estaban demasiado sorprendidos para captar la noticia en su integridad y apreciar sus implicaciones. Para Peter fue un alivio cuando le informaron de que lo necesitaban fuera, con urgencia. De prisa, excusandose, prometio volver mas tarde, si podia.
El capitan Yolles camino hacia el. Presento a su companero el detective sargento Bennett.
– Mister McDermott, ?hay algun lugar a mano donde podamos hablar?
– Por aqui. -Peter precedio a los dos hombres, pasando por el mostrador del conserje, y entro en la oficina del gerente de creditos, que no se utilizaba de noche. Cuando entraron, el capitan Yolles tendio a Peter un diario doblado. Era una edicion temprana del
El capitan Yolles cerro la puerta de la oficina.
– Mister McDermott, Ogilvie ha sido arrestado. Se le ha detenido hace una hora con el coche, cerca de Nashville. La Policia del Estado de Tennessee lo retiene, y
Peter asintio. Sabia que los policias lo observaban con curiosidad.
– Si doy la impresion de tener reacciones lentas con todo lo que esta ocurriendo, les dire que acabo de recibir un verdadero impacto.
– ?Referente a esto?
– No. Al hotel.
– Puede interesarle saber que Ogilvie ha hecho una declaracion -expreso luego de una pausa Yolles, y continuo-: Sostiene que no sabia nada de que el coche estuviera implicado en el accidente. Lo unico que sucedio, dice, es que el duque y la duquesa de Croydon le pagaron doscientos dolares para que llevara el coche al Norte. Tenia el dinero consigo.
– ?Usted cree eso?
– Podria ser verdad. Y podria no serlo. Lo sabremos despues de interrogarlo manana.
Manana, penso Peter, muchas cosas podrian estar mas claras. Esta noche experimentaba una sensacion de irrealidad.
– ?Que sucedera despues? -inquirio.
– Pensamos visitar al duque y a la duquesa de Croydon. Si no se opone, nos gustaria que usted estuviera presente…
– Supongo que no hay inconveniente… si lo consideran necesario.
– Gracias.
– Hay una cosa mas -intercalo el segundo detective-. Entendemos que la duquesa de Croydon dio un permiso escrito para que su coche fuera sacado del garaje del hotel.
– Ya me dijeron eso.
– Podria ser importante, senor. ?Cree que alguien ha guardado esa nota?
– Es posible. Si lo desea telefoneare al garaje.
– Vayamos alla -decidio el capitan Yolles.
Kulgmer, el sereno, estaba arrepentido y fastidiado.
– ?Sabe, senor? Me dije que podia necesitar ese pedazo de papel, para cubrirme en caso de que alguien reclamara. Y creame, senor, lo busque esta noche antes de recordar que seguramente lo habia tirado ayer, con el papel de mis sandwiches. En realidad, no es culpa mia, si lo considera con justicia. -Hizo un ademan, senalando la casilla de donde habia salido.- No hay mucho espacio alli dentro. No es de extranar que las cosas se confundan. Me lo estaba diciendo hace una semana. Este lugar deberia ser un poco mas amplio. Ahora, mire la forma en que tengo que hacer las anotaciones nocturnas…
– ?Que decia la nota de la duquesa de Croydon? -interrumpio Peter McDermott.
– Solo que mister O. tenia permiso para llevarse el automovil. Me extrano la hora…
– ?La nota estaba escrita en papel con membrete del hotel?
– Si, senor.
– ?Recuerda si el papel tenia grabado en relieve
– Si, mister McDermott. Recuerdo eso. Era como usted dice, una hoja pequena.
– Tenemos un papel especialmente timbrado para esa
– ?Dice usted que tiro la nota con los papeles en que estaban envueltos los sandwiches? -pregunto el segundo detective a Kulgmer.
– No se como pudo suceder si no fue asi. Siempre soy muy cuidadoso. Vea lo que paso el ano pasado…
– ?A que hora seria?
– ?El ano pasado?
– Anoche. Cuando tiro la envoltura de los sandwiches, ?a que hora fue? -repitio el detective con paciencia.
– Diria que alrededor de las dos de la manana. Por lo general, tomo mi merienda a la una. Las cosas se han tranquilizado a esa hora…
– ?Donde los tiro?
– En el mismo lugar de siempre. Aqui. -Kulgmer los precedio hasta un armario con articulos de limpieza, que contenia una lata de desperdicios. Le retiro la tapa.
– ?Hay alguna posibilidad de que los desperdicios de anoche esten todavia ahi?
– No, senor. La vacian todos los dias. El hotel es muy puntilloso en eso. Tengo razon, ?no es cierto, mister McDermott?
Peter asintio.
– Ademas -agrego Kulgmer-, recuerdo que la lata estaba casi llena anoche. Puede ver que ahora esta casi vacia.
– Aseguremonos -el capitan Yolles miro a Peter buscando su aprobacion. Luego volco la lata, vaciando su contenido. Aun cuando buscaron con cuidado, no habia vestigio de la envoltura de los sandwiches de Kulgmer ni de la nota de la duquesa de Croydon.
Kulgmer los dejo para atender algunos coches que entraban y salian del garaje.
Yolles se limpio las manos en una toalla de papel.
– ?Que hacen con la basura, cuando la sacan de aqui?
– Va a nuestro incinerador central -informo Peter-. Llega al incinerador en grandes carretillas, junto con los demas desperdicios del hotel. Seria imposible identificar de donde viene cada cosa. De cualquier manera, lo que se ha recogido aqui, probablemente ya esta quemado.
– Quiza no importe, pero de todos modos me gustaria tener esa nota -senalo Yolles.
El ascensor se detuvo en el noveno piso. Peter observo, mientras los detectives lo seguian:
– Esto no me gusta.
– Les haremos algunas preguntas; y nada mas -lo tranquilizo Yolles-. Me gustara que escuche con mucha atencion. Y tambien las respuestas. Es posible que lo necesitemos como testigo.
Para sorpresa de Peter, las puertas de la
– Parece que hay una reunion -anticipo el segundo detective.
Se detuvieron en la puerta de entrada, y Peter toco el timbre.
Por la segunda puerta, parcialmente abierta, pudo ver la espaciosa sala. Habia un grupo de hombres y mujeres, el duque y la duquesa entre ellos. La mayor parte de las visitas tenian vasos en una mano, y libretas o papel en la otra.
El secretario de los Croydon aparecio en el pasillo interior.
– Buenas noches -dijo Peter-. Estos dos caballeros querrian ver al duque y a la duquesa de Croydon.
– ?Son de la Prensa?
El capitan Yolles movio la cabeza.
– Entonces, lo lamento; es imposible. El duque esta en conferencia de Prensa. Su designacion como embajador