iluminado por la luna en una direccion hasta los rascacielos de la ciudad en la otra. Solo la vista valia el precio de la casa, no importaba los millones que costara.
El rumor de la musica suave, las risas y la conversacion llegaba desde su izquierda. Siguio el sonido por un sendero de piedras que se curvaba segun la forma de la casa. La caida a las casas de debajo de la colina era mortalmente empinada. Finalmente llego a un patio llano que estaba iluminado y lleno de gente que pululaba bajo una carpa de lona tan blanca como la luna. Bosch supuso que habria al menos ciento cincuenta invitados bien vestidos tomando cocteles y probando canapes de las bandejas que llevaban chicas jovenes con vestidos negros cortos, medias y delantales blancos. Se pregunto donde meterian los de los chalecos rojos todos los coches.
Bosch se sintio inmediatamente mal vestido y estaba seguro de que en cuestion de segundos lo identificarian como a un colado. Sin embargo, la escena tenia algo tan de otro mundo que se mantuvo firme.
– Se le acerco un surfista de traje. Tendria unos veinticinco anos, pelo corto decolorado por el sol y un intenso bronceado.
Llevaba un traje hecho a medida con aspecto de costar mas que todo lo que Bosch tenia en el armario. El traje era marron claro aunque su portador probablemente diria que era de color cacao. Sonrio a Bosch de la manera en que sonrien los enemigos.
– Hola, senor, ?que tal esta noche?
– Bien. No nos han presentado.
El surfista trajeado sonrio de manera un poco mas brillante.
– Soy el senor Johnson y soy el responsable de seguridad de esta fiesta. ?Puedo preguntarle si ha traido su invitacion?
Bosch dudo solo un instante.
– Oh, lo lamento. No pense que tuviera que traerla. No pensaba que Gordon necesitara seguridad en una fiesta como esta.
Esperaba que dejar caer el nombre de pila de Mittel diera que pensar al surfista antes de que tomara medidas de manera precipitada. El surfista torcio el gesto solo un momento.
– Entonces ?puedo pedirle que firme?
– Por supuesto.
Bosch fue conducido a una mesa situada al lado de la zona de entrada. Habia alli una pancarta azul, roja y blanca con el eslogan: «Ahora, Robert Shepherd.» Era cuanto Bosch necesitaba saber acerca del asunto.
En la mesa habia un registro de invitados y detras una mujer que lucia un vestido de coctel de terciopelo negro que apenas camuflaba sus pechos. El senor Johnson parecia mas concentrado en esos dos elementos que en Bosch mientras este escribia el nombre de Harvey Pounds en el registro.
Al firmar, Bosch se fijo en una pila de tarjetas de promesas electorales y una copa de champan llena de lapices. Cogio una hoja de informacion y empezo a leer acerca del candidato en ciernes. Johnson finalmente aparto la vista de la azafata de mesa y comprobo el nombre que habia escrito Bosch.
– Gracias, senor Pounds. Disfrute de la fiesta.
Acto seguido, el surfista desaparecio entre la multitud, probablemente para comprobar si habia un Harvey Pounds en la lista de invitados. Bosch decidio quedarse solo unos minutos para ver si podia localizar a Mittel y luego irse antes de que el surfista viniera a buscarlo.
Se alejo de la entrada y del entoldado. Despues de cruzar un breve tramo de cesped hasta un muro de contencion, trato de actuar como si simplemente estuviera admirando la panoramica. Y menuda panoramica; para tener una vista desde mas alto habria tenido que subirse a un avion procedente del LAX, pero desde el avion no habria tenido esa amplitud de vision, la brisa fresca ni los sonidos de la ciudad debajo.
Bosch se volvio y miro a la multitud que se congregaba bajo el toldo. Examino los rostros, pero no localizo a Gordon Mittel. No habia rastro de el. La gente se agolpaba en el centro de la carpa Y Bosch cayo en la cuenta que era un grupo de personas que trataba de estrechar la mano del candidato en ciernes, o al menos del hombre que Bosch supuso que era Shepherd. Harry se fijo en que si bien la multitud parecia homogenea en terminos de riqueza, era de todas las edades. Supuso que muchos estaban alli para ver a Mittel tanto como a Shepherd.
