– Muy bien. Asi pues, volveremos a hablar de estas cuestiones en los proximos dias, Francis. Y, por supuesto, si consideras importante comentarme cualquier detalle u observacion que puedas tener en cualquier momento, mi puerta siempre estara abierta para ti. Siempre estare disponible. A cualquier hora, ?comprendes?
– Si. Creo que si.
– Estoy contento con tus progresos, Francis. Y tambien de que hayamos mantenido esta conversacion.
Francis volvio a guardar silencio.
– Eso es todo de momento, Francis. Ahora tengo que prepararme para una visita importante -comento a la vez que senalaba la puerta-. Puedes irte. Mi secretaria se encargara de que te acompanen de vuelta a Amherst.
Francis se levanto y dio unos pasos vacilantes hacia la puerta. La voz de Gulptilil lo detuvo.
– Por cierto, Francis, casi se me olvida. Antes de irte, ?podrias decirme que dia es?
– Viernes.
– ?Y la fecha?
– Cinco de mayo.
– Excelente. ?Y el nombre de nuestro distinguido presidente?
– Carter.
– Muy bien, Francis. Espero que pronto tengamos la oportunidad de hablar un poco mas.
Francis se marcho. No se atrevio a mirar atras para ver si el medico lo observaba. Pero notaba sus ojos clavados en la nuca, justo en el sitio donde el cuello se unia al craneo.
El hombre sentado frente a Lucy era enjuto y menudo, con una complexion similar a la de un jockey profesional. Esbozaba una sonrisa torcida y tenia los hombros encorvados, lo que le conferia un aspecto asimetrico. El pelo, grenudo y grasiento, le enmarcaba el rostro, y sus ojos azules brillaban con una intensidad inquietante. Cada poco emitia un resuello asmatico al respirar, lo que no le impedia encender un cigarrillo tras otro, de modo que una nube de humo le envolvia la cabeza. Evans tosio una o dos veces, y Negro Grande retrocedio lo justo hacia un rincon del despacho. Lucy penso que el auxiliar parecia tener un conocimiento instintivo de las distancias, y se adaptaba de forma casi automatica a la adecuada para cada paciente.
– Senor Harris -dijo mientras observaba su expediente-, ?podria decirme si reconoce a alguna de estas personas? -Deslizo por la mesa las fotografias de los crimenes anteriores hacia el hombre.
Este las examino con atencion, quiza demasiado. Sacudio la cabeza.
– Gente asesinada -anuncio con enfasis en la segunda palabra-. Muerta y abandonada en el bosque, al parecer. Eso no me va.
– Eso no es ninguna respuesta.
– No. No las conozco. -Su sonrisa ladeada se marco mas-. Y si las conociera, ?cree que lo admitiria?
– Tiene antecedentes de violencia -replico Lucy sin prestarle atencion.
– Una pelea en un bar no es un asesinato.
Lucy lo miro con atencion.
– Tampoco conducir borracho -prosiguio-. Ni atizar a un tio que me estaba insultando.
– Mire con atencion la tercera fotografia -pidio Lucy-. ?Ve la fecha en la parte inferior?
– Si.
– ?Podria decirme donde estaba usted entonces?
– Aqui.
– No me mienta, por favor.
Harris se revolvio en la silla.
– Entonces estaria en la prision de Walpole, por alguna de esas acusaciones falsas que me endilgan.
– No es verdad. Se lo dire otra vez: no me mienta.
– Estaba en el cabo. -Se movio, inquieto-. Trabajaba ahi para un techador.
– Un periodo curioso, ?verdad? -solto Lucy tras observar el expediente-. Esta en algun techo afirmando oir voces y, al mismo tiempo, por la noche roban en las casas de las manzanas donde usted esta trabajando.
– Nadie presento cargos.
– Porque consiguio que lo mandaran aqui.
Sonrio de nuevo y dejo al descubierto unos dientes irregulares. Lucy penso que era un hombre escurridizo y horrible. Pero no el que estaba buscando. Evans empezaba a inquietarse a su lado.
– Asi pues -dijo-, ?no tuvo nada que ver con esto?
– Exacto -respondio Harris-. ?Puedo irme ya?
– Si -asintio Lucy. Y cuando Harris empezo a levantarse anadio-: En cuanto me explique por que otro paciente queria decirnos que usted alardea de estos asesinatos.
– ?Que? -Harris elevo la voz una octava-. ?Alguien dijo que yo que?
– Ya me ha oido. Asi que expliquemelo. Digame por que dijo eso.
– ?Yo no he dicho nada asi! ?Esta loca!
– Digame por que ha alardeado de estos crimenes.
– No lo he hecho. ?Quien le ha dicho eso?
– Eso es confidencial. Le han oido hacer afirmaciones en el edificio donde vive. Ha sido indiscreto. Me gustaria que se explicara.
– ?Cuando…?
– Hace poco -sonrio Lucy-. Recibimos esta informacion hace poco. ?Niega por tanto haber dicho nada?
– Si. ?Esta loca! ?Por que iba a alardear de algo asi? No se que quiere, senora, pero yo no he matado a nadie. No tiene sentido…
– ?Cree que aqui lo tiene algo?
– Le han mentido. Y alguien quiere meterme en un lio.
– Lo tendre en cuenta -asintio Lucy-. Bien, puede irse. Pero puede que volvamos a hablar.
Harris casi brinco de la silla, lo que provoco que Negro Grande se le acercara con aire amenazador.
– Hijo de puta -exclamo el hombre, conteniendose. Y se volvio y salio tras aplastar el cigarrillo en el suelo con el pie.
Evans estaba furioso.
– ?Tiene idea de los problemas que pueden causar estas preguntas? -pregunto, y senalo con el dedo el diagnostico de Harris en el expediente-. Mire lo que pone, aqui. Explosivo. Cuestiones de gestion del enfado. Y usted lo provoca con preguntas disparatadas que sabe que solo conseguiran una reaccion agresiva. Seguro que Harris termina en una celda de aislamiento antes de que acabe el dia, y tendre que sedarlo. ?Maldita sea! Eso ha sido una irresponsabilidad, senorita Jones. Y si piensa empenarse en hacer preguntas que solo sirvan para alterar la vida en el hospital, me vere obligado a hablar con el doctor Gulptilil.
– Lo siento -se disculpo Lucy-. Intentare ser mas circunspecta en los proximos interrogatorios.
– Necesito un descanso -dijo Evans, que se levanto enfadado y se marcho.
Pero Lucy se sentia satisfecha.
Ella tambien se puso de pie y salio al pasillo. Peter estaba esperando con una sonrisita, como si comprendiera todo lo ocurrido en el despacho. Le hizo una pequena reverencia para darle a entender que habia visto y oido lo suficiente, y que admiraba el plan que habia ideado. Pero no tuvo oportunidad de decirle nada porque, en ese momento, Negro Grande salio del puesto de enfermeria llevando unas esposas y unos grilletes. Los pacientes que paseaban por alli lo vieron y se apartaron de su camino como pajaros asustados que alzan el vuelo.
Peter, sin embargo, permanecio inmovil, a la espera.
A unos metros de distancia, Cleo se levanto y su enorme cuerpo se balanceo como zarandeado por un viento huracanado.
Lucy observo como Negro Grande se acercaba a Peter, le susurraba una disculpa y le ponia las esposas y los grilletes. No abrio la boca.
– ?Cabrones! -grito una colorada y furiosa Cleo al oir como se cerraba la ultima sujecion-. ?Cabrones! ?No dejes que te lleven, Peter! ?Te necesitamos!
El silencio inundo el pasillo.
– ?Maldita sea! -bramo Cleo-. ?Te necesitamos!