el le gustaba seguir cada ruta hacia un destino preciso. Siempre se habia considerado una especie de artista cuya tarea consistia en restaurar los grandes cuadros danados por el tiempo o los elementos, como si recrease los colores y las pinceladas de los grandes maestros, siguiendo los pasos de Rembrandt o Da Vinci; un artista menor pero cuya tarea era vital.
A su derecha, un hombre con un pijama holgado, despeinado y desalinado, solto una carcajada estridente al comprobar que se habia mojado los pantalones. Los pacientes hacian cola para recibir su medicacion vespertina, y los hermanos Moses trataban de mantener el orden durante ese proceso. Era un poco como intentar organizar las olas tormentosas que golpean una playa: todo terminaba mas o menos en el mismo sitio, pero los pacientes seguian unas fuerzas tan escurridizas como los vientos y las corrientes.
Peter se estremecio y penso que tenia que marcharse de ese sitio. Todavia no se consideraba loco, pero sabia que muchas de sus acciones podrian pasar por locuras y, cuanto mas tiempo estuviera en el hospital, mas dominarian su existencia. Eso lo hizo sudar, y se dio cuenta de que habia personas, el senor del Mal entre ellas, que estarian encantadas de ver como se desintegraba en el hospital. Tenia suerte; todavia se aferraba a toda clase de vestigios de la cordura. Los demas pacientes le tenian cierto respeto, porque sabian que no estaba tan loco como ellos. Pero eso podria acabarse. Podria empezar a oir las mismas voces que ellos. Empezar a arrastrar los pies, a farfullar, a mojarse los pantalones y a hacer cola para recibir medicacion. Si no escapaba de alli, todo eso acabaria arrastrandolo.
Tenia que aceptar lo que le ofrecia la Iglesia, no tenia opcion.
Observo como la cola se apinaba en direccion al puesto de enfermeria y a las hileras de medicamentos alineadas detras de la rejilla metalica.
Uno de esos pacientes era un asesino. Lo sabia.
O quizas era alguien que hacia cola en ese momento en Williams, Princeton o Harvard, pero que seguia el mismo programa.
Pero ?como encontrarlo?
Trato de pensar en el caso como si fuese un incendio provocado. Apoyado contra la pared, intento ver donde habia empezado, porque eso le indicaria como habia ganado impulso, cobrado fuerza y finalmente estallado. Asi era como procesaba los escenarios de los incendios a los que acudia: iba hacia atras, hasta la primera chispa o llama, y eso no solo le indicaba como se habia producido el incendio, sino quien estaba ahi para provocarlo. Suponia que era un curioso don. En la An tiguedad, los reyes y los principes se rodeaban de personas que supuestamente podian ver el futuro y les hacian perder el tiempo y el dinero, cuando puede que conocer el pasado fuera una forma mucho mejor de anticipar el futuro.
Peter exhalo despacio. El hospital hacia que uno reflexionara sobre todos los pensamientos que resonaban en su interior. Se detuvo a media idea al percatarse de que estaba moviendo los labios como si hablara solo.
Meneo la cabeza. Ya casi hablaba solo.
Se miro las manos para comprobar que no le temblaban. Se repitio que tenia que marcharse sin importar lo que tuviera que hacer.
En ese momento, vio a Lucy Jones. Iba cabizbaja y parecia absorta y disgustada. Y en ese instante vio un futuro sombrio, lo que le provoco una sensacion de vacio e impotencia. Si, se iria, desapareceria para siempre en Oregon. Y ella tambien se iria, volveria a su oficina y se dedicaria a acusar criminales. Francis se quedaria alli, con Napoleon, Cleo y los hermanos Moses.
Larguirucho cumpliria condena.
Y el angel encontraria otros dedos que cortar.
26
Francis paso una noche agitada, a veces tenso en la cama intentando escuchar cualquier sonido en el dormitorio que delatase la presencia del angel. Oyo decenas de esos ruidos, que resonaban con la misma fuerza que los latidos de su corazon. Mil veces le parecio notar el aliento del angel en la frente, y no olvido ni por un instante la sensacion del cuchillo frio. Incluso en los pocos momentos en que se alejo de esos temores que le provocaban sudor y ansiedad para sumirse en algo parecido al sueno, su descanso se vio perturbado por imagenes aterradoras. Veia que Lucy le ensenaba una mano mutilada como la de Rubita y a continuacion se veia a si mismo degollado y luchando con desespero por mantener unida la herida sangrante.
Agradecio la primera luz de la manana que se filtro por las ventanas, aunque solo fuera para indicar que las horas en que el angel parecia reinar en el hospital habian terminado. Permanecio un rato mas en la cama, aferrado a un pensamiento extranisimo: que no estaba bien que los pacientes del hospital tuvieran el mismo miedo a morir que la gente normal en el exterior. Dentro de esas paredes, la vida parecia mucho mas fragil, no tenia la misma importancia que fuera. Era como si ellos contaran menos, y, por tanto, su vida no debiera valorarse demasiado. Recordo haber leido en un periodico que el valor total de las partes del cuerpo humano solo ascendia a un par de dolares. Los pacientes del Western probablemente solo valian unos centavos. O ni siquiera eso.
Fue al bano, se aseo y luego se vistio. Los signos cotidianos del hospital lo reconfortaron un poco; Negro Chico y su corpulento hermano estaban en el pasillo e intentaban que los pacientes se dirigieran hacia el comedor para desayunar, como un par de mecanicos que intentan que un motor se ponga en marcha. El senor del Mal recorria el pasillo sin hacer caso de las suplicas de varias personas sobre algun que otro problema. Francis queria seguir la rutina.
Y entonces, con la misma rapidez con que se le ocurrio este pensamiento, lo temio.
El hospital, con su obsesion por limitarse a encadenar un dia tras otro, era como un farmaco, mas potente incluso que los que se presentaban en pastillas o hipodermicas. Y con la adiccion, llegaba la inconsciencia.
Sacudio la cabeza; porque para el habia algo claro: el angel estaba mucho mas cerca del mundo exterior, y sospechaba que, si queria regresar a el, esa era la dificultad que tendria que superar. Encontrar al asesino de Rubita era el unico acto cuerdo que le quedaba en el mundo.
En su cabeza, sus voces sonaban agitadas y confusas. Era evidente que trataban de decirle algo, pero no se ponian de acuerdo en que.
Sin embargo, todas las voces coincidian en que, si se quedaba solo para enfrentarse al angel, sin Peter ni Lucy, no era probable que sobreviviera. No sabia como moriria, ni exactamente cuando. Cuando quisiera el angel. Asesinado en la cama. Asfixiado como Bailarin o degollado como Rubita, o quiza de otra forma, pero ocurriria.
No tendria donde esconderse, salvo sumirse en una locura mas profunda, lo que obligaria al hospital a encerrarlo en una celda de aislamiento.
Miro alrededor en busca de sus dos companeros de investigacion y, por primera vez, penso que era el momento de responder a las preguntas del angel.
Se apoyo contra la pared del pasillo.
Cuando siguio con la mirada a Cleo, vio a Peter. El Bombero parecia enfrascado en una acalorada conversacion con el senor del Mal, que sacudia la cabeza mientras Peter le hablaba. Pasado un instante, el senor del Mal parecio desechar lo que Peter decia, dio media vuelta y se marcho por el pasillo. Peter alzo la voz para gritarle:
– ?Tiene que decirselo a Gulptilil! ?Hoy!
El senor del Mal no se volvio, como negandose a aceptar lo que Peter habia gritado. Francis se acerco deprisa al Bombero.
– ?Peter?
– Hola, Pajarillo -respondio Peter, sin dejar de mirar a Evans-. ?Que quieres?