Una de las mujeres vestidas de blanco y negro salio de debajo del toldo blanco y camino hacia el con una bandeja de copas de champan. Bosch cogio una, le dio las gracias y volvio a concentrarse en el paisaje. Bebio y supuso que era de gran calidad, aunque en realidad no era capaz de apreciar la diferencia. Resolvio que tenia que beberselo y marcharse justo cuando una voz procedente de su izquierda interrumpio sus pensamientos.
– Preciosa vista, ?no? Mejor que una pelicula. Podria quedarme aqui durante horas.
Bosch se volvio para no despreciar al hombre que le hablaba, pero no lo miro. No queria implicarse.
– Si, es bonita. Pero prefiero mis montanas.
– ?De veras? ?Donde vive?
– Al otro lado de la colina, en Woodrow Wilson.
– Ah, ahi. Hay algunas propiedades bonitas alli.
No la mia, penso Bosch. A no ser que a uno le gustara el estilo neoterremoto clasico.
– Las montanas de San Gabriel brillan al sol -dijo el conversador-. Mire alli, pero despues me compre esta.
Bosch se volvio. Estaba mirando a Gordon Mittel. El anfitrion le tendio la mano.
– Gordon Mittel.
Bosch vacilo, pero despues supuso que Mittel estaria acostumbrado a que la gente tropezara o tartamudeara en su presencia.
– Harvey Pounds -dijo Bosch, estrechandole la mano.
Mittel llevaba un esmoquin negro. Estaba tan vestido de mas.en comparacion con los asistentes como Bosch lo estaba de menos. Llevaba el cabello gris muy corto y lucia un bronceado de rayos UVA. Era alto y de complexion atletica, y aparentaba tener cinco o diez anos menos de los que en realidad tenia.
– Me alegro de conocerle, me alegro de que haya venido -dijo-. ?Ya ha visto a Robert?
– No, esta en medio de aquel grupo.
– Si, es cierto. Bueno, el tendra mucho gusto en conocerle cuando tenga ocasion.
– Supongo que tambien tendra mucho gusto en aceptar mi cheque.
– Eso tambien. -Mittel sonrio-. Ahora en serio, espero que nos ayude. Es un buen hombre y necesitamos gente como el en el gobierno.
Su sonrisa parecia tan falsa que Harry se pregunto si Mittel ya lo habia calado. Bosch le devolvio la sonrisa y se dio unos golpecitos en el bolsillo del pecho de la americana.
– Tengo el talonario aqui.
Al hacerlo, Bosch recordo lo que de verdad llevaba en el bolsillo y se le ocurrio una idea. El champan, aunque solo habia sido una copa, lo habia envalentonado. De repente se dio cuenta de que queria asustar a Mittel y tal vez echar un vistazo a su verdadero color.
– Digame-dijo-. ?Shepherd es el hombre?
– No le entiendo.
– ?Va a llegar un dia a la Casa Blanca? ?Es el que va a llevarle?
Mittel se deshizo en un fugaz brillo de irritacion.
– Supongo que ya lo veremos. Primero tenemos que llevarlo al Senado. Eso es lo importante.
Bosch asintio y contemplo a la multitud de manera teatral.
– Bueno, parece que tiene a la gente adecuada aqui. Pero, ?sabe?, no veo a Arno Conklin. ?Todavia son intimos? Era su primera opcion, ?no?
El entrecejo de Mittel se arrugo marcando una profunda grieta.
– Bueno… -Mittel parecia incomodo, pero se le paso enseguida-. A decir verdad hace mucho tiempo que no hablamos. Ahora esta jubilado, es un anciano en silla de ruedas. ?Conoce a Amo?
– No he hablado con el en mi vida.
– Entonces digame que provoca esa pregunta de historia antigua.
Bosch se encogio de hombros.
– Supongo que solo soy un estudiante de historia.
– ?A que se dedica, senor Pounds? ?O es estudiante a tiempo completo?
– Lo mio son las leyes.
– Entonces tenemos algo en comun.
– Lo dudo.