Parker Center y despues se cotejaban con las listas que proporcionaba Trafico cada mes. Cuando apareciera el nombre del teniente en la lista de Trafico en el siguiente control y no se encontrara el formulario correspondiente, Pounds recibiria una llamada de los auditores.
Bosch habia anotado el numero de la tarjeta de identificacion del teniente cuando este se la habia dejado enganchada en su chaqueta, en el colgador que tenia fuera de su despacho. Lo habia copiado en su agenda de telefonos con la corazonada de que un dia podria resultarle util.
La administrativa de Trafico volvio finalmente a la linea y dijo que no habia ninguna licencia emitida a nombre de Johnny Fox con la fecha de nacimiento que Bosch le habia proporcionado.
– ?Algo que se acerque?
– No, cielo.
– Querra decir teniente, senorita -dijo Bosch con severidad-. Teniente Pounds.
– Es senora, teniente. Senora Sharp.
– Digame, senora Sharp, ?hasta cuando se remonta esa busqueda informatica?
– Siete anos. ?Alguna cosa mas?
– ?Como compruebo los anos anteriores?
– No lo hace. Si quiere una busqueda manual de los registros nos manda una carta, teniente. Tardara entre diez y catorce dias. En su caso, cuente catorce. ?Algo mas?
– No, pero no me gusta su actitud.
– Estamos en paces. Adios.
Bosch se rio en alto despues de cerrar la agenda de telefonos. Estaba seguro de que la solicitud de busqueda no se perderia en el proceso. La senora Sharp se ocuparia de ello. Probablemente el nombre de Pounds seria el primero en la lista que iba a llegar al Parker Center.
Marco el numero de Edgar en la mesa de homicidios y lo pillo antes de que se fuera de comisaria.
– Harry, ?que pasa?
– ?Estas ocupado?
– No, nada nuevo.
– ?Puedes buscarme un nombre? Ya he probado en Trafico, pero necesito que alguien me lo busque en el ordenador.
– Eh…
– Oye, ?puedes o no? Si te preocupa Pounds, entonces…
– Eh, Harry, calma. ?Que te pasa, tio? No he dicho que no pueda hacerlo. Dime el nombre.
Bosch no podia entender por que la actitud de Edgar lo ponia furioso. Respiro hondo y trato de calmarse.
– El nombre es John Fox. Johnny Fox.
– Mierda, va a haber cien John Foxes. ?Tienes la fecha de nacimiento?
– Si, la tengo.
Bosch consulto su libreta y le dio el dato.
– ?Que te ha hecho? Dime, ?como te va?
– Divertido. Ya te lo contare. ?Vas a mirarlo?
– Si, ya te he dicho que lo haria.
– Vale, tienes el numero de mi movil. Si no, dejame un mensaje en casa.
– En cuanto pueda, Harry.
– ?No has dicho que no habia nada nuevo?
– Nada nuevo, pero estoy trabajando, tio. No puedo pasarme el dia haciendote favores.
Bosch se quedo petrificado y se produjo un corto silencio.
– Eh, Jerry, vete a tomar por culo. Ya lo hare yo.
– Oye, Harry, no estoy diciendo que no…
– No, en serio. No importa. No quiero que te comprometas con tu nuevo companero o con tu intrepido lider. Al fin y al cabo, de eso se trata, ?no? Asi que no me vengas con ese rollo del trabajo. Tu no estas trabajando. Estas a punto de salir por la puerta para irte a casa y lo sabes. O, espera, a lo mejor hoy tambien te toca ir a tomar una copa con Burnsie.
– Harry…
– Cuidate, tio.
Bosch cerro el telefono y se quedo sentado dejando que la rabia se le evaporara como el calor de un radiador. El telefono sono cuando todavia lo tenia en la mano e inmediatamente se sintio mejor. Lo abrio.
– Oye, lo siento, ?vale? -dijo-. Olvidalo.
Hubo un largo silencio.
– ?Hola?
Era la voz de una mujer. Bosch se sintio inmediatamente avergonzado.
– ?Si?
– ?Detective Bosch?
– Si, lo siento, pensaba que era otra persona.
– ?Como quien?
– ?Quien es?
– Soy la doctora Hinojos.
– Oh. -Bosch cerro los ojos y la ira le invadio de nuevo-. ?Que quiere?
– Solo llamaba para recordarle que tenemos una sesion manana. A las tres y media. ?Vendra?
– No tengo eleccion, ?recuerda? Y no hace falta que me llame para recordarme las sesiones. Lo crea o no, tengo una agenda, un reloj, un despertador y todo eso.
Inmediatamente penso que se habia pasado de la raya con el sarcasmo.
– Parece que lo he pillado en mal momento. Voy a…
– Si.
– …dejarlo. Hasta manana, detective Bosch.
– Adios.
Bosch volvio a cerrar el telefono y lo dejo caer en el asiento. Puso en marcha el coche. Tomo por Ocean Park hasta Bundy y despues hacia la 10. Al aproximarse al paso elevado de la autovia vio que los coches que circulaban por alli en direccion este no se movian y que la rampa de acceso estaba llena de coches que esperaban para hacer cola.
– Mierda -dijo en voz alta.
Paso junto a la rampa de la autovia sin girar y se metio por debajo. Enfilo Bundy hasta Wilshire y alli doblo al oeste hacia el centro de Santa Monica. Tardo quince minutos en encontrar aparcamiento cerca de Third Street Promenade. Habia estado evitando los garajes de varios niveles desde el terremoto y no queria empezar a usarlos en ese momento.
«Que contradiccion andante -penso Bosch mientras buscaba un lugar para estacionar-. Vives en una casa condenada que segun los inspectores esta a punto de deslizarse por la colina, pero no quieres meterte en un garaje.» Al final encontro un lugar enfrente del cine pomo, a una manzana del Promenade.
Bosch paso la hora punta caminando por el tramo de tres manzanas de restaurantes con terrazas, cines y tiendas. Se metio en el King George de Santa Monica, que sabia que era un lugar frecuentado por algunos de los detectives de la Division de West Los Angeles, pero no vio a nadie conocido. Despues se compro una pizza en un puesto de comida para llevar y se dedico a mirar a la gente. Vio a un actor de calle que hacia malabarismos con cinco cuchillos de carnicero al mismo tiempo. Y penso que tal vez sabia como se sentia el hombre.
Se sento en un banco y observo las hordas de gente que pasaban a su lado. Los unicos que le prestaban atencion eran los vagabundos, y pronto se quedo sin monedas ni billetes de un dolar. Bosch se sentia solo. Penso en Katherine Register y en lo que habia dicho del pasado. Ella habia afirmado que era fuerte, pero Bosch sabia que la comodidad y la fuerza podian estar basadas en la tristeza. Eso era lo que tenia el.
Penso en lo que ella habia hecho cinco anos antes. Muerto su marido, Katherine habia hecho balance de su vida y habia encontrado el agujero en sus recuerdos. El dolor. Le habia mandado la carta con la esperanza de que el actuara entonces. Y casi habia funcionado. Bosch habia sacado de los archivos el expediente del caso, pero no habia tenido la fuerza, o quiza era debilidad, para mirarlo.
Despues de que anochecio, Bosch camino por Broadway hasta Mr B's, encontro un taburete en la barra y pidio