– He oido esos rumores -murmuro Mark-. Todo el mundo decia que eran falsos…
– Y en caso de que fueran ciertos, hermano Jerome -dije tras ordenar silencio a Mark con un gesto-, vos no podiais ser uno de ellos. Ya estabais aqui.
El cartujo me dio la espalda, se seco el rostro con la manga del habito y se quedo mirando por la ventana con todo el peso del cuerpo apoyado en la muleta. Fuera, la nieve seguia cayendo con tanta fuerza como si quisiera enterrar al mundo.
– Si, jorobado, fui uno de los que desaparecieron. Vimos como se llevaban a nuestros superiores, y sabiamos su destino, pero, a pesar de las continuas humillaciones, los hermanos nos socorriamos mutuamente. Creiamos que podriamos soportarlo. Yo todavia era un hombre fuerte y con buena salud, y estaba orgulloso de mi firmeza. -El anciano intento reir, pero solo consiguio emitir un sonido entrecortado e histerico-. Una manana, los soldados vinieron a buscarme y me llevaron a la Torre. Fue a mediados de mayo del ano pasado; Ana Bolena ya habia sido condenada, y estaban construyendo un enorme patibulo en la explanada. Cuando lo vi, empece a tener autentico miedo. En cuanto los guardias me sacaron de la mazmorra, comprendi que el valor podia abandonarme.
»Me llevaron a una gran camara subterranea y me ataron a un sillon. En un rincon, vi el potro, la mesa de bisagras y las cuerdas. Dos verdugos esperaban la orden para hacer girar las ruedas. En la camara habia otros dos hombres sentados a un escritorio, frente a mi. Uno era Kingston, el guardian de la Torre. El otro me miraba con odio; era Cromwell, tu senor.
– ?El vicario general en persona? No os creo.
– Dejame repetirte lo que dijo: «Hermano Jerome Wentworth, sois un estorbo. Decidme claramente y sin rodeos, ?reconocereis la autoridad del rey?»
»Le respondi que no, pero el corazon me palpitaba como si quisiera escaparseme del pecho. Los ojos de aquel hombre parecian dos ruegos del infierno, a traves de los cuales miraba el Diablo. ?Como es posible que hayas estado ante el, comisionado, y no sepas quien es?
– No sigais por ahi. Acabad vuestra historia.
– Tu senor, el gran y sabio consejero, me indico el potro con la cabeza. «Ya lo veremos -dijo-. Dentro de unas semanas, Juana Seymour sera reina de Inglaterra. El rey no esta dispuesto a tolerar que el primo de su esposa se niegue a jurar. Y tampoco quiere que vuestro nombre figure entre los ejecutados por traicion. Ambas cosas serian igual de embarazosas, hermano Jerome. Asi que teneis que jurar, u os obligaremos a hacerlo -dijo volviendo a hacer un gesto hacia el potro.
»Repeti que no juraria, aunque con voz temblorosa. Cromwell me observo durante unos instantes y sonrio. 'Yo creo que lo hareis -dijo-. Tengo poco tiempo, senor Kingston. Estiradlo.'
»Kingston hizo un gesto a los verdugos, que me pusieron en pie y me arrojaron sobre el potro tan violentamente que me quede sin respiracion. Luego, me estiraron los brazos por encima de la cabeza y me ataron las munecas y los tobillos. -La voz de Jerome se convirtio en un susurro-. Fue todo tan rapido… Ninguno de los dos verdugos dijo una sola palabra.
«Empezaron a mover la rueda, y de pronto oi un crujido y senti un tiron atroz en los brazos, un dolor como no habia sentido jamas. Me aniquilo. -El anciano se interrumpio y se froto el hombro descoyuntado con la mirada perdida. Absorto en el recuerdo de su sufrimiento, parecia haberse olvidado de nuestra presencia. Junto a mi, Mark se agito, incomodo-. Estaba gritando. No me di cuenta hasta que oi mis propios alaridos. Luego, dejaron de tirar. Seguia estando aterrado, pero la marea… -murmuro agitando una mano en el aire-, la marea del dolor habia retrocedido. Abri los ojos, y alli estaba Cromwell, mirandome.
»'Jurad, hermano -me dijo-. Teneis muy poca resistencia, esta claro. Esto continuara hasta que jureis. Estos hombres conocen su oficio; no os dejaran morir, pero vuestro cuerpo ya esta maltrecho y pronto estara tan destrozado que jamas dejara de doleros. Jurar no es ninguna verguenza cuando os han obligado a hacerlo por este medio.'
– Estais mintiendo -le dije, pero el hizo caso omiso.
– Grite que soportaria el dolor, como Cristo lo soporto en la cruz. Cromwell se encogio de hombros e hizo un gesto a los verdugos, que esta vez tiraron de las dos ruedas al mismo tiempo. Senti que los musculos de las piernas se me desgarraban y, cuando note que el hueso del muslo se descoyuntaba, grite que pronunciaria el juramento.
– Un juramento hecho bajo tortura carece de valor legal, ?verdad? -pregunto Mark.
– ?Callate, por amor de Dios! -le grite.
Jerome se sobresalto; luego nos miro y sonrio.
– Fue un juramento ante Dios, un juramento en falso, y estoy condenado. ?Eres buena persona, muchacho? Entonces no deberias estar con este hereje chepudo.
Lo mire fijamente. Su historia me habia causado una profunda impresion, pero tenia que recuperar la iniciativa. Me levante, cruce los brazos y me encare con el.
– Hermano Jerome, estoy cansado de oir insultos y cuentos. He venido aqui para hablar del atroz asesinato de Robin Singleton. Lo llamasteis perjuro y mentiroso ante testigos. Quiero saber por que.
La boca del anciano emitio algo parecido a una risa sarcastica.
– ?Tienes idea de lo que es la tortura, hereje?
– ?Teneis idea de lo que es el asesinato, hermano? Ni una palabra mas, Mark Poer… -le adverti a mi ayudante, que acababa de abrir la boca.
– ?Mark!… -murmuro el cartujo sonriendo tetricamente-. Otra vez ese nombre. Si, tu discipulo se da un aire al otro Mark.
– ?Que otro Mark? ?Con que monserga nos vais a salir ahora?
– ?Quieres que te lo cuente? Has dicho que no quieres oir mas cuentos, pero este te interesara. ?Puedo volver a sentarme? Empieza a dolerme la pierna.
– No tolerare mas infamias ni insultos.
– Ni insultos ni infamias, te lo prometo. Solo la verdad. -Asenti y el anciano se sento en la cama ayudandose de la muleta y se rasco el pecho; al sentir el roce de la crin en la piel, se le escapo una mueca-. Veo que lo que te he contado sobre el potro te ha desconcertado, abogado. Pero esto aun te desconcertara mas. El otro Mark era un joven apellidado Smeaton. ?Te suena ese nombre?
– Por supuesto. Era el musico de la corte que confeso haber cometido adulterio con la reina Ana, y fue ejecutado por ello.
– Si, lo confeso… -dijo Jerome asintiendo-, por la misma razon por la que yo jure.
– ?Como podeis saber eso?
– Te lo dire. Despues de jurar ante Cromwell en aquella terrible mazmorra, el guardian me dijo que me quedaria en la Torre hasta que me recuperara; mi prima, a la que comunicarian que habia jurado, estaba realizando gestiones para que me aceptaran en Scarnsea. Entretanto, Lord Cromwell se habia olvidado de mi. Seguramente estaba entretenido guardando mi juramento con el resto de sus papeles.
»Los guardianes me trasladaron a una celda subterranea que estaba en un pasadizo oscuro y humedo, me dejaron tumbado en un viejo jergon de paja y se marcharon. Yo no paraba de darle vueltas a lo que habia hecho y tenia unos dolores terribles. El olor a humedad de aquel jergon inmundo me revolvia el estomago. No se como, consegui levantarme y acercarme a la puerta, que tenia un ventanuco enrejado. Pegue la cara a el para que me diera el aire del pasadizo, que era un poco mas fresco, y rece pidiendo perdon por lo que acababa de hacer.
»A1 cabo de un rato, oi pasos y poco despues quejidos y sollozos. Aparecieron unos guardias, que esta vez traian medio a rastras a un joven, mas o menos de la edad de tu ayudante, de rostro tambien muy agraciado, aunque mas fino, y cubierto de lagrimas. Llevaba ropa elegante, pero hecha jirones, y sus grandes ojos miraban aterrorizados a todas partes. Cuando paso junto a mi, me lanzo una mirada suplicante y desaparecio, arrastrado por los guardias. Luego, oi que abrian la celda contigua a la mia.
»'Serenaos, senor Smeaton -dijo uno de los guardias-. Pasareis aqui la noche. Manana, todo sera muy rapido. Sin dolor.' El tono era casi afectuoso. -Jerome volvio a reir, dejando al descubierto unos dientes sucios y cariados. Su risa me estremecio. El anciano hizo una mueca y siguio hablando-: La puerta de la celda se cerro de golpe y los pasos se alejaron. Luego oi una voz. '?Padre! ?Padre! ?Sois sacerdote?' 'Soy un monje cartujo -respondi-. ?Vos sois el musico al que han acusado de yacer con la reina?' '?Yo no he hecho nada, hermano! -aseguro el joven entre sollozos-. ?Me acusan de yacer con ella, pero yo no he hecho nada!' 'Dicen que habeis confesado', le respondi. 'Me llevaron a casa de lord Cromwell, hermano. ?Dijeron que me atarian una soga al cuello y, si no confesaba, la apretarian hasta que los ojos se me saltaran de las orbitas!'-Su voz era histerica, casi un chillido-. 'Lord Cromwell