pie, junto a su cabeza, mientras los sanitarios trabajaban en un ambito totalmente distinto por debajo de su cintura. «?Pudo ver al hombre?» No. Realmente no. Llevaba un pasamontanas y solo pude verle los ojos. «?Podria reconocerlo si volviera a verlo?» No. «?Por que cruzaba el campus sola de noche?» No lo se. Habia estado estudiando en la biblioteca y volvia a casa. «?Podria decirnos algo que nos sirva para atraparlo?» Silencio.
De todos los terrores vividos aquella noche, el que siempre habia permanecido con ella era la cicatriz de su cara. La impresion la habia dejado casi comatosa, pero el, de cualquier modo, la habia rajado. No la habia matado, y podria haberlo hecho sin problemas. Tampoco habia ningun motivo que lo justificase. Ella estaba casi inconsciente, absorta, y su agresor podia huir tranquilamente. Pero aun asi se habia agachado y la habia marcado para siempre, y a traves de la niebla del dolor y el insulto, le habia susurrado una unica palabra al oido: «Recuerdalo.»
La palabra la habia lastimado mas que el corte que desfiguraba su belleza.
Y lo recordo, aunque, en su opinion, no del modo en que aquel mal nacido esperaba.
Si no podia llevar a la carcel al hombre que la habia marcado, encerraria a decenas de hombres parecidos. Si lamentaba algo, era que la agresion le hubiera robado lo que le quedaba de inocencia y jovialidad. Despues de eso, la risa le resultaba mas dificil y el amor le parecia imposible de lograr. Pero, como se decia a menudo, era probable que pronto hubiera perdido esas cualidades de todos modos. En su persecucion del mal se habia convertido en algo parecido a una monja de clausura.
Se miro en el espejo y devolvio despacio todos sus recuerdos a los compartimientos donde los guardaba archivados de un modo ordenado y aceptable. Lo pasado, pasado estaba. Sabia que el hombre que buscaba en el hospital era tan parecido a su agresor como cualquiera de los que habia mirado fijamente en un tribunal. Atrapar al angel significaria mucho mas que evitar que un asesino en serie volviera a atacar.
Se sintio como un atleta que se concentra en el objetivo inmediato.
– Una trampa -dijo en voz alta-. Una trampa necesita un anzuelo.
Se acaricio el cabello negro que le enmarcaba la cara y lo dejo caer entre los dedos como gotas de lluvia.
Cabello corto.
Cabello rubio.
Las cuatro victimas llevaban un peinado muy corto. Todas tenian mas o menos las mismas caracteristicas fisicas. Todas habian muerto de la misma forma. En cada caso se habia usado la misma arma homicida, que las habia degollado de izquierda a derecha del mismo modo. Las mutilaciones post mortem de las manos habian sido las mismas. Los cadaveres habian sido abandonados en lugares parecidos. Incluso en el caso de la ultima victima, en el hospital, si analizaba el trastero donde se habia cometido el crimen, podia ver como el asesino habia reproducido las ubicaciones de los demas asesinatos. Y recordaba que habia contaminado las pruebas fisicas con agua y liquido de limpieza del mismo modo que la naturaleza habia hecho con sus tres primeros homicidios.
El asesino estaba en el hospital. Sospechaba que incluso lo habia mirado directamente a los ojos en algun momento sin reconocerlo. Esa idea le daba escalofrios, pero tambien parecia avivar la furia que crecia en su interior.
Se miro los cabellos negros que sujetaba como delicadas telaranas entre los dedos. Le parecio que el sacrificio valia la pena.
Se volvio y regreso a la habitacion. Lo primero que hizo fue sacar una maleta negra de debajo de la cama. Marco la combinacion del cerrojo para abrirla. Dentro habia un bolsillo cerrado con cremallera, que abrio para extraer una funda de cuero marron oscuro que contenia un revolver corto del calibre 38. Sopeso el arma en la mano un momento. Lo habia disparado menos de media docena de veces en los anos que hacia que la tenia, y le resultaba extrana pero incisiva. Luego, con decision, recogio el resto de los objetos esparcidos en la cama: un cepillo, unas tijeras, una caja de tinte para el pelo.
Se dijo que el cabello volveria a crecerle. Y que pronto tendria de nuevo la brillante cabellera negra que habia lucido toda su vida.
Cortarse el pelo no era irreversible en absoluto, pero no hacer lo suficiente para encontrar al angel podria serlo. Se llevo todos los objetos al cuarto de bano y los dispuso delante en el estante del espejo. Cogio las tijeras y, casi esperando ver sangre, empezo a cortarse el pelo.
Uno de los trucos que Francis habia aprendido a lo largo de los anos desde el primer dia de su ninez en que habia oido voces era como discernir la que tenia mas sentido entre aquella cacofonia. Su locura se caracterizaba por su capacidad de revisar todo lo que le sugeria en su interior y avanzar lo mejor que podia. No era del todo logico, pero resultaba practico.
Se dijo que la situacion en el hospital no era demasiado diferente. Un detective reune muchas pistas y pruebas dispares en un todo consistente. Todo lo que necesitaba saber para pintar el retrato del angel ya habia ocurrido, pero, de algun modo, en el mundo oscilante y erratico del hospital psiquiatrico, el contexto habia quedado oculto.
Francis miro a Peter, que se estaba mojando la cara en un lavabo. Se dijo que jamas veria lo que el podia ver. Hubo un coro de asentimiento en su interior.
Su amigo se incorporo, se miro en el espejo y sacudio la cabeza como si le disgustara lo que veia. Al mismo tiempo vio a Francis detras de el y le sonrio.
– Buenos dias, Pajarillo. Hemos sobrevivido otra noche, lo que. bien mirado, no es moco de pavo y constituye un logro que tendremos
que celebrar con un desayuno nada sabroso. ?Que crees que nos deparara este esplendido dia?
Francis sacudio la cabeza para indicar que no lo sabia.
– ?Quiza ciertos progresos?
– Quiza.
– ?Quizas algo bueno?
– Lo dudo.
– Francis, tio, no hay ninguna pastilla ni ninguna inyeccion que puedan darte aqui que reduzca o suprima el cinismo -bromeo Peter.
– Tampoco ninguna que te de optimismo -asintio Francis.
– Tienes razon -admitio Peter. Su sonrisa se habia desvanecido-. Hoy haremos progresos, te lo prometo. - Sonrio de nuevo, y anadio-: Progresos.
– ?Como puedes prometer eso?
– Porque Lucy cree que hay otro enfoque que podria funcionar.
– ?Otro enfoque?
Peter echo un vistazo alrededor antes de susurrar:
– Si no puedes llegar al hombre que buscas, tal vez puedas lograr que el hombre llegue a ti.
Francis retrocedio un paso, como golpeado por las voces interiores que le advertian a gritos del peligro.
Peter no reparo en ello mientras el joven asimilaba lo que acababa de decirle.
– Venga -anadio de buen humor y le dio unas palmaditas en la espalda-. Vamos a comer creps pasados y huevos medio crudos, y veamos que pasa. Imagino que hoy sera un gran dia, Pajarillo. Manten los oidos y los ojos abiertos.
Salieron del lavabo hacia el dormitorio, donde los hombres empezaban a dar trompicones y a arrastrar los pies para dirigirse al pasillo. El inicio de la rutina diaria. Francis no estaba seguro de lo que tenia que observar, pero en ese momento un grito agudo y desesperado resono con furia en el pasillo, haciendo estremecer a todos quienes lo oyeron.