo logico es hacerlo con alguien cuya conducta sea sospechosa.

– Pero este hombre es distinto. Es el sospechoso menos probable que se me ocurre. Un muro de piedra. De modo que tiene que haber sido elegido por otra razon. -Se levanto de golpe, como asustado por algun sonido inquietante-. Lucy -anadio-, hay algo en este hombre. Tenemos que averiguar que es.

– ?Crees que esto podra ayudarnos? -pregunto Lucy senalando el expediente.

– Tal vez -asintio Francis-. Pero no se que hay en un expediente.

– A ver si tu encuentras algo, porque yo no lo consigo. -Se lo tendio.

Francis lo tomo. Nunca habia visto un expediente hospitalario y, por un momento, se sintio como si estuviera haciendo algo ilicito, como si curioseara en la vida de otro paciente. La existencia que los pacientes conocian unos de otros estaba tan enmarcada en el hospital y su rutina diaria que, tras una breve reclusion, uno se olvidaba de que los demas tenian vidas mas alla de aquellas paredes. El hospital te arrebataba el pasado, la familia, el futuro. Penso que en alguna parte habia un expediente sobre el, y otro sobre Peter, y que contenian toda clase de informacion que, en ese momento, parecia muy lejana, como si todo hubiera pasado en otra existencia, en otro tiempo, a otro Francis.

Estudio minuciosamente el expediente.

Estaba escrito en jerga hospitalaria abreviada y anodina, y dividido en cuatro partes. La primera trataba de las circunstancias de su hogar y su familia; la segunda contenia la historia clinica, que incluia estatura, peso, tension arterial y demas; la tercera especificaba el tratamiento con la indicacion de diversos farmacos, y la cuarta consistia en el pronostico. Esta ultima constaba solo de seis palabras: «Reservado. Probable atencion de larga duracion.»

Un grafico mostraba que el hombre habia obtenido, en mas de una ocasion, permiso para pasar el fin de semana con su familia, fuera del hospital.

Francis leyo sobre un hombre que habia crecido en una pequena ciudad cercana a Boston y que se habia trasladado a Massachusetts occidental el ano anterior a su hospitalizacion. Tenia treinta y pocos anos, una hermana y dos hermanos, todos ellos con un coeficiente normal y, al parecer, una vida normal. Le habian diagnosticado el retraso mental en la escuela primaria, y habia participado en varios programas de desarrollo toda su vida. Ningun plan habia resultado.

Francis se reclino en la silla y fue leyendo una situacion tan de manual como funesta. Una madre y un padre que envejecian. Un hijo de caracter infantil, mas grande y mas dificil de controlar a medida que pasaban los anos. Un hijo que no podia entender o controlar sus impulsos y su rabia. Ni su pulsion sexual. Ni su fuerza. Unos hermanos que querian alejarse de el, y no estaban dispuestos a ayudar.

Francis se podia ver reflejado en cada frase. Diferente pero, aun asi, igual.

Leyo el expediente una vez, y luego otra, consciente todo el tiempo de que Lucy observaba su rostro para valorar sus reacciones a lo que leia.

Se mordio el labio inferior. Noto que las manos le temblaban un poco. Las cosas giraban a su alrededor, como si las palabras de las paginas se sumaran a los pensamientos que ocupaban su cabeza para marearlo. Le invadio una sensacion de peligro e inspiro hondo antes de dejar el expediente en la mesa y deslizado hacia Lucy.

– ?Y bien, Francis? -le pregunto ella.

– Nada.

– ?No ves nada?

Sacudio la cabeza. Pero Lucy supo que mentia. Francis habia visto algo. Solo que no queria revelarlo.

Intente recordar que me asusto mas. Aquel fue uno de los momentos, en el despacho de Lucy. Empezaba a ver cosas. No alucinaciones acusticas como las que me sonaban en los oidos y me resonaban en la cabeza. Estas me resultaban conocidas y, aunque podian ser irritantes y dificiles, y haber contribuido a mi locura, estaba acostumbrado a ellas y a sus exigencias y temores. Al fin y al cabo, me habian acompanado desde que era pequeno. Pero lo que me asusto entonces fue ver cosas sobre el angel. Quien era. Como pensaba. Para Peter y Lucy no era lo mismo. Sabian que el angel era un adversario. Un criminal. Un objetivo. Alguien que se escondia de ellos, a quien intentaban atrapar. Ya habian perseguido personas antes, les habian seguido los pasos y las habian llevado ante la justicia, de modo que su busqueda tenia un contexto distinto a lo que de repente me rodeaba a mi. Habia empezado a ver al angel como alguien como yo. Solo que mucho peor. Por primera vez, creia que podia seguir sus huellas. Todo en mi interior me gritaba que seguir su trillado camino estaba mal. Pero era posible.

Queria huir. Un coro interno me advertia con fuerza que aquello no era nada bueno. Mis voces eran una opera de supervivencia que me gritaba que me alejara, que corriera y me escondiera para salvarme.

Pero ?como? El hospital estaba cerrado con llave. Los muros eran altos. Las puertas eran solidas. Y mi propia enfermedad me impedia escapar.

?Como podia dar la espalda a las unicas dos personas que habian creido que yo valia algo?

– Es verdad, Francis. No podias hacer eso.

Me habia acurrucado en un rincon del salon para contemplar mis palabras cuando oi a Peter. Me senti aliviado y mire a uno y otro lado en busca de su presencia.

– ?Peter? -dije-. ?Has vuelto?

– No me habia ido. He estado aqui todo el rato.

– El angel estuvo aqui. Lo note.

– Volvera. Esta cerca, Francis. Todavia se acercara mas.

– Esta haciendo lo que hizo antes.

– Lo se, Pajarillo. Pero esta vez estas preparado. Se que lo estas.

– Ayudame, Peter -susurre. Se me hizo un nudo en la garganta.

– Esta vez es tu lucha, Pajarillo.

– Tengo miedo, Peter.

– Es natural -dijo en el tono despreocupado que usaba a veces y que tenia la cualidad de no ser critico-. Pero eso no significa que sea inutil. Solo significa que debes tener cuidado. Igual que antes. Eso no ha cambiado. Lo fundamental la primera vez fue tu cautela, ?recuerdas?

Segui en el rincon y recorri la habitacion con la mirada. Lo descubri apoyado contra la pared frente a mi. Me saludo con la mano y esbozo una sonrisa familiar. Llevaba un mono naranja brillante decolorado por el uso, y estaba rasgado y manchado de tierra. Sostenia un reluciente casco plateado en las manos y tenia la cara surcada de hollin, cenizas y lineas de sudor. Sacudio la cabeza y sonrio.

– Perdona mi aspecto, Pajarillo.

Parecia un poco mayor de lo que yo recordaba y, tras su sonrisa, pude ver los duros efectos del dolor y los problemas.

– ?Estas bien, Peter?-pregunte.

– Por supuesto, Francis. Es que me han pasado muchas cosas. Ya ti tambien. Siempre llevamos la ropa que nos pone el destino, ?verdad, Pajarillo? No es ninguna novedad.

Repaso con los ojos las columnas de palabras escritas en la pared.

– Estas haciendo progresos -dijo tras asentir con la cabeza.

– No se. Cada palabra que escribo parece oscurecer mas la habitacion.

Peter suspiro dando a entender que se lo esperaba.

– Hemos visto mucha oscuridad, ?verdad, Francis? Y alguna juntos. Eso es lo que estas

Вы читаете La Historia del Loco
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату