– Un bombero que provoca un incendio. Un buen chico catolico que reduce a cenizas una iglesia. Desde luego. Atipico me parece bien.
– ?Y esta loco, Peter?
– No. Pero eso es lo que la mayoria le dira en el hospital si lo pregunta, asi que no estoy seguro de que mi opinion cuente demasiado.
– ?A que conclusiones cree que ha llegado el personal hasta ahora?
– Yo diria que todavia estan acumulando impresiones, padre, pero han llegado mas o menos a la misma conclusion que yo. Lo expresaran de un modo mas clinico, claro. Diran que estoy lleno de conflictos no resueltos. Que soy neurotico. Compulsivo. Puede que incluso antisocial. Pero que era consciente de lo que hacia y sabia que estaba mal. Ese es mas o menos el estandar legal, ?verdad? Seguro que le ensenaron eso en la facultad de Derecho del Boston College.
Grozdik sonrio y se movio un poco en la silla.
– Muy habil, Peter. ?O acaso vio el anillo de la promocion? -Levanto la mano y mostro un gran anillo de oro que capto parte de la luz que entraba por la ventana.
Peter se dio cuenta de que el sacerdote se habia situado de modo que el cardenal pudiera observar sus reacciones sin que el pudiera volverse para ver las del cardenal.
– Es curioso, ?verdad, Peter? -dijo el padre Grozdik, cuya voz seguia siendo monotona y fria.
– ?Curioso, padre?
– Tal vez
– No. Estudie el asesinato. Cuando estaba en el ejercito. Como matar y como evitar que te mataran. Y cuando volvi a casa estudie el fuego. Como se apaga y como se provoca. Sorprendentemente, los dos tipos de estudio no me parecieron demasiado diferentes.
– Si -asintio el padre Grozdik con una sonrisa-. Tengo entendido que lo llaman Peter
– Si -respondio Peter-. Soy consciente de ello.
– ?Piensa mucho en el mal, Peter?
– ?En el mal, padre?
– Si. La presencia en esta tierra de fuerzas que solo pueden explicarse con el mal.
– Si -asintio Peter tras vacilar-. He pasado mucho tiempo reflexionando sobre ello. No puedes haber viajado a los sitios donde yo he estado sin darte cuenta de que el mal ocupa un lugar en el mundo.
– La guerra y la destruccion. Sin duda son ambitos en los que el mal tiene carta blanca. ?Le interesa? ?Intelectualmente, quiza?
Peter se encogio de hombros con indiferencia pero por dentro estaba reuniendo toda su capacidad de concentracion. No sabia en que direccion iba a orientar el sacerdote la conversacion, pero no se fiaba.
– Digame, Peter -prosiguio Grozdik tras dudar-, lo que ha hecho, ?cree que esta mal?
Peter espero un momento antes de responder.
– ?Me esta pidiendo una confesion, padre? Me refiero a la clase de confesion que exige que antes se lean los derechos del acusado. No a la del confesionario, porque estoy seguro de que no hay padrenuestros ni avemarias suficientes, y tampoco acto de contricion alguno por mi parte, para obtener la absolucion.
Grozdik no sonrio, ni parecio inquietarlo la respuesta de Peter. Era un hombre comedido, muy frio y directo, que contrastaba con el cariz indirecto de las preguntas que hacia. Peter lo considero un hombre peligroso y un adversario dificil. El problema era que no sabia con certeza si era un adversario. Era muy probable. Pero eso no explicaba por que estaba ahi.
– No, Peter -dijo el sacerdote cansinamente-. Ninguna de esas dos confesiones. Permitame que lo tranquilice sobre algo… -Hablo de un modo que Peter sabia que servia para hacer lo contrario-. Nada de lo que diga hoy sera usado en su contra ante un tribunal de justicia.
– ?Ante otro tribunal, entonces? -replico Peter con una pizca de ironia. El sacerdote no mordio el anzuelo.
– A todos nos juzgan al final.
– Eso esta por ver, ?no?
– Como todas las respuestas a los grandes misterios. Pero el mal, Peter…
– Muy bien, padre. Entonces la respuesta a su pregunta es que si. Creo que mucho de lo que he hecho esta mal. Si lo examina desde el punto de vista de la Iglesia, resulta bastante evidente. Por eso estoy aqui, y por eso ire pronto a la carcel. Puede que lo que me queda de vida. O casi.
Grozdik parecio considerar esta afirmacion.
– Pero sospecho que no me esta diciendo la verdad -repuso-. Que, en el fondo, no cree que lo que hizo estuviera realmente mal. O tal vez cree que cuando provoco ese incendio pretendia usar un mal para eliminar otro. Puede que eso este mas cerca de la verdad.
Peter no quiso contestar. Dejo que el silencio envolviera la habitacion.
– ?Seria mas exacto decir que cree que sus acciones estuvieron mal en un plano moral, pero bien en otro? -El sacerdote se habia inclinado un poco hacia delante.
Peter noto que empezaban a sudarle las axilas y la nuca.
– No me apetece hablar sobre esto -dijo.
El sacerdote bajo la mirada y hojeo unos documentos hasta que encontro lo que buscaba, lo examino y volvio a alzar los ojos hacia Peter.
– ?Recuerda lo primero que dijo a la policia cuando llegaron a casa de su madre? -pregunto-. Y, podria anadir, lo encontraron sentado en un peldano con la lata de gasolina y las cerillas en las manos.
– De hecho, use un mechero.
– Por supuesto. Reconozco mi error. ?Y que les dijo?
– Parece tener el informe policial delante de usted.
– ?Recuerda haber dicho «Con eso estamos en paz» antes de que le detuvieran?
– Si.
– Tal vez podria explicarmelo.
– Padre Grozdik -solto Peter sin rodeos-, sospecho que no estaria aqui si no supiera ya la respuesta a esa pregunta.
El sacerdote miro de reojo al cardenal, pero Peter no pudo ver que hizo este. Supuso que algun leve movimiento con la mano o la cabeza. Fue solo un breve instante, pero algo cambio.
– Si, Peter. Por lo menos, eso creo. Digame, ?conocia al sacerdote que murio en el incendio?
– ?Al padre Connolly? No. No lo habia visto nunca. De hecho no sabia nada sobre el. Excepto un detalle destacado, por supuesto. Me temo que, desde que volvi de Vietnam, mis idas a la iglesia eran, por decirlo de algun modo, limitadas. Ya sabe, padre, ves mucha crueldad, muchas muertes y mucha falta de sentido, y empiezas a preguntarte donde esta Dios. Es dificil no tener una crisis de fe, o como quiera llamarlo.
– Asi que incendio una iglesia y, con ella, a un sacerdote…
– No sabia que el estaba ahi-aseguro Peter-. Y tampoco que habia otros. Crei que la iglesia estaba vacia. Grite, llame a algunas puertas. Supongo que fue mala suerte. Como digo, crei que estaba vacia.
– No lo estaba. Y, para serle franco, no acabo de creerlo en este punto. ?Con que fuerza llamo a las puertas? ?Grito muy alto sus advertencias? Un hombre murio y tres resultaron heridos.
– Si. Y yo ire a la carcel en cuanto finalice mi breve estancia en este hospital.
– Y afirma que no conocia al sacerdote…
– Habia oido hablar de el.
– ?Que quiere decir?
– ?Cuanto quiere saber, padre? Quiza no deberia estar hablando conmigo, sino con mi sobrino. El monaguillo. Y puede que con algunos amigos suyos…
Grozdik levanto una mano para interrumpir a Peter.
– Hemos hablado con varios feligreses. Hemos recabado mucha informacion con posterioridad al incendio.
– Bueno, entonces ya sabe que las lagrimas que se derramaron por la desafortunada muerte del padre