– Habla de la verdadera religion y de que los monjes oprimen a los pobres, pero el vive esplendidamente y no le tiembla la mano a la hora de echar a la gente de sus tierras.
– Si, eso tampoco me gusta a mi. Pero no deberias haberle preguntado por Alice. No es asunto tuyo. Copynger es nuestra unica fuente de informacion fiable, y no lo quiero disgustado. Apenas contamos con otra ayuda. Esperaba mas informacion sobre las ventas de tierras, algo que nos ayudara con los libros del tesorero.
– Me parece que el juez sabe mas de los contrabandistas de lo que dice.
– Por supuesto. Acepta sobornos. Pero no estamos aqui por eso. Coincido con el en una cosa: el asesino es alguien del monasterio, no de la ciudad. Los cinco obedienciarios -dije, y empece a contarlos con los dedos-: el abad Fabian, el prior Mortimus, Edwig, Gabriel y Guy, son lo bastante altos y fuertes como para haber podido eliminar a Singleton, salvo Edwig, que estaba ausente. Y cualquiera de ellos pudo envenenar al novicio. Es decir, si lo que el hermano Guy me conto sobre la belladona es cierto. -?Por que iba a mentir?
Una vez mas, vi el rostro sin vida de Simon Whelplay mientras lo sacabamos del bano. La idea de que lo habian envenenado para impedir que hablara conmigo volvia a mi mente una y otra vez y me estrujaba el corazon como una mano de hierro.
– No lo se -respondi-, pero no confio en nadie. Todos tienen mucho que perder si el monasterio se cierra. ?Donde encontrara trabajo como fisico el hermano Guy, con su aspecto? En cuanto al abad, vive aferrado a la dignidad de su cargo. Y los otros tres tambien pueden tener cosas que ocultar. ?Contabilidad fraudulenta, en el caso del hermano Edwig? Podria estar quedandose con dinero por si se queda en la calle, aunque necesitaria el sello del abad para cualquier venta de tierras. -?Y el prior Mortimus?
– A ese lo creo capaz de cualquier cosa. En cuanto al hermano Gabriel, la vieja serpiente de la tentacion sigue visitandolo, de eso estoy seguro. No te ha quitado ojo desde que llegamos. Imagino que mantiene relaciones con otros monjes, aunque quiza no las mantuviera con el pobre Simon; pero llegas tu ensenando la pantorrilla, con tu buen jubon y tus buenas calzas, y empieza a sonar contigo mientras esta con ellos.
Mark aparto el plato con cara de asco.
– ?Es necesario que entreis en detalles, senor?
– Los abogados no tenemos mas remedio que entrar en detalles, por sordidos que sean. Gabriel parece inofensivo, pero es un hombre atormentado, y los hombres atormentados hacen cosas inesperadas e irracionales. Si se demostrara que ha cometido actos de sodomia recientemente, podria acabar en la horca. Si Singleton lo interrogo con su tacto habitual, el sacristan pudo dejarse llevar por la desesperacion, sobre todo si habia otros a los que proteger. Y por ultimo tenemos a Jerome. Quiero hablar con el. Me intriga que llamara a Singleton mentiroso y perjuro. -Mark no respondio. Seguia pensativo-. ?Eh, despierta! -exclame irritado-. ?Que mas da que el sacristan este loco por tu trasero? A fin de cuentas, no tiene muchas posibilidades de conseguirlo.
– No estaba pensando en mi, senor -replico Mark con un destello de colera en los ojos-, sino en Alice. La muchacha que desaparecio tambien trabajaba con el hermano Guy.
– Si, tambien he pensado en eso.
– ?No seria mejor, y mas seguro para todos -pregunto Mark inclinandose hacia mi-, detener a los obedienciarios y al hermano Jerome y encerrarlos como sospechosos?
– ?Con que pruebas? ?Y como los interrogariamos? ?Torturandolos? Creia que desaprobabas esos metodos.
– Y los desapruebo. ?No bastaria con un interrogatorio duro?
– ?Y si estoy equivocado y no fue ninguno de ellos? ?Y como mantendriamos en secreto semejante detencion en masa?
– Pero el tiempo y el peligro apremian…
– ?Crees que no lo se? -replique fuera de mi-. Pero abusando de nuestro poder no obtendremos la verdad. Singleton lo intento, y mira donde esta ahora. Los nudos se desenredan con paciencia, no a tirones; y, creeme, el nudo que tenemos entre manos es el mas complicado que he visto en mi vida. Pero lo deshare. Vaya si lo deshare.
– Lo siento, senor. No pretendia cuestionar…
– Cuestiona lo que quieras, Mark -replique irritado-. Pero cuestionalo con inteligencia. -Animado por la colera, me levante y arroje unas monedas a la mesa-. Venga, vamonos. Estamos perdiendo la tarde, y hay un viejo cartujo loco esperandome.
16
Apenas hablamos mientras volviamos al monasterio bajo un cielo que volvia a encapotarse rapidamente. Estaba enfadado conmigo mismo por mi arrebato de colera, pero ultimamente tenia los nervios de punta y era de prever que las ingenuidades de Mark me hicieran saltar. No obstante, en esos momentos volvia a sentir una decision inquebrantable y avanzaba por el camino con paso vivo, hasta que tropece en un monton de nieve y Mark tuvo que agarrarme, lo que acabo de irritarme. Cuando nos acercabamos a los muros de San Donato, se levanto un viento glacial y empezo a nevar otra vez.
Aporree la puerta de la torre sin contemplaciones hasta que aparecio Bugge limpiandose los restos de comida de la boca en la mugrienta manga del habito.
– Quiero ver al hermano Jerome. De inmediato.
– Se encuentra bajo la custodia del prior, senor, que esta rezando la sexta -respondio el portero indicando la iglesia, de la que nos llegaba el apagado sonido de los canticos.
– ?Entonces, hazlo venir! -le replique con viveza.
El botarate se marcho refunfunando y nosotros nos arrebujamos en las capas, que ya estaban blancas de nieve, y nos dispusimos a esperar. Bugge no tardo en volver acompanado por el prior Mortimus, que nos miro con una expresion malhumorada en su rubicundo rostro.
– ?Quereis ver a Jerome, comisionado? ?Ha ocurrido algo tan grave para que yo deba abandonar la iglesia?
– Solo que no tengo tiempo que perder. ?Donde esta?
– Desde que os insulto, permanece encerrado en su celda.
– Entonces, haced el favor de llevarnos junto a el. Quiero interrogarlo.
– Me asusta pensar en los insultos que puede lanzaros cuando os vea -dijo el prior abriendo la marcha hacia el claustro-. Si pensais acusarlo de traicion, nos hareis un favor.
– ?De veras? ?Es que no tiene ni un solo amigo en todo el monasterio?
– Casi ninguno.
– Aqui hay mucha gente que no tiene ni un solo amigo. Como el novicio Whelplay.
– Intente ensenar a Simon Whelplay contricion de espiritu -respondio el prior mirandome con frialdad.
– Mas vale entrar roto en el cielo que entero en el infierno, ?no? -murmuro Mark.
– ?Como?
– Es algo que nos ha dicho un juez reformista esta manana. Por cierto, tengo entendido que fuisteis a visitar a Simon a primera hora de ayer.
– Fui a rezar por el -respondio el prior sonrojandose-. No deseaba su muerte, sino verlo liberado del mal que lo poseia.
– ?Incluso a costa de su vida?
El hermano Mortimus se detuvo y se volvio hacia mi con el rostro descompuesto. El tiempo empeoraba rapidamente; los copos de nieve giraban a nuestro alrededor y el viento agitaba nuestras capas y el habito del prior.
– ?No deseaba su muerte! No fue culpa mia, estaba poseido. ?Poseido! ?Su muerte no fue culpa mia, yo no lo mate!
Lo observe con atencion. ?Habia ido a rezar por el novicio porque se sentia culpable? No, me dije, el prior Mortimus no era un hombre que cuestionara la rectitud de sus actos. Por extrano que pudiera resultar, su intolerante certidumbre me recordaba a la de algunos luteranos radicales que habia conocido. Y sin duda se habia armado de algun sofisma intelectual que le permitia acosar a mujeres jovenes sin remordimientos de conciencia.