– Si, pasalo bien, Jerry.

– Cuidate, tio.

Bosch se recosto en la encimera y se bebio su cerveza. Llego a la conclusion de que la llamada de Edgar habia sido una forma bien disimulada de decirle a Bosch que estaba eligiendo su bando y separandose de el. A Bosch no le molesto. La primera lealtad de Edgar era consigo mismo, para sobrevivir en un ambiente que podia ser traicionero. Bosch no iba a culparlo por eso.

Bosch miro su reflejo en el vidrio de la puerta del horno. La imagen era oscura, pero veia sus ojos en la sombra y el perfil de la mandibula. Tenia cuarenta y cuatro anos y en algunos aspectos parecia mayor. Conservaba la cabeza cubierta de pelo castano y rizado, pero tanto el cabello como el bigote empezaban a encanecer. Aquellos ojos marron oscuro le parecieron cansados y consumidos. Su piel tenia la palidez de la de un vigilante nocturno.

Bosch todavia se mantenia delgado, pero en ocasiones la ropa le colgaba como si la hubiera sacado de una de las misiones del centro o acabara de pasar una enfermedad.

Se olvido de su reflejo y cogio otra cerveza de la nevera. Fuera, en la terraza, vio que el cielo estaba brillantemente iluminado con los tonos pastel del anochecer. Pronto estaria oscuro, pero la autovia era un rio resplandeciente de luces en movimiento, un rio cuya corriente no se calmaba ni un momento.

Al mirar a los residentes de fuera de la ciudad que regresaban un lunes por la noche, vio la autovia como un hormiguero donde los obreros avanzaban en lineas. Alguien o alguna fuerza surgiria pronto y volveria a golpear la colina. Entonces las autovias se hundirian, las casas se derrumbarian y las hormigas simplemente las reconstruirian y volverian a formar filas.

Se sentia inquieto, pero no sabia por que. Sus pensamientos se arremolinaban y se mezclaban. Empezo a ver lo que Edgar le habia dicho del caso en el contexto de su dialogo con Hinojos. Habia alguna conexion, algun puente, pero no lograba alcanzarlo.

Se termino la cerveza y decidio que con dos bastaba. Fue a sentarse en una de las sillas del salon, con los pies en alto. Lo que queria era darle un descanso a todo. A la mente y al cuerpo. Levanto la cabeza y vio que las nubes estaban pintadas de naranja por el sol. Parecian lava fundida que se movia lentamente por el cielo.

Justo antes de quedarse adormilado un pensamiento se abrio paso entre la lava. Todos cuentan o no cuenta nadie. Y entonces, en el ultimo momento de claridad antes del sueno supo cual habia sido el hilo conductor que habia atravesado sus pensamientos. Y supo cual era su mision.

Por la manana, Bosch se vistio sin ducharse para poder ponerse de inmediato a trabajar en la casa y eliminar los pensamientos persistentes de la noche anterior mediante el sudor y la concentracion.

Pero desembarazarse de las ideas no era tarea facil. Mientras se ponia unos tejanos manchados de barniz, se atisbo en el espejo resquebrajado de encima del escritorio y vio que llevaba la camiseta del reves. Escrito en la pechera de algodon blanco estaba el lema de la brigada de homicidios:

NUESTRO DIA EMPIEZA CUANDO EL SUYO TERMINA

La leyenda debia estar en la espalda. Se la quito y volvio a ponersela para ver en el espejo lo que se suponia que tenia que ver: una replica de la placa de detective en el pecho izquierdo y las siglas en letras pequenas del Departamento de Policia de Los Angeles.

Preparo cafe y se llevo la cafetera y una taza a la terraza. Despues arrastro su caja de herramientas y la puerta nueva para el dormitorio que habia comprado en Home Depot. Cuando finalmente estuvo preparado, y con la taza llena de cafe, se sento en el reposapies de una de las tumbonas y coloco la puerta de costado enfrente de el.

La puerta original se habia astillado en las bisagras a consecuencia del terremoto. Habia tratado de colgar la sustituta unos dias antes, pero era demasiado grande. Calculo que tenia que limar no mas de tres o cuatro milimetros para que encajara. Se puso a trabajar con el cepillo de carpintero, moviendo la herramienta lentamente a lo largo de la base de la puerta y arrancando finisimas virutas de madera. De cuando en cuando se detenia y examinaba su progreso pasando la mano por la madera. Le gustaba admirar su progreso. No habia muchas otras tareas en su vida que lo permitieran.

