Bosch entro.

– Hay un Hertz en La Brea, al lado del bulevar.

– Si, lo conozco.

Avanzaron en silencio durante unos minutos, hasta que Edgar se rio y nego con la cabeza.

– ?Que?

– Nada… Burns, tio. Creo que estaba a punto de cagarse en los pantalones cuando tu estabas alli con Pounds. Penso que ibas a salir de ahi y sacarle el culo de tu silla. Fue penoso.

– Mierda. Deberia haberlo hecho. No se me ocurrio.

El silencio se instalo de nuevo. Estaban en Sunset llegando a La Brea.

– Harry, no puedes controlarte, ?verdad?

– Supongo que no.

– ?Que te ha pasado en la mano?

Bosch la levanto y examino el vendaje.

– Ah, me di con el martillo la semana pasada cuando estaba trabajando en la terraza. Duele como una mala puta.

– Si, sera mejor que tengas cuidado o Pounds va a ir a por ti como una mala puta.

– Ya lo esta haciendo.

– Tio, es solo un come numeros, un capullo. ?Por que no pasas de el? Sabes que solo…

– Oye, ya empiezas a sonar como la psiquiatra a la que me envian. Podria sentarme una hora contigo hoy, ?que te parece?

– A lo mejor te esta diciendo algo sensato.

– A lo mejor tendria que haber ido en taxi.

– Creo que deberias saber quienes son tus amigos y escucharlos, aunque solo sea por una vez.

– Es aqui.

Edgar freno delante de la agencia de alquiler de coches.

Bosch salio antes de que el coche llegara a detenerse.

– Harry, espera un momento.

Bosch lo miro.

– ?Que pasa con este asunto de Fox? ?Quien es ese tio?

– Ahora no puedo decirtelo, Jerry. Es mejor asi.

– ?Estas seguro?

Bosch oyo que el telefono de su maletin empezaba a sonar.

Miro al maletin y despues a Edgar.

– Gracias por acercarme.

Cerro la puerta del coche.

La llamada era de Keisha Russell desde el Times. Dijo que habia encontrado un articulo breve en la «morgue» bajo el nombre de Fox, pero queria encontrarse con Bosch para darselo. Bosch sabia que formaba parte del juego, se trataba de establecer el pacto. Miro su reloj. Podia esperar para saber que decia el articulo. Le dijo que la invitaba a comer en el Pantry, en el centro de la ciudad.

Al cabo de cuarenta minutos, Russell ya estaba en un reservado proximo a la caja cuando el llego. Bosch se deslizo en la parte opuesta del reservado.

– Llegas tarde -dijo ella.

– Lo siento, estaba alquilando un coche.

– Te han retirado el coche, ?eh? Parece serio.

– No vamos a hablar de eso.

– Ya lo se. ?Sabes quien es el dueno de este sitio?

– Si, el alcalde. Pero la comida no es mala.

La periodista torcio el gesto y miro en torno como si el lugar estuviera lleno de hormigas. El alcalde era republicano; el Times habia apoyado a los democratas. Y lo que era peor, al menos para ella, era que el alcalde defendia al departamento de policia. A los periodistas eso no les gustaba. Preferian las controversias internas, el escandalo. Generaba noticias mas interesantes.

– Lo siento -dijo Bosch-. Supongo que podria haber propuesto el Gorky o algun sitio mas liberal.

– No te preocupes por eso, Bosch. Solo estaba bromeando.

Bosch calculo que la mujer no tendria mas de veinticinco. Era una joven negra con una gracia especial. Bosch no sabia de donde era, pero no creia que fuera de Los Angeles. Conservaba el rastro de un acento, un cantito caribeno, que probablemente ella habia tratado de suavizar. Aun asi permanecia. A Bosch le gustaba como ella decia su nombre. En su boca sonaba exotico, como una ola al romper. No le importaba que tuviera poco mas que la mitad de su edad y que lo tuteara.

– ?De donde eres, Keisha?

– ?Por que?

– ?Por que? Porque me interesa, nada mas. Estas en sucesos y me gusta saber con quien trato.

– Soy de aqui, Bosch. Llegue de Jamaica cuando tenia cinco anos. Fui a la Universidad del Sur de California. ?Tu, de donde eres?

– De Los Angeles. Siempre he vivido aqui.

Decidio no mencionar los quince meses que habia pasado combatiendo en los tuneles de Vietnam ni los nueve que habia estado preparandose en Carolina del Norte.

– ?Que te ha pasado en la mano?

– Me corte trabajando en casa. He estado haciendo reparaciones mientras estoy de baja. Bueno, ?que tal ocupar el lugar de Bremmer en sucesos? El estuvo muchos anos.

– Si, lo se. No esta resultando facil, pero me abro camino. Poco a poco. Estoy haciendo amigos. Espero que seas uno de mis amigos, Bosch.

– Sere tu amigo cuando pueda. Vamos a ver que me has traido.

Russell puso sobre la mesa una carpeta, pero antes de que pudiera abrirla llego el camarero, un viejo calvo con bigote encerado. Ella pidio un sandwich de ensalada de huevo. Bosch pidio una hamburguesa bien hecha con patatas fritas. Russell torcio el gesto y Bosch adivino el motivo.

– ?Eres vegetariana?

– Si.

– Lo siento, la proxima vez elige tu el sitio.

– Lo hare.

La periodista abrio la carpeta y Bosch se fijo en que llevaba diversas pulseras en la muneca izquierda. Estaban hechas de hilo trenzado en distintos colores. Bosch miro en la carpeta y vio un pequeno recorte de periodico. Por el tamano y el formato, Bosch supo que era una de las historias que quedaban enterradas en la parte de atras del diario. Russell se lo paso.

– Creo que este es tu Johnny Fox. La edad coincide, pero no lo describe como tu. Un mierda de poca monta blanco, dijiste.

Bosch leyo el articulo. Estaba fechado el 30 de septiembre de 1962.

TRABAJADOR DE CAMPANA VICTIMA DE UN ATROPELLO

por Monte Kim, de la redaccion del Times

Un hombre de 29 anos que colaboraba en la campana de un candidato a la oficina del fiscal del distrito resulto muerto el sabado en Hollywood cuando fue atropellado por un coche que circulaba a gran velocidad, segun informo la policia de Los Angeles.

La victima fue identificada como Johnny Fox, que residia en un apartamento de Ivar Street, en Hollywood. La policia aseguro que Fox habia estado distribuyendo publicidad de campana en apoyo del aspirante a fiscal del distrito Arno Conklin en la esquina de Hollywood Boulevard y La Brea Avenue cuando fue arrollado por un coche al ir a cruzar la calle.

Fox estaba cruzando los carriles sentido sur de La Brea alrededor de las dos de la tarde cuando el vehiculo le

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