Pero aun asi, no consiguio concentrarse demasiado tiempo. Su atencion en la puerta se vio interrumpida por el mismo pensamiento impertinente que le habia acosado la noche anterior. Todos cuentan o no cuenta nadie. Era lo que le habia dicho a Hinojos. Era lo que le habia dicho que creia. Pero ?lo creia? ?Que significaba para el? ?Era simplemente un lema como el que llevaba en la espalda de la camiseta o era algo que guiaba su vida? Estas preguntas se mezclaban con los ecos de la conversacion que habia mantenido con Edgar la noche anterior. Y con un pensamiento mas profundo que siempre habia tenido.

Aparto el cepillo y volvio a pasar la mano por la suave madera. Penso que ya lo tenia y se llevo la puerta al interior de la casa. Habia extendido una sabana vieja en el salon y habia reservado una zona para trabajos de carpinteria. Alli paso una hoja de papel de lija de grano fino por el borde de la puerta hasta que quedo perfectamente suave al tacto.

Sostuvo la puerta en vertical y balanceandola sobre un taco de madera la coloco en las bisagras y termino de encajarla suavemente con un martillo.

Habia engrasado las dos partes de las bisagras previamente y la puerta se abrio y se cerro practicamente en silencio. Penso que lo mas importante era que encajara de manera uniforme en el hueco. La abrio y la cerro varias veces mas, limitandose a mirarla y satisfecho con su logro.

El brillo de su exito no duro mucho, porque la conclusion del proyecto le abrio la mente a la divagacion. De nuevo en la terraza, las otras ideas volvieron mientras barria las virutas de madera para formar una pequena pila.

Hinojos le habia dicho que se mantuviera ocupado. Ya sabia como iba a hacerlo. Y en ese momento se dio cuenta de que no importaba cuantos proyectos encontrara para hacer, todavia tenia un trabajo pendiente. Apoyo la escoba en la pared y se metio en la casa para prepararse.

El almacen del Departamento de Policia de Los Angeles y el cuartel general de la brigada aerea conocida como Piper Tech estaban en Ramirez Street, en el centro, relativamente cerca del Parker Center. Bosch, de traje y corbata, llego a la puerta poco antes de las once. Mostro su tarjeta de identificacion del departamento por la ventanilla del coche y enseguida le dejaron pasar. La tarjeta era lo unico que tenia. Se la habian retirado junto con la placa dorada y el arma al concederle la baja la semana anterior, pero se la habian devuelto para que pudiera acceder a las dependencias de la Seccion de Ciencias del Comportamiento para las sesiones de terapia con Carmen Hinojos.

Despues de aparcar, camino hacia el almacen pintado de beis que albergaba el historial de violencia de la ciudad. Los mil metros cuadrados del edificio contenian los archivos de todos los casos del Departamento de Policia de Los Angeles, resueltos o sin resolver. Alli iban a parar los archivos de los casos cuando nadie mas se preocupaba por ellos.

En el mostrador de la entrada, una administrativa civil estaba cargando archivos en un carrito para que pudieran ser llevados a los estantes y olvidados. Por la forma en que examino a Bosch, este supo que era raro que alguien se presentara alli en persona. Todo se hacia por telefono y mediante mensajeros municipales.

– Si esta buscando actas del ayuntamiento es en el edificio A, al otro lado del solar. El edificio con molduras marrones.

Bosch mostro su tarjeta de identificacion.

– No, queria sacar el expediente de un caso.

Bosch metio la mano en el bolsillo del abrigo mientras ella se acercaba al mostrador y se inclinaba para leer su identificacion. Era una mujer menuda, de raza negra, con el pelo gris y gafas. Segun rezaba la tarjeta que llevaba en la blusa se llamaba Geneva Beaupre.

– Hollywood -leyo la mujer-. ?Por que no ha pedido que se lo enviaramos? No hay prisa con estos casos.

– Estaba en el centro, en el Parker… De todos modos queria verlo lo antes posible.

– Bueno, ?tiene el numero?

Bosch saco del bolsillo un trozo de papel con la referencia 61-743. Geneva Beaupre se doblo para leerlo y levanto la cabeza de golpe.

– ?Mil novecientos sesenta y uno? ?Quiere un caso de…? No se donde estan los casos del sesenta y uno.

– Estan aqui. Habia visto el expediente antes. Creo que antes habia otra persona en el mostrador, pero el expediente estaba aqui.